Capítulo 1: Medellín: desorden, tragedia e institucionalización
A partir de entrevistas, consultas con fuentes oficiales y no oficiales, revisión de archivos y bases bibliográficas, un grupo de cinco investigadores liderado por el decano de la Escuela de Humanidades de Eafit, Jorge Giraldo Ramírez, construyó durante cerca de dos años el primer capítulo del informe Medellín: memorias de una guerra urbana. En esta entrevista, Giraldo, filósofo e historiador, reflexiona acerca de algunos de los puntos más importantes de este capítulo denominado “Medellín: desorden, tragedia e institucionalización”.
Por Danilo Arias
Fotografía: cortesía Universidad Eafit
¿Cuáles son los puntos de inflexión que marcaron las diferentes etapas en el conflicto de la ciudad?
En un primer momento, identificamos los orígenes del conflicto en 1965, aunque este inicio podría remitirse a unos cinco o diez años atrás. Ese año aparecen las primeras guerrillas revolucionarias en Colombia, particularmente el ELN. Desde ese momento, la estructura social en Medellín también empieza a decaer. Luego establecimos un periodo del narcotráfico entre 1982 y 1994. Posteriormente, identificamos una urbanización del conflicto desde 1995 a 2005, periodo que finalizó con desmovilizaciones como las del Bloque Metro y Héroes de Granada de los paramilitares. Finalmente, marcamos un periodo de mayor control estatal y retorno a la calma entre 2006 y 2014.
¿Por qué Medellín fue tan vulnerable al conflicto?
Existen varias razones. Una es el hecho de que Medellín, desde 1980, estuvo en el centro geográfico de la intervención de muchos actores armados: del EPL, que era un grupo costeño-antioqueño; del ELN, que uno puede decir que es santandereano-antioqueño; y de las Farc que, si bien no eran de aquí, pronto y consecutivamente fundaron sus frentes en Urabá, en el Oriente y en el Norte del departamento.
Otra razón es que Medellín es un centro logístico importante, tanto legal como ilegal. Aquí la guerrilla se proveía de todo, desde cosas ilegales, como armas, hasta cosas legales como botas, morrales o uniformes; también reclutaban personas. Una tercera razón es el choque cultural que se produjo en la ciudad. Antioquia fue la capital de la contracultura colombiana, lo que produjo un excedente de jóvenes que fácilmente encontraron qué hacer, inspiración política, pero también inspiración criminal.
¿Por qué a lo largo del capítulo siempre se hace esa referencia de comparación entre Medellín y Cali?
La comparación es clave para poder responder a la pregunta de por qué la violencia en Medellín, y de por qué en Medellín fue más difícil. El contraste con Cali es muy interesante porque muestra diferencias en todos los niveles: las actitudes de las élites políticas, económicas y sociales; las diferencias entre los dos carteles, y hasta en los periodos, porque mientras en Medellín el desorden ocurrió en la década de 1980 con el Cartel de Medellín, en Cali esto se dio en los noventa. Sin embargo, las ciudades también tienen puntos en común, como por ejemplo la Operación Orión en Medellín y la Toma de Siloé en Cali, que tenían objetivos casi iguales y dejaron unos resultados parecidos.
¿Por qué cuando la Fuerza Pública empieza a modernizarse aumentan, paradójicamente, los índices de violencia?
El Estado descuidó algo fundamental dentro de la teoría política, que es la seguridad, el monopolio de las armas. Sumado a esto, llegó el abandono del monopolio de la justicia, en el que ya nadie temía por las sanciones a sus actos; además, descuidó en gran medida el monopolio de la tributación. Esa es una triada sagrada para el mantenimiento del control y la legitimidad, pero el Estado colombiano no hizo bien ninguna de esas tres tareas hasta hace menos de veinte años.
A veces no sirven de mucho los aparatos o las técnicas cuando en las entidades oficiales se dan casos de corrupción; y eso permitió una falsa sensación de vigilancia y control en puntos visibles de la ciudad, pero en las periferias la situación era diferente.
Conozca aquí el capítulo 1: Medellín: desorden, tragedia e institucionalización
Sin comentarios