La cobertura de la implementación del Acuerdo de Paz logrado entre el Gobierno y las Farc les ha impuesto grandes desafíos a los medios de comunicación y a los periodistas colombianos. Jorge Cardona Alzate, editor general de El Espectador, asegura que para ejercer un periodismo responsable en los tiempos de transición que vive el país es necesario entender las problemáticas que aquejan a las regiones y presionar al Gobierno y a las Farc para que cumplan lo pactado en La Habana.

Por “.co.de”, proyecto que reúne a los socios de la Deutsche Welle Akademie en Colombia
Fotografía: Felipe Restrepo

Jorge Cardona vivió como periodista los peores capítulos del conflicto armado en Colombia. A finales de la década de 1980, comenzó su carrera como reportero en el noticiero Alerta Bogotá de Caracol Radio, que se sintonizaba todos los días a las seis de la mañana. Debía cubrir los crímenes que sucedían en las calles de Bogotá. Además, fue testigo de magnicidios políticos y del horror de la guerra contra el narcotráfico.

En 1993, ingresó a la redacción de El Espectador, donde consolidó su carrera como editor. Su experiencia le ha permitido entender algunos de los acontecimientos que han marcado el destino del país y del periodismo en Colombia. Reflexiones que comparte con sus estudiantes y con los reporteros que llegan por primera vez a El Espectador.

Cardona, quien desde 1991 es profesor en distintas facultades de Comunicación Social, confía en que las nuevas generaciones van a ejercer un periodismo responsable, capaz de interpretar a una sociedad que necesita urgentemente consolidar la paz.

El proyecto “.co.de”, que reúne a los socios de la Deutsche Welle Akademie en Colombia, y del que hace parte Hacemos Memoria, conversó con Jorge Cardona sobre los retos que deben asumir reporteros y editores a la hora de informar sobre la implementación de los Acuerdos de Paz.

Teniendo en cuenta la implementación de los Acuerdos de Paz, ¿cuáles son los retos que tiene El Espectador hoy en su relación con las regiones y las comunidades?
El Espectador ha tenido una transformación como la mayoría de los medios de comunicación por efecto de la tecnología. Internamente, nosotros lo definimos de una manera mu al noticiero popular Alerta Bogotá de Caracol Radio, que salía al aire cada mañana a las seis y clara: anteriormente éramos un periódico que tenía una página web, hoy en día somos un medio digital que tiene un periódico. Entonces, de alguna manera eso cambia la dinámica de trabajo y hace que estemos muy conectados de alguna manera con las comunidades y con las regiones por la idiosincrasia de los temas que se están trabajando y por la evolución que está teniendo Colombia en su desarrollo hacia el proceso de paz.

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En esa nueva mirada del medio, ¿cómo interactúa El Espectador con los usuarios en las regiones?
En el capítulo específico del proceso de paz y lo que se ha dado en llamar el posacuerdo o el posconflicto, el periódico creó una sesión especial llamada Colombia 2020 que, con perspectiva de futuro, está buscando precisamente llegar a las comunidades, sobre todo a las comunidades que fueron afectadas por el conflicto armado. Entonces, nos hemos acercado a la gente, un poco paralelo al desarrollo de la negociación y ahora de la implementación del proceso de paz, con formatos distintos y a través de estos periodistas del equipo de 2020.

A través de ese ejercicio de 2020, con el que se han acercado a las comunidades más afectadas por el conflicto, ¿han descubierto cosas de este país que antes era difícil saberlas o era difícil contarlas?
Es un ejercicio muy interesante, incluso que desborda el tema de 2020. Yo siempre tengo la idea de que Colombia es un país excesivamente centralista y todas sus decisiones, incluso en el trabajo de la memoria; por ejemplo, los informes que se hacen sobre la memoria colombiana son muy bogotanizados. Fernando Ramírez, editor de La Patria, le hace un juicio duro al periodismo bogotano, dice que se ha olvidado un poco de las regiones. Y en eso tiene mucha razón.

Este ejercicio de 2020 nos ha permitido acercarnos a muchas cosas que desconocíamos en Bogotá. Muchas veces se trabaja con los temas políticos, judiciales que surgen alrededor de los conflictos bogotanos, pero cuando uno se asoma a las regiones, sobre todo a una región como el Cauca, descubre que hay todo por hacer, que hay todo por descubrir, no solamente desde la perspectiva histórica sino también desde la cotidianidad: hay muchos procesos políticos, sociales, culturales, económicos a los cuales uno apenas se está asomando. Si el proceso de paz prospera en el Cauca, se podría decir que el proceso de paz va a prosperar en Colombia.

¿Cómo hacían ustedes la reportería antes del proceso de paz, por ejemplo, en el Cauca? ¿Qué diferencia hay entre ese antes y lo que estamos viviendo ahora?
Uno siempre tenía la percepción de que el norte del Cauca era muy complejo: asedio de la guerrilla, problemas de narcotráfico, las dificultades de la población indígena, pero eran unas nociones muy generales. Ahora, yo creo que con lo que está pasando en Colombia, sobretodo enmarcado en el concepto de la paz territorial, hay todo por hacer, hay todo por descubrir. El periodismo en general, no solamente el bogotano sino también el de Antioquia y el de las grandes capitales, tiene que entender que su renovación está justamente en el encuentro que hace con las nuevas comunidades y en departamentos muy particulares como el Cauca.

La firma de los acuerdos y todo este tiempo que llevamos tratando de hacer la implementación y de acomodarnos a una nueva situación política, ha implicado que los medios cambien, que lean esa nueva realidad. Para usted como editor, al quitar el telón de la guerra, ¿cuál ha sido lente que ha tenido que abrir para poder ver otras cosas?
Cuando uno mira el acuerdo en sí mismo y sus contenidos, encuentra todas las dificultades por las que ha pasado Colombia en las últimas décadas. A mi juicio el acuerdo está muy bien logrado, es un acuerdo muy moderno, con mucho énfasis en el tema territorial. Tengo la expectativa y también la esperanza como colombiano de que se pueda implementar de una manera clara. Por ejemplo, considero que el tema agrario es la base fundamental del gran cambio que debe dar el país.

En el caso de la participación política, la visión colombiana ha sido toda la vida muy centralista, y es una novedad muy interesante ver todos los retos que hay sobre ese asunto en el Acuerdo de Paz. Y qué decir de la solución al problema de las drogas ilícitas: a mi juicio este punto está un poquito marginado. En general, creo que el Acuerdo tiene unos enfoques muy particulares que van a renovar toda la perspectiva de comunicación a futuro en Colombia.

Frente a ese Acuerdo y al llamado que debemos hacerle a la sociedad para que esté vigilante, pendiente de que esos acuerdos sí se cumplan, ¿cuál es el rol de la prensa en esa mediación?
Ahora, lo fundamental es estar muy encima de la implementación. Creo que el trabajo del periodismo es exigir que se haga esa implementación, porque ahí están comprometidas las nuevas generaciones de los colombianos. Hay muchas tareas por hacer y el tema todavía está muy en ciernes. Hay que presionar para que los puntos del Acuerdo se lleven a cabo en todos sus campos.

El Estado y sus autoridades adquirieron un compromiso histórico. Las nuevas generaciones están a la expectativa y esperan la construcción de una nueva Colombia, pero la lentitud es un problema que atañe tanto al Estado como a la guerrilla. En la época de la negociación, el afán era del Estado para que la guerrilla firmara los acuerdos; ahora, el afán es de la guerrilla para que se cumpla lo pactado.

El periodismo es el resorte que hace que la democracia se mantenga. ¿Cómo es el panorama de nuestros medios y de nosotros como periodistas en este escenario?
Siempre soy optimista porque creo que el periodismo se renueva permanentemente. Personalmente, en las cátedras de la universidad veo unas generaciones muy activas, metiéndole mucho al tema del proceso de paz. Cuando uno empieza a criticar a los jóvenes es porque se está volviendo viejo. Como diría Gabriel García Márquez alguna vez, hay que subirse a tiempo al tren de los hijos. Yo confío plenamente en que las nuevas generaciones van a ser intérpretes de una sociedad que necesita urgentemente llegar al proceso de paz.

De esa última respuesta, deduzco que entre usted y los periodistas de El Espectador se va creando un vínculo particular editor-reportero, ¿es posible formar periodistas dentro de la sala de redacción?
Cuando llega un estudiante nuevo a la redacción de El Espectador, yo le echo el mismo discurso, le digo: “mire, nosotros no estamos preparando periodistas, estamos preparando editores. Todo periodista que llega al periódico tiene que tener la capacidad de volverse editor. De hecho, casi todos los editores de El Espectador llegaron al periódico como practicantes. Primero, el periodista tiene que ser capaz de defenderse con una página; después debe tener contextos suficientes para poder defender una sección. Entonces, nosotros no formamos periodistas, nosotros formamos editores.