La población sorda colombiana ha estado históricamente ausente de los procesos políticos y de los debates en la esfera pública de los que, como ciudadanos, deberían participar. Con el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, instituciones públicas y privadas del país unieron esfuerzos para darle vida a La memoria enSeña, una estrategia que se propone entregarle insumos en lengua de señas a esta comunidad para que comprenda la complejidad del conflicto armado colombiano y construya sus propios relatos de memoria.

Por Natalia Maya

En términos de acceso a la información, la población sorda colombiana ha estado siempre rezagada. Así lo considera Diego Barbosa, director (e) del Instituto Nacional para Sordos – INSOR, quien asegura que la sociedad en general no ha reconocido las diferencias lingüísticas tan profundas que existen entre las personas que utilizan la lengua de señas y las que emplean como primera lengua el español: “No se puede dar por hecho que porque los textos están escritos en español, las personas sordas tienen acceso completo a la información, esa es una barrera cultural, educativa, económica y social para esta comunidad en el marco del ejercicio de su ciudadanía”.

INSOR es una entidad pública del orden nacional que se encarga de fomentar políticas educativas para las personas sordas colombianas y de promocionar la garantía de sus derechos a la salud, al trabajo, a la justicia, a la participación, a la cultura, entre otros. En 2016, sus funcionarios del área de Promoción y Desarrollo, conscientes de los avances en la política de paz del gobierno de Juan Manuel Santos, concretamente de los diálogos de La Habana con las Farc, decidieron emprender una estrategia de acceso a la información para la comunidad sorda del país relacionada con los contenidos del Acuerdo de Paz.

En alianza con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz (OACP), iniciaron un proceso de traducción a lenguaje de señas de lo acordado en La Habana, partiendo de la premisa de que temas como la reforma rural, los cultivos de uso ilícito y los derechos de las víctimas requerían un tratamiento lingüístico especial para que fuera comprendido de la mejor manera por la comunidad sorda en Colombia. Este material publicado en formato video, que es el formato de acceso preferente para esta población, contenía piezas pedagógicas que combinaban la lengua de señas con el subtitulaje en español y el uso de imágenes de apoyo. Su difusión antes de las votaciones del Plebiscito por la Paz les permitió a las personas sordas participar y votar informadas.

A finales de 2016, además de este ejercicio de acceso a la información, el INSOR promovió un encuentro nacional en Bogotá en el que participaron líderes de la comunidad sorda de todo el país y representantes de otras discapacidades, quienes dialogaron con funcionarios del Gobierno sobre sus opiniones, críticas y expectativas en torno al Acuerdo de Paz logrado con las Farc.

Este evento, según Barbosa, les dejó un gran aprendizaje: “Las personas sordas necesitan acceder a la información, pero no solo eso, también tienen mucho que decir y aportar frente a la agenda de paz y reconciliación nacional, exigen ser escuchadas. Esto nos motivó a construir una ruta para dialogar con ellos sobre el conflicto colombiano, la memoria histórica, la reconciliación y la paz”.

La memoria enSeña

En 2017, el INSOR, el Centro Nacional de Memoria Histórica, la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación, y la Alcaldía Mayor de Bogotá, le dieron vida a La memoria enSeña, una estrategia que se propone, a largo plazo, formar personas sordas como gestores de memoria en el país, bajo el lema “La paz es inclusión”.

Arturo Charria, experto en pedagogías de paz y memoria, fue el encargado de diseñar las metodologías para los talleres que se están dictando a lo largo del país. La prueba piloto se realizó en Bogotá, en el mes de julio, y luego siguieron Cali y Medellín. En cada encuentro, las veinte o treinta personas sordas que asisten tienen la oportunidad de explorar “qué es la memoria y cómo todas y todos tenemos una historia por contar. Un segundo momento acerca a los participantes a la relación entre la memoria privada y distintos hechos que han marcado la historia de paz y violencia en el país. El tercer espacio es un intercambio de experiencias testimoniales de violencia, reconciliación y construcción de paz. Y, finalmente, se abre el debate para plantear una ruta para la participación de la comunidad sorda mediante la construcción de paz”, explica Charria.

De acuerdo con María de los Ángeles Reyes, comunicadora del Área de Enfoques Diferenciales del CNMH, este proceso formativo y de diálogo ya está rindiendo sus frutos: “El último taller que tuvimos, en Medellín, fue dictado casi que en un 100% por los profesionales sordos del INSOR que se están formando como gestores de memoria, y la idea es que en cada ciudad a la que se vaya se identifiquen las personas sordas que sobresalen en los talleres para hacer procesos un poco más profundos con ellos y que puedan formarse como agentes y promotores de estos temas”.

La estrategia ha servido también de plataforma para que la comunidad sorda reconstruya su propia historia a partir de sus memorias de superación de la exclusión y de su trasegar en la exigibilidad de sus derechos en el país. Según Barbosa, el proceso les ha permitido reinterpretar los significantes y los contenidos del lenguaje del conflicto: “Esto se volvió incluso aún más complejo, los aportes que han resultado de este diálogo abierto con la comunidad sorda pasaron de ser un tema de acceso a la información a convertirse en un asunto de construcción de memoria histórica, que nos ha llevado a generar unas consideraciones del orden pedagógico, lingüístico y semiótico, de cómo la lengua de señas puede ayudar a resignificar los términos asociados al conflicto, a la paz y a la reconciliación en Colombia”.

El Banco de la República se sumó a esta estrategia y pronto publicará un diccionario básico en lengua de señas para dialogar sobre la paz, que hará parte de la caja de herramientas que próximamente los líderes de la comunidad sorda podrán empezar a utilizar en sus territorios. En noviembre, La memoria enSeña llegará a Cúcuta y a Pasto y, en 2018, se propone ampliar el diálogo y abarcar muchos más rincones del país.