El pasado 23 de septiembre, las Farc pidieron perdón a los habitantes de Granada, Antioquia, por los daños que causaron durante las dos décadas en las que desplegaron sus acciones militares en el municipio. Delegados del ahora partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común hablaron ante una comunidad de votantes que el pasado 2 de octubre dijo mayoritariamente no al plebiscito que buscaba refrendar el Acuerdo de Paz firmado en La Habana.

Por equipo Hacemos Memoria

Por la magnitud del daño ocasionado durante su accionar militar en Granada, Felix Antonio Muñóz Lascarro, cuyo nombre en la guerra fue Pastor Alape, pidió perdón en nombre de las Farc a los granadinos y, en particular, a un grupo de 50 víctimas, en un acto simbólico que se llevo a cabo el 23 de septiembre, en el templo de Santa Bárbara. Con este gesto, concluyó la jornada “Encuentro por la vida”, una serie de actividades alrededor de la reconciliación programadas desde el viernes 22.

Como se recordará, al final de la década de 1990 y en los primeros años del 2000, los habitantes de Granada vivieron una época de terror. Los granadinos fueron víctimas de masacres, desplazamientos, desapariciones forzadas y otros hechos violentos que desplegaron las guerrillas de las Farc y del Eln, las Fuerzas Armadas del Estado y los paramilitares de los bloques Metro y Cacique Nutibara.

A las Farc, particularmente, se les responsabiliza de una incursión militar en junio de 1988 en el casco urbano, donde atacaron la Caja Agraria, la Oficina de Rentas Departamentales y otras instituciones privadas; en septiembre de 1997, secuestraron al alcalde Jorge Alberto Gómez Gómez, y en diciembre del mismo año al alcalde electo Carlos Mario Zuluaga Gómez. Además, se les atribuye el desplazamiento de cientos de familias en la zona rural y la siembra de minas antipersonal.

Pero es la toma guerrillera del 6 de diciembre del 2000 la acción más emblemática de la guerra en Granada. En esta incursión militar, las Farc detonaron un carro bomba con 400 kilos de dinamita que destruyó gran parte del pueblo. En el ataque murieron 23 personas, 18 eran civiles.

Juan Pablo Patiño, conocido en la guerra como Juan Prometeo y quien fue encargado de la formación de masas en el Bloque Efraín Guzmán, acompañó a Pastor Alape. Él asegura que con el acto de perdón las Farc reconocieron, principalmente, la desproporción de los hechos ocurridos ese 6 de diciembre; “eso nunca debió ocurrir”, comenta; así mismo, asumirán la responsabilidad por los efectos de miedo y zozobra causados por el desbordamiento de la guerra en todo el Oriente antioqueño.

Patiño también asegura que lo que esperan tras este acto es principalmente el perdón de las víctimas: “no es un tema meramente instrumental, esperamos poder generar una relación con ellos, no de exclusión, no de rechazo, sino que nos permitan entrar a esa reparación que viene”.

Comité Interinstitucional gestiona la paz y el perdón en Granada
Desde el 2016, cuando el Gobierno y las Farc se acercaban a la firma del Acuerdo de Paz en La Habana, el párroco Jorge Eliecer Montoya instó a las autoridades locales para promover un encuentro entre las Farc y las víctimas de Granada, tal cual se había dado en Bojayá en diciembre de 2015. Fue ahí donde el Comité Interinstitucional, órgano que agrupa a 53 instituciones públicas, privadas y religiosas, asumió la gestión de un acto de perdón en el que las Farc reconozcan sus responsabilidades en el conflicto que azotó a Granada.

Se creó, entonces, el Subcomité de reconciliación conformado por el alcalde, el secretario de gobierno municipal, la Asociación de Víctimas Asovida, Confraternidad Carcelaria y la Pastoral Social de Sonsón – Rionegro, apoyado por Conciudadanía, la Acnur y la Onu. Este equipo se encargó de negociar con las Farc las condiciones en las que se dará el acto de perdón; particularmente, estos acercamientos se dieron con Pastor Alape, uno de los integrantes del Secretario que más se ha interesado por estos actos de reconciliación.

Dónde y cómo se realizaría el evento fue uno de los puntos centrales de la negociación: las Farc querían un evento privado, y la comunidad granadina se imaginaba un acto público. Finalmente, decidieron reunirse en la iglesia de Santa Bárbara. Evitar que el encuentro se convierta en un show mediático o en un acto de proselitismo político fue otro de los temas que unió a las dos partes.

El gestor cultural y periodista independiente Gustavo Castaño, quien ha servido de mediador y enlace entre el Subcomité y las Farc, asegura que sin la participación del párroco Montoya y de la Pastoral Social de Sonsón-Rionegro, no sería posible el encuentro humano que tendrán los habitantes de Granada con las Farc: “La presencia de la Iglesia le dio mucha confianza a los miembros de la Farc, porque los sacerdotes mostraron disposición para llegar a acuerdos en el proceso de planeación”, dice.

No en vano el evento se realizó en un templo católico y la misa fue oficiada por el ex párroco de Granada, Oscar Orlando Jiménez, quien acompañó a las víctimas en los años más crudos de la confrontación armada. Según el párroco Jorge Eliecer Montoya, delegado del Subcomité de reconciliación, esta fue una oportunidad para reafirmar el papel fundamental de la Iglesia después del conflicto, aunque precisa: “Jesús nos invita al perdón y a la reconciliación. Es el mensaje de Jesús, va más allá de la Iglesia”.

Raúl Vélez Tamayo, secretario de gobierno de Granada, asegura que el Comité Interinstitucional “refleja el espíritu solidario de la identidad granadina”. En el momento más duro de la confrontación entre guerrillas, paramilitares y Ejército, este estamento ciudadano exigió, a través de comunicados, el respeto al Derecho Internacional Humanitario y la protección de la sociedad civil.

A pesar de la guerra, el Comité Interinstitucional permitió que los líderes municipales siguieran comprometidos con el futuro de Granada. Proyectos como la reconstrucción del casco urbano después de la toma guerrillera del 2000, la creación de programas sociales para garantizar el retorno de los campesinos a sus tierras, las iniciativas para la construcción de memoria y la promoción de escenarios de reconciliación son algunas de las acciones que hacen de Granada un municipio pionero en las políticas para el posconflicto en Colombia.

El perdón difícil y la reconciliación posible
El 2 de octubre de 2016, 3.502 granadinos participaron en el plebiscito que buscaba refrendar el Acuerdo de Paz firmado en La Habana por el Gobierno y las Farc; el 61% de los votantes le dijo No a lo pactado. Casi un año después, esa polarización se mantiene; por esta razón, no toda la comunidad estuvo de acuerdo con el acto público de perdón: “Yo puedo perdonar con mucha facilidad. No sé qué pensará una víctima a la que le hayan reclutado a su hijo y le hayan matado a su esposo”, dice Gloria Ramírez, presidenta de Asovida.

Cuando se supo que las Farc llegarían a Granada con la intención de pedir perdón, algunos granadinos manifestaron su inconformidad y desconfianza. Gloria Quintero, vicepresidenta de Asovida, asegura que es un paso fundamental, pero cree que Granada no estaba del todo preparada para darlo, pues la comunidad debe comprender la trascendencia política de este acto de reconciliación. A pesar de las divisiones entre la comunidad, ella, y un grupo de 50 víctimas participaron activamente en el evento, junto a las delegaciones del gobierno y las Farc.

Por su parte, Jaime Montoya, integrante de Asovida y delegado para el Comité Interinstitucional, cree que este gesto de reconciliación es el resultado de un proceso organizativo de las víctimas por más de diez años alrededor de la construcción paz. Al mismo tiempo, es un punto de partida para el éxito de la implementación de los acuerdos.

“Es muy difícil que haya consenso, porque el perdón es un acto muy personal, no todo el mundo tiene la capacidad de asumir autónomamente la decisión de perdonar por las corrientes de opinión a las que están expuestos”, es la explicación que le da Francis García, enlace municipal de víctimas, a la radicalización que dejó el proceso de paz con las Farc en este municipio.

Según Gustavo Castaño, estas divisiones no solo se presentan entre las víctimas. A pesar de los esfuerzos del párroco Jorge Eliécer Montoya por abrir espacios de reconciliación con las Farc, en el municipio hay sacerdotes que todavía no creen en la voluntad de paz de estos excombatientes.

Estos disensos también se presentan en las Farc. Para Gustavo Castaño, que medió en este proceso, no hay un acuerdo definitivo sobre el perdón en esta organización: algunos creen que es un paso necesario para la transición a la democracia, mientras que otros consideran que estos actos solo reconocen una culpa.

Según Gloria Quintero, el perdón y la reconciliación no son lo mismo: “El perdón no se impone, el perdón es algo voluntario. La reconciliación sí es posible para avanzar hacia la paz”, dice. Su forma de contraponer ambos conceptos da cuenta de dos dimensiones del acto de perdón que se avecina: una moral y otra política.

Esta ambivalencia la representó bien la llegada del Papa a Colombia a principios del mes de septiembre. La moral cristiana y el apoyo a la implementación del proceso paz se conjugaron en su constante apelación al perdón. Como asegura Castaño, las palabras del Papa fueron un espaldarazo al proceso con las Farc y una forma de desarmar los corazones de algunos granadinos.

El alcalde de Granada, Omar Gómez, en su discurso en el acto de perdón hizo énfasis en las urgencias y necesidades del municipio: “Vamos a mostrarle al mundo que queremos la paz. Además, buscamos que los actores políticos reconozcan que aquí falta mucha inversión social. Aunque las condiciones de seguridad están dadas, el Estado tiene una deuda en infraestructura, proyectos productivos y vías de conexión, solo así Granada volverá a ser un municipio próspero, como lo era antes de la guerra”.

Así como el país cerró un ciclo el 23 de septiembre de 2016 en el Centro de Convenciones de Cartagena, con la firma del Acuerdo de La Habana, justo un año después Granada cerró un capítulo en su historia local con el acto de perdón de las Farc. En este nuevo inicio el anhelo de muchos se expresa en la voz de Francis García: “El sueño es que hombres y mujeres, en nuestra diversidad de pensamiento, de acciones, de raíces, de inclinaciones, podamos caber en los nuevos imaginarios que se crean con el proceso de paz”.

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