El 1 de octubre iniciará el cese al fuego bilateral que pactaron el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, un acuerdo que en opinión de Carlos Arturo Velandia, gestor de paz y excomandante de esta guerrilla, sirve para agilizar las negociaciones que se adelantan en Quito, atenuar las acciones de guerra que sufre la población civil y blindar el proceso ante cualquier escenario político que planteen los resultados electorales de 2018.

Por Juan Camilo Castañeda Arboleda y Natalia Maya Llano
Fotografía: Oficina del Alto Comisionado para la Paz

En 53 años de conflicto armado entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (Eln) y después de 16 intentos de negociaciones, nunca se había llegado tan lejos como en esta oportunidad: acordar el cese al fuego y de hostilidades de carácter temporal y bilateral entre ambas partes.

Durante esta tregua, que será verificada por la iglesia católica y la ONU, el Eln asume el compromiso de suspender el secuestro, los ataques a la infraestructura, la siembra de minas antipersonal y el reclutamiento de menores de edad a sus filas; por su parte, el Gobierno se compromete a proteger a los líderes sociales, prestar servicios de salud a los presos de esta guerrilla y acercarlos a sus familiares.

En febrero de este año, cuando inició formalmente la fase pública de este proceso de paz, el panorama no favorecía un acuerdo sobre un cese al fuego bilateral, pues las relaciones entre las partes estaban tensas.

Para entender cómo se alcanzó este acuerdo, conversamos con Carlos Arturo Velandia. Él conoce al Eln desde adentro, pues hizo parte de esta organización entre 1970 y 2000, y fue miembro de la dirección nacional de esta guerrilla. Fue capturado en 1994 en una operación militar y estuvo diez años en prisión. Además, Velandia fue mediador en los acercamientos que tuvo el Eln con los gobiernos de Samper, Pastrana y Uribe.

Después de salir de la cárcel, vivió exiliado en España durante siete años, donde realizó estudios en cultura de paz. Desde que regresó a Colombia, en 2012, se ha dedicado al debate político y a promover la paz en el país.

En esta entrevista, Carlos Velandia habla sobre la importancia de este anuncio en medio del ambiente de paz y reconciliación que vive el país, y lo que representa esta decisión de cara a las elecciones presidenciales de 2018.

Carlos VelandiaCarlos Arturo Velandia, excomandante del Eln y gestor de paz. Imagen tomadas del documental Los días de la paz 

¿Cuáles son las condiciones que posibilitan el cese al fuego bilateral entre el Gobierno y el Eln?
El cese bilateral responde a la voluntad política de las dos partes. Además, la dejación de armas por parte de las Farc y su proceso de transformación en una fuerza política legal han promovido un estado de no guerra en el país, el cual no puede ser ignorado ni por el Gobierno ni por el Eln. Esta situación ha desencadenado una suerte de presión social positiva a favor del cese bilateral del fuego y las hostilidades.

Este paso era indispensable para avanzar en el desarrollo de la agenda que fue aprobada en la ciudad de Caracas el 30 de marzo de 2016. De modo pues que hay unas condiciones bastante favorables para el proceso.

¿Sin este cese al fuego sería muy difícil llegar a un acuerdo final con este grupo guerrillero?
Sí, porque el componente neural del proceso está dado por la participación de la sociedad civil, y esa participación debe desarrollarse en un marco de garantías; es decir, los ricos no participarán si existe el riesgo de que los secuestren o los amenazan, y los pobres tampoco lo harán si asesinan a sus líderes. Entonces, el Gobierno y el Eln deben proveer esas garantías para darle continuidad a este proceso de participación.

La campaña electoral que se avecina podría definir el futuro del proceso de paz, ¿qué mensaje quieren transmitirle el Gobierno y el Eln a la sociedad colombiana con el cese bilateral?
Ellos quieren poner el proceso en un punto de no retorno. De momento, el cese del fuego y las hostilidades bilateral es parcial y va hasta el mes de enero del 2018. Será necesario que la sociedad promueva una presión positiva; es decir, un conjunto de acciones e iniciativas no violentas, que permitan prorrogar ese esfuerzo hasta el 7 de agosto de 2018, de tal manera que el nuevo presidente de la República, sea quién sea, reciba el país en un estado de no guerra, en el que las Farc ya dejaron sus armas y están participando en política, y el Eln está en un proceso de diálogo con un cese de fuego bilateral instalado y en plena vigencia.

¿Cuáles son las regiones del país que se beneficiarán con este cese al fuego?
Son, fundamentalmente, las zonas donde está el Eln. El alivio lo sentirán en Arauca, Catatumbo, Sur de Bolívar, Chocó, la zona sur de Cauca, Nariño y parte del Valle. Además, a esto se suma la iniciativa que plantea el Gobierno para el sometimiento a la justicia de las Bacrim, del Clan del Golfo, lo que ayuda a redondear un clima positivo sobre todos los fenómenos de violencia: violencia política y revolucionaria, violencia marginal, delincuencial y criminal.

¿El Eln podrá garantizar que todas sus estructuras respeten el cese bilateral?
El Eln contempla el cese de todas las acciones hostiles: secuestros, voladuras de oleoductos, todo tipo de formas de constreñimiento a la sociedad, paros armados, presión económica. El comando central tendrá que hacer una gestión frente a las estructuras que tienen unos puntos de vista más radicales, lo que permitirá que esta guerrilla actúe de manera coordinada frente al cese bilateral del fuego que se pactó. Creo que es una prueba ácida en la que el comando central tiene que demostrar que sí tiene mando sobre la totalidad de las estructuras y que el Eln, a pesar de tener un comportamiento federado, mantiene una unidad nacional. Para esta organización guerrillera es fundamental demostrar esa unidad, solo así se garantizará el buen trámite de la agenda en la mesa de Quito.