Rutas del Conflicto es pionero en convertir la historia del conflicto armado en Colombia en información interactiva. Se trata de la primera base de datos periodística que, de manera multimedial, narra la cronología y la espacialidad de la lucha armada más reciente del país.

Por Elizabeth Otálvaro Vélez
Fotografías: Archivo – Rutas del Conflicto

En agosto de 1982 en el corregimiento El Tigre, del municipio de Amalfi, fueron asesinadas nueve personas a manos de los paramilitares al servicio de Fidel Castaño; en noviembre de 2013, también fueron nueve las víctimas que murieron tras los disparos en el bar Barra de la 44 de Cali, esta vez una acción atribuida a las bandas criminales emergentes. Respectivamente, se trata de la primera y la última de las casi 800 masacres registradas por la primera base de datos periodística que ha documentado el conflicto armado en Colombia: Rutas del Conflicto se convirtió en un portal web y a la vez en una aplicación para teléfonos móviles que se propone el uso de herramientas interactivas para hacer de los datos sobre las masacres sucedidas en el país una historia de acceso fácil, expedito, visual y amable.

Los inicios de este proyecto de periodismo de datos se encuentran en el cubrimiento hecho por el portal VerdadAbierta.com a los tribunales de Justicia y Paz, de donde surgieron productos periodísticos trabajados con profundidad y extensión, pero que no tuvieron la difusión esperada y, sobre todo, que no llegaron a las víctimas y poblaciones directamente implicadas con los hechos registrados por las sentencias de este modelo de justicia transicional, una vez los paramilitares se desmovilizaron. Rutas del Conflicto nació, así, de la necesidad de masificar la información que se recopiló en los estrados judiciales.

Fue entonces como el trabajo de Oscar Parra –líder de la iniciativa– y su equipo periodístico, desde el año 2013, consistió en traducir a datos la historia del conflicto armado colombiano a través de la proximidad generada por herramientas interactivas como la georreferenciación o las líneas de tiempo. Este proyecto, inicialmente, fue apoyado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) y VerdadAbierta.com, quienes, además, junto a los archivos de la Fiscalía, son las fuentes principales que aportaron a la construcción de la base de datos; por ejemplo, de las 1.982 masacres registradas por el CNMH fueron seleccionadas las descritas por Rutas del Conflicto entre 1982 y 2012.

Aunque el CNMH discrimina entre atentados contra objetivos civiles en lugares públicos, secuestro, minas antipersona, daños a bienes civiles, civiles muertos en acciones bélicas, asesinatos selectivos, ataques a poblaciones y masacres, es este último tipo de victimización el elegido por el proyecto como hito para representar los efectos de la lucha armada en Colombia, considerándolo, en consonancia con el informe ¡Basta Ya!, “un homicidio intencional de 4 o más personas en estado de indefensión y en iguales circunstancias de modo, tiempo y lugar, y que se distingue por la exposición pública de la violencia. Es perpetrada en presencia de otros o se visibiliza ante otros como espectáculo de horror. Es producto del encuentro brutal entre el poder absoluto del actor armado y la impotencia absoluta de las víctimas”.

Juana Callejas, periodista e integrante del equipo de Rutas del Conflicto, cuenta que una vez revisados los impactos de esta primera fase, a través de aplicaciones como Google Analytics, se cuestionaron la receptividad de la información, ya que sus visitas provenían de las principales ciudades del país y, en su mayoría, de personas de estratos 4, 5 y 6. Por ello, idearon una segunda fase; “Yo sobreviví” es el nombre de este anexo que busca trabajar en dos frentes: primero, corregir y precisar la información ya registrada, de la mano de las víctimas directas y, segundo, acercar el proyecto digital de formas más accesibles a las poblaciones mayormente afectadas por este hecho victimizante. Hasta el momento, de esta fase, han resultado 40 testimonios que retroalimentan la información.

Rutas del Conflicto1De esta manera, cada nueva fase ha surgido de la idea de un periodismo especialmente dispuesto a la construcción colectiva de la memoria histórica. Una tercera etapa tiene al municipio de Recetor en Casanare como modelo: “Mi Municipio” es el último capítulo, hasta el momento, de Rutas del Conflicto. Este aparece como reinvención tras la posibilidad de un posacuerdo y, según dice Callejas, no solo busca que la historia de ciertos municipios se narre de manera más detallada y completa, sino que, además, sirva de termómetro para saber cómo se avanza en temas de desminado humanitario, tenencia de la tierra, erradicación de cultivos ilícitos y los demás puntos que la agenda de La Habana propone.

“Ojalá en un futuro, aunque suene bastante ambicioso, Rutas pueda convertirse en la Wikipedia del conflicto armado colombiano”, es el anhelo que expresa Alejandro López, también periodista e integrante del equipo de trabajo; no lejos de tal esperanza, esta propuesta periodística ha sido citada en varias sentencias de la Fiscalía, una de ellas tras la desmovilización de los paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas de Urabá. Y si bien esto demuestra la credibilidad que ha adquirido Rutas del Conflicto, deja un sinsabor evidenciado por la pregunta que se hace Juana Callejas: “¿tan poca información tiene la Fiscalía, tan poca investigación, que citan a un medio de comunicación?”.

Lo cierto es que todos los esfuerzos de este proyecto buscan aportar a la verdad y al esclarecimiento de los hechos a los que la justicia penal responde de manera insuficiente, presentando una alternativa periodística capaz de impactar a través de formas interactivas y hacer de los datos del conflicto armado, aunque suene paradójico, una información más amena y agradable de leer.