Hace diez años surgió el proyecto periodístico Rutas del Conflicto. Su primera publicación fue una base de datos georreferenciada que incluía 730 masacres ocurridas entre 1982 y 2012. Esta iniciativa ha logrado durante estos años narrar las historias del conflicto interno colombiano a través de nuevos formatos. Hacemos Memoria conversó con Óscar Parra, director de Rutas, sobre sus orígenes y desafíos actuales. 

Por Fabián Uribe Betancur

Rutas del Conflicto surgió en marzo de 2014, como un medio de comunicación nativo digital, especializado en periodismo de datos e investigaciones sobre el conflicto armado. Una de sus primeras publicaciones fue una base de datos georreferenciada con 730 masacres ocurridas entre 1982 y 2012, perpetradas por diferentes actores armados.  

Para la elaboración del “Mapa de masacres” se tuvieron en cuenta las audiencias de los procesos de Justicia y Paz, documentos del portal Verdad Abierta, investigaciones realizadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), sentencias judiciales, registros de prensa y la base de datos de la revista Noche y Niebla, del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). 

A lo largo de esta década, Rutas del Conflicto ha logrado narrar el conflicto armado en Colombia a través de un periodismo ciudadano, en el que las comunidades de víctimas de la violencia han aportado a la construcción de bases de datos e investigaciones mediante sus relatos. 

Entre sus últimos productos periodísticos se destacan las bases de datos: Cartografía del conflicto, compuesta por el “Mapa de masacres”, la “Geografía del paramilitarismo” y “Yo sobreviví”; así como otras en alianza con medios de comunicación u organizaciones no gubernamentales, como “Ríos de vida y muerte”. Recientemente, también ha llevado el periodismo a otros ámbitos, como el teatro o las caminatas ecológicas, para explicar de otros modos a su audiencia qué hay detrás de cada investigación.

Además, gracias a su trabajo periodístico, este medio ha sido galardonado con ocho premios nacionales e internacionales. Uno de estos reconocimientos es el Premio de Periodismo de Datos como sitio web del año, otorgado por Global Editors Network en 2017. 

Presentación de los detalles acerca del desarrollo de la investigación “Carbono opaco: Waldrattung y los bonos de la discordia”, llevada a cabo durante una caminata ecológica en el municipio de Suesca, en Cundinamarca. Foto: Rutas del Conflicto.

Hacemos Memoria conversó con Óscar Parra, quien es ingeniero de sistemas, periodista y director de Rutas del Conflicto, para explorar el origen de esta iniciativa periodística y los desafíos que enfrentan en el futuro. 

¿Cómo surgió la idea de crear un medio de comunicación enfocado en el periodismo de datos y el periodismo ciudadano?  

Para esa época, yo era periodista de Verdad Abierta. Escuchaba a diario las audiencias de Justicia y Paz, donde los desmovilizados contaban un poco cómo se habían perpetrado las masacres. Entonces, me puse a pensar: sería interesante meter toda esa información en una base de datos y tratar de hacer un mapa mostrando los lugares afectados. 

En 2012, hice un piloto con los estudiantes de la Universidad del Rosario, y lo llevé a la entonces directora de Verdad Abierta, María Teresa Ronderos. A ella le sonó bastante la idea y lo llevó al Centro Nacional de Memoria Histórica. Allá decidieron financiar el proyecto. 

La página web se lanzó a finales de marzo de 2014, y desde ahí se volvió un proyecto independiente de Verdad Abierta y del Centro Nacional de Memoria Histórica, en el que se han explorado nuevas narrativas para contar el conflicto armado en Colombia, a través del periodismo de datos y en un trabajo conjunto con las comunidades.     

Durante estos diez años de Rutas del Conflicto, ¿cuáles han sido los hechos más significativos que han aportado al crecimiento del medio de comunicación?  

Inicialmente salimos con la base de datos. Luego comenzó otro proyecto que se llama “Yo sobreviví”, en el que tratamos de buscar los testimonios de personas que habían sobrevivido a esas masacres. Ahí creamos muchos espacios con las comunidades en zonas afectadas por la violencia para tratar de cocrear con ellos.  

En 2017, nosotros ganamos un premio de periodismo mundial de periodismo de datos; creo que esto nos dio un impulso muy grande para obtener apoyo económico. Ahí firmamos una alianza con la Universidad del Rosario para tener una sede, eso le dio mucha fuerza al trabajo de Rutas del Conflicto. Luego, nos hemos ido ampliando hacia otras miradas. Ahora tenemos una línea de trabajo ambiental, desde el 2018, con Mongabay, y otra de desaparición forzada con Consejo de Redacción, en la que hicimos un mapeo de riesgo en Colombia de donde se han encontrado cuerpos de personas dadas por desaparecidas. Este último proyecto fue uno de los insumos para que la JEP declarara una parte del río Cauca como víctima.  

¿Qué dificultades han enfrentado por su trabajo periodístico? 

Uno de los hechos desafortunados que hemos vivido durante estos diez años tiene que ver con la base de datos de convenios que tiene el Ejército Nacional con empresas petroleras y mineras; es una base de 300 convenios que publicamos en 2019. A raíz de esa publicación tuvimos un perfilamiento del Ejército a todo el equipo de Rutas del Conflicto. Esto nos afectó en temas de libertad de prensa, pero afortunadamente hemos podido superar la situación y seguir. Aquí estamos trabajando.  

¿Cómo convergen el periodismo de datos y el periodismo ciudadano en Rutas del Conflicto? 

¡Aquí hay de todo! También tenemos otros experimentos narrativos. Pero el periodismo de datos fue nuestra base inicial, y desde ahí nos ha caracterizado en cuanto a la construcción de bases de datos que no existen y que se construyen a partir del periodismo para contar información.  

En ocasiones estos datos surgen de información judicial y académica, pero muchas veces falta contrastarlos con las comunidades. Por esta razón, sentimos que las voces de las comunidades son importantes para el chequeo de los datos; un ejemplo de ello es el proyecto “Yo sobreviví”, en el que las personas nos ayudaron a ajustar esos datos de las masacres y contar sus propias historias.  

La otra línea que tenemos, y que hemos venido experimentado en los últimos tres años, es cómo a partir de espacios por fuera de lo digital podemos contar historias de investigación. Tenemos un espacio de teatro en el que, a partir de las experiencias propias de los periodistas, se cuentan los detalles de las investigaciones. También tenemos caminatas en las que se cuenta lo que hay detrás de las investigaciones sobre delitos ambientales.  

¿Cómo fue el proceso de creación de “Cartografías del conflicto”, un proyecto que comprende la elaboración del “Mapa sobre masacres”, la “Geografía del paramilitarismo”, y los testimonios de “Yo sobreviví”?

Este fue un proceso de experimentación. Soy ingeniero de sistemas, ya llevo 21 como periodista. Entonces sentía que había herramientas digitales que permitían contar esto de otra forma. El elemento geográfico es superclave para entender el conflicto armado, entonces creemos que las bases de datos georreferenciadas pueden construir mapas que pueden explicar un poco más el conflicto armado en Colombia. Desde ahí surgen mapas como el de las masacres, la expansión del paramilitarismo, la base de datos “Ríos de vida y muerte” y otros más, que cuentan lo ocurrido tristemente en este país.  

¿Cómo ha sido la experiencia de trasladar el periodismo de la web a al teatro y a las caminatas, para compartir con las audiencias las investigaciones que ustedes realizan? 

En algún momento también pensamos más allá de lo digital. También sería importante construir otro tipo de entornos con nuestra audiencia, utilizando una narrativa oral. Porque el número de likes que pueda tener una nota, no es garantía de que las personas fueron y leyeron la nota completa o que la entendieron.   

Entonces empezamos a explorar y experimentar. Ahí también surgió algo, y es que nosotros venimos de una escuela de periodismo donde el periodista no aparece en el texto. Nos pareció interesante que a partir de la anécdota periodística y un montón de cosas que a veces no la colocamos en el texto tratar de explicar a las audiencias en detalle lo que habían investigado. Creamos este formato de estándar periodístico de “Rutas en vivo”. También nos dimos cuenta de que podíamos contar historias sobre problemas ambientales a través de las caminatas. 

¿Qué retos vienen a futuro para Rutas de Conflicto? 

Tratar de generar modelos para financiar el proyecto, seguir tratando de ser innovadores y seguir aportando al esclarecimiento de la verdad o de las verdades en el conflicto en Colombia. Durante estos años hemos recopilado mucha información; uno de los desafíos es guardarla para que no se pierda, porque tenemos una responsabilidad muy grande con las comunidades que han aportado sus testimonios.