El grupo Memoria Chocoana rescata, a través de los cantos tradicionales del Pacífico, las costumbres de un pueblo que por diversas circunstancias ha tenido que migrar a la ciudad, y se niega a olvidar a sus ancestros.

Por Juliana Builes Aristizábal 

Foto: Luis Eduardo Giraldo 

Todos los domingos, en el kiosco comunal del barrio Nuevo Amanecer en el corregimiento de Altavista, el ambiente se llena de ritmo. Los tambores resuenan con fuerza, acompañados por las melodías del repertorio musical de Memoria Chocoana, que abarca diferentes emociones y momentos de la vida. 

Las cantaoras calientan sus voces con los arrullos, que son canciones de cuna; luego suenan los gualices, en honor a los niños que partieron demasiado temprano, antes de cumplir los diez años de edad; después se oyen los alabaos, composiciones que acompañan en el duelo a las familias de los adultos que fallecen. Finalmente, se escucha una combinación de música del Pacífico, como los currulaos, el bunde y la chirimía. 

Memoria Chocoana es un colectivo musical en el que personas de la comunidad afro que habitan el corregimiento de Altavista en Medellín, se unen para evocar y continuar las tradiciones ancestrales de su cultura. En la sala de uno de sus vecinos, se alza la voz de Luz Esneda Quinto, la directora del colectivo musical. 

Luz Esneda llegó desde Quibdó al barrio Mano de Dios en Medellín en el año 2000, buscando una oportunidad para mejorar su calidad de vida. A lo largo de los años, estudió diversos programas académicos y se desempeñó como auxiliar de enfermería. Desde el colegio fue líder social y, tras haberse enamorado del activismo comunitario, decidió matricularse en la carrera de Trabajo Social para aportar más conocimiento al proyecto de Memoria Chocoana, en el que hoy persiste como líder. 

La mayoría de los integrantes del colectivo son oriundos del Chocó, un departamento que ha vivido casi cuatro décadas con los horrores de la guerra. Según el Registro Único de Víctimas (RUV), 3514 personas fueron víctimas de desplazamiento forzado en el departamento del Chocó entre 1985 y 2023. 

Varios de los integrantes de Memoria Chocoana tuvieron que abandonar su territorio por causas relacionadas con el conflicto armado en la región. Por esto, las canciones que componen llevan consigo la esencia y la historia de los afrocolombianos que fueron desplazados forzosamente de su tierra y se encontraron con las dinámicas de una gran ciudad. 

Para Luz Esneda, el significado de Memoria Chocoana tiene que ver con la juntanza. “Más que decirle a la sociedad ‘aquí estamos y queremos hacer memoria’, es preguntarnos a nosotros mismos: ¿qué significa esa memoria de nuestros ancestros y cómo eso nos ha permitido mantenernos juntos, a pesar de todo lo que hemos vivido?”, afirma la directora del colectivo. 

 De Mano de Dios a Nuevo Amanecer  

Las laderas de Villa Hermosa, comuna 8 de Medellín, fue el lugar donde un sinnúmero de familias desplazadas por causa del conflicto armado se asentaron de manera irregular a finales de los años 90. En un terreno perteneciente al Municipio, empezaron a construir con tejas de zinc y recortes de madera los que serían sus hogares. 

Sin embargo, el 6 de marzo de 2003, un incendio consumió el barrio que ellos llamaron Mano de Dios. Las llamas arrasaron con todo a su paso, dejando un panorama desolador: 500 viviendas reducidas a cenizas y 709 familias damnificadas, entre ellas la familia de Luz Esneda.  

La reubicación se hizo necesaria y, en el año 2005, los otrora habitantes de Mano de Dios fueron trasladados a Nuevo Amanecer, un barrio en la comuna 70 de Medellín, dentro del corregimiento de Altavista. Pequeñas casas de dos pisos construidas con ladrillos se convirtieron en su nuevo hogar.  

Para varios de los integrantes del colectivo ya este era su segundo desplazamiento, sin embargo, fue en Nuevo Amanecer donde Memoria Chocoana encontró un espacio para que su música pudiera resonar con fuerza. “Nuestro objetivo es promover la diversidad cultural y rescatarla a través de la memoria, con música, danza y gastronomía”, cuenta la directora del proyecto. Llevan 17 años construyendo desde la diferencia y creyendo en el poder de la cultura afrocolombiana, en compañía de otras organizaciones culturales y sociales establecidas en Altavista.   

Sus canciones se presentan en espacios culturales y de memoria. Este año, por ejemplo, participaron en la Semana de las Memorias de Altavista, acompañando con alabaos la obra de teatro 1996, sobre la masacre de 16 jóvenes perpetrada por paramilitares en el corregimiento el 29 de junio de 1996.   

La lucha contra la discriminación también es una tarea que se ha puesto en marcha, y para Luz Esneda Quinto, que las nuevas generaciones conozcan sus raíces se volvió un pilar dentro de Memoria Chocoana. Al respecto, la directora del proyecto añadió: “Consideramos que para mejorar la convivencia y la armonía de nuestra sociedad es importante que volvamos a nuestras raíces, por eso también tenemos un proyecto llamado Cantos a mis Raíces, que va dirigido a las instituciones educativas”. En estos talleres se indaga sobre las costumbres y tradiciones no solo del pueblo negro, sino también de todas las etnias que confluyen en la ciudad, como una herramienta que busca la integración.  

Hoy en día, Memoria Chocoana encuentra sustento en su proyecto productivo “Pasteles y tamales armados a tu gusto”, una iniciativa nacida durante la pandemia para brindar apoyo económico a los integrantes del colectivo. Este año, fueron galardonados con el proyecto Kaizen, una iniciativa respaldada por la Alcaldía de Medellín que busca fortalecer la economía local a través de la capacitación y el desarrollo personal.  

La música ha permitido transmitir las memorias de sus costumbres y tomar una postura que se repite en cada presentación. Las canciones no tienen color y la tarea de continuar con sus tradiciones es una forma de resistir en un país que los ha desplazado en muchas ocasiones.