El grupo Memoria Chocoana rescata, a través de los cantos tradicionales del Pacífico, las costumbres de un pueblo que por diversas circunstancias ha tenido que migrar a la ciudad, y se niega a olvidar a sus ancestros.
Desde febrero de 2020 se agudizaron los hostigamientos contra los habitantes del Consejo Comunitario de La Larga y Tumaradó, donde en los últimos nueve años han asesinado a cuatro líderes reclamantes de tierras y se han desplazado 25 familias.
El teatro de guadua construido en el ETCR Silver Vidal Mora y el festival que allí se celebra cada año, se ha convertido en un punto de encuentro no solo para la comunidad que habita ese espacio sino para otras cercanas a la cuenca del río Curvaradó.
El documento contiene pruebas y testimonios sobre violencia, desplazamiento forzado y despojo de tierras en la región durante el periodo 1995 – 2016. Los crímenes comprometen la participación de terceros civiles.
El domingo 25 de marzo, después de un año dedicado a hablar de paz y reconciliación en distintos escenarios del país, Antún Ramos retomó sus labores como sacerdote en el municipio de Lloró, Chocó. Una región en la que, asegura, son tangibles los efectos del Acuerdo de paz con las Farc. Sin embargo, reconoce que el conflicto armado sigue vigente debido a la confrontación entre el Eln, las Bacrim y la fuerza pública.
Las periodistas Patricia Nieto y Natalia Botero vivieron una situación de “obstrucción a la labor periodística” cuando se encontraban en Bojayá, Chocó, reporteando el inicio de las exhumaciones que adelanta la Fiscalía General de la Nación. Esta vez, quienes impidieron su trabajo no fueron los actores armados, sino miembros de la sociedad civil. ¿Cómo entender esta vulneración? ¿Qué implicaciones puede tener para la labor de la prensa en el contexto actual de posacuerdo? ¿Debe modificarse la relación entre periodistas y fuentes? Hacemos Memoria propone un debate al respecto para que ningún derecho resulte afectado. Por Margarita Isaza Velásquez Después de siete días de permanecer en Bojayá, Chocó, la periodista Patricia Nieto alcanzó a llenar un cuaderno de notas. Escribió nombres y fechas, apuntó números telefónicos, describió lugares y situaciones, hizo dibujos, trató de ser fiel a las palabras que escuchaba, pero volvió a Medellín con una sensación amarga, la de no haber podido avanzar en el trabajo periodístico que se había propuesto: conocer de cerca y registrar el proceso social, político y judicial que implica la segunda exhumación de los restos de las 119 personas sepultadas en el cementerio municipal después de la masacre del 2 de mayo de 2002. […]