La obra, instalada por la policía como medida de reparación luego de que la justicia comprobara su complicidad con este grupo paramilitar, causa insatisfacción e indiferencia, y no cumple el objetivo de generar conciencia y memoria, expresaron fuentes consultadas por Hacemos Memoria.

 

Texto y fotos: Pompilio Peña Montoya y Yhobán Hernández

Ante el deterioro y la insatisfacción que genera en algunos habitantes, la escultura Fuente de vida, instalada en el parque principal de Yarumal para conmemorar a víctimas del grupo paramilitar ‘Los Doce Apóstoles’, podría ser trasladada a otro espacio del municipio. Al menos eso fue lo que le dijo el alcalde, Miguel Ángel Peláez, a la artista plástica Olga Inés Arango, autora de la obra.

Según la artista, el alcalde se comunicó con ella a principios del 2021 para sugerirle la necesidad de restaurar la escultura que está deteriorada por el paso del tiempo y, al parecer, por golpes y rompimientos deliberados; y consultarle su opinión acerca de una eventual reubicación.

¿Qué pasa con este lugar de memoria que recuerda los orígenes del paramilitarismo en el Norte de Antioquia, que implica a la fuerza pública y a personas como el hoy detenido Santiago Uribe, hermano del expresidente Álvaro Uribe Vélez? Hacemos Memoria viajó a Yarumal y consultó a autoridades, víctimas y habitantes del municipio.

 

La escultura, ¿deteriorada o dañada?

Así luce hoy la pierna izquierda de la escultura Fuente de Vida que presenta daños causados por el paso del tiempo y por la acción humana.

La escultura Fuente de vida fue instalada en Yarumal por la Policía Nacional y el Ministerio de Defensa, en un evento público el 4 de diciembre del 2014, luego de que en sentencia del 13 de junio del 2013, el Consejo de Estado condenara a ambas instituciones por su responsabilidad en los asesinatos selectivos de habitantes del municipio a manos de ‘Los Doce Apóstoles’. El Consejo de Estado les ordenó, como medida de reparación a los familiares de las víctimas, crear en el parque principal de esta población un “monumento alegórico a la vida”.

La creadora de la obra fue la escultora antioqueña Olga Arango Posada, quien se ganó la convocatoria que abrió la policía para diseñar y construir el monumento: una mujer que representa los valores de la madre como fuente de vida. “El vientre abierto es la constancia de que en la mujer hay un nacimiento y por eso allí hay una fuente de agua, que simboliza la vida, además el agua limpia y sana; atrás de la mujer hay una estrella, es la luz que podía tener el pueblo para renovarse de nuevo; también hay fuego (en una antorcha que lleva la mujer en su mano derecha), porque de las cenizas empiezan a crecer otras ilusiones, a renovare todo; y hay un círculo (que rodea la escultura), insinuando que la mujer está rompiendo horizontes, está comenzando una nueva vida”, explicó la artista.

Pero en la actualidad la fuente de agua no funciona, el ocre brillante que recubría la figura de la mujer es ahora un amarillo opaco, raspado, sucio que se acentúa en el cabello y en el rostro; y la pierna izquierda está mutilada en su parte inferior, dejando al descubierto parte del material con el que está elaborada la obra: fibra de vidrio, una tubería por donde subía el agua hasta el vientre y la varilla de hierro que soporta la escultura.

Cuando se enteró del estado de la obra, la artista, que vive en Medellín, indagó con personas de Yarumal acerca de lo que pasaba, y algunas de ellas, de quienes reservó su identidad, le aseguraron que un hombre ha intentado destruirla a golpes en las noches, versión que coincide con lo que, según la artista, le refirió el mandatario local de manera telefónica.

La fuente donde caía el agua que fluía del vientre de la escultura, hoy está convertida en un depósito de basuras.

No obstante, el secretario de Gobierno de Yarumal, Carlos Mauricio Restrepo, le aseguró a Hacemos Memoria que nunca ha visto ni ha escuchado decir que alguien la esté dañando: “Es curioso, si fuera lo que dice ella (la artista) pues empezarían con los dos pies y mira que un pie está intacto. Entonces yo pensaría que es más la acción del tiempo y del agua. La fuente a veces se enciende y todo eso, y el mismo material en que se construyó no permite que la escultura esté en buen estado”. Lo cierto es que, desde su instalación hace siete años, ninguna administración le ha hecho mantenimiento, agregó el funcionario.

Por su parte, la lideresa de víctimas de Yarumal, Aura Rosa Hernández, integrante del Comité de Desplazados del Norte de Antioquia (Codesna), aseguró que algunas personas han ido arrancándole pedazos a la escultura pensando que podría contener bronce, un metal que puede ser revendido: “lo que pasa es que aquí la gente cree que todo lo que brilla es oro”, afirmó.

Sin embargo, el abogado yarumaleño Sergio Mesa Cárdenas, quien ha investigado a profundidad los orígenes del paramilitarismo en el Norte de Antioquia, piensa que el daño a la escultura sí es deliberado y se relaciona, en parte, con el hecho de que la comunidad no se ha apropiado de este lugar de memoria. Según él, “en cierta forma significa una negación de un conflicto que, durante más de una década y media, desde los noventa hasta el 2005, impactó a Yarumal, como es el tema del paramilitarismo, primero con el grupo paramilitar conocido como ‘Los Doce Apóstoles’ en sus diferentes facetas, luego con el bloque Mineros”, de las Autodefensas Unidas de Colombia.

 

¿Una memoria incómoda?

De acuerdo con un informe del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía, citado en la sentencia del Consejo de Estado del 2013: “Los Doce Apóstoles fueron financiados por los comerciantes de la región, además de tener el apoyo irrestricto de miembros de la Policía Nacional, miembros del Ejército y un Sacerdote Católico de la Iglesia de la Merced (se dice que por lo anterior fue que recibió el nombre de Los Doce Apóstoles); inicialmente uno de los objetivos del grupo de autodefensas era exterminar a delincuentes, viciosos, expendedores de droga, prostitutas y raponeros; para consumar tales hechos el grupo y sus sicarios tuvo que realizar matanzas y masacres selectivas en el perímetro urbano y rural del municipio de Yarumal y Santa Rosa de Osos”.

El sacerdote que menciona la Fiscalía era el padre Gonzalo Javier Palacio, quien murió en septiembre del 2020 a sus 87 años, cuando aún era investigado por su presunta relación con la creación de ‘Los Doce Apóstoles’, acusación que también pesa sobre el ganadero Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien en la actualidad se encuentra detenido y a la espera de un fallo de absolución o condena.

Ahora bien, específicamente en la sentencia del Consejo de Estado, ese organismo le ordenó a la Nación reparar a la familia de Ovidio Adolfo Ardila Elorza, un joven de 19 años que trabajaba como latonero en un taller del municipio y que fue asesinado por ‘Los Doce Apóstoles’ el 29 de septiembre de 1993, y le exigió construir “un monumento alegórico a la vida (…)  toda vez que frente a crímenes de esta naturaleza el remordimiento por la muerte pertenece a la memoria colectiva de una sociedad, para que hechos como esos no se repitan jamás”.

Secretario de Gobierno de Yarumal, Carlos Mauricio Restrepo.

Pero después de que el monumento se entregó a la comunidad, la figura alegórica quedó envuelta por una indiferencia que la despojó de su significado e, incluso, la ha convertido en objeto de burlas. “Dicen que es la miona, porque ahí hay una fuente”, comentó el secretario de Gobierno de Yarumal acerca de la manera como algunos habitantes del municipio se refieren a la Fuente de vida. “Yo pienso que algo tan importante para la comunidad, como es la generación de memoria histórica, no debería generar bromas, sino generar un respeto. Usted se para frente al busto de Epifanio Mejía y genera respeto, ese es el autor del himno antioqueño. Se para junto a la otra (la escultura Fuente de vida); “la miona”, esto, lo otro, la pati yo no sé qué, eso le tienen un montón de sobrenombres, pero no genera ese respeto que debiera generar una escultura construida para tal fin”, expresó el funcionario.

El secretario de Gobierno calificó como una imposición la orden del Consejo de Estado de poner la escultura en el parque principal, pues considera que esta quedaría mejor en un lugar dedicado exclusivamente a la memoria de las víctimas del conflicto, que podría construir el municipio. Anotó que lo que pasa realmente con este monumento es que “no representa a la comunidad, no fue concertada con la comunidad, de alguna forma no identifica, más que todo a las víctimas de ese conflicto o de los inicios del paramilitarismo en Colombia, que fue el clan de ‘Los Doce Apóstoles’”.

Municipio de Yarumal, Norte de Antioquia.

Para Aura Rosa Hernández, lo que sucede con la escultura coincide con la intensión de muchas personas de no aceptar el pasado de violencia de este grupo paramilitar que actuó en su municipio. Según ella, existen tres factores que hoy dificultan que este monumento sea un lugar de memoria histórica para el municipio: el primero es que la obra no fue socializada con las organizaciones de víctimas de Yarumal ni antes ni después de que se instalara. El segundo, es que su creación no fue concertada con las víctimas, por lo que su representación simbólica no recoge el sentir de los sobrevivientes y familiares de quienes fueron asesinados o desaparecidos por este grupo paramilitar. Y el tercero, es el hecho de que la policía fuera el organismo que la colocó pues, según ella, esto provocó indiferencia e incomodidad.

Con este último asunto coincidió la artista Olga Arango, quien recordó que la instalación de la obra en Yarumal le causó mucha angustia: “Yo llegué allá con la ilusión de que la obra iba a impactar por lo que era. Pero la gente se dio cuenta de que el evento era de la Policía Nacional y comenzó a actuar de una manera muy desinteresada, más con rabia que con satisfacción, no le ponían atención. Así que, para mí, dejar la obra fue muy triste, fue un velorio, porque pensé que ese no iba a ser el punto en donde la pudieran valorar”.

La artista también reconoció que la iconografía de la obra no fue discutida ni socializada previamente con las víctimas del municipio, porque el proceso de creación respondió a una convocatoria en la que la misma policía dispuso los parámetros a los que debía responder la creación artística y eligió el proyecto que ella presentó.

 

¿Memorias superpuestas?

Un aspecto particular de la Fuente de vida es que la placa que debería describir el monumento, y que está en la base de la escultura, es casi imposible leer. Y en vez de nombrar a las víctimas dice: “Monumento alegórico a la vida, Policía Nacional de Colombia”. Además, no hace alusión al grupo paramilitar y mucho menos a la relación de la policía con esta estructura armada ilegal que, según recordó el abogado Sergio Mesa refiriendo datos de la Fiscalía, asesinó a 533 personas en las subregiones del Norte y Nordeste de Antioquia, en municipios como Yarumal, Gómez Plata, Carolina del Príncipe, Angostura, Anorí, Amalfi y Campamento.

La placa del monumento Fuente de vida no se puede leer adecuadamente por su ubicación y por el deterioro que sufre. Además no da información que haga alusión a las víctimas, ni a los hechos, ni a los responsables, en una especie de silenciamiento sobre la violencia que ejercieron Los Doce Apóstoles y la responsabilidad de la fuerza pública.

En cambio, en uno de los muros donde está instalada la escultura, hoy es posible ver y leer con claridad tres placas que detallan de manera contundente hechos, víctimas, instituciones o responsables de crímenes de lesa humanidad. A la derecha, una placa negra, puesta en noviembre del 2006, con un mensaje de reconocimiento a la “magna obra” de la Corporación Autónoma Ambiental de Antioquia (Corantioquia) por su trabajo en Yarumal. La del centro, instalada el 9 de abril del 2018, dice: “Por la memoria, la vida y dignidad de las víctimas del conflicto armado en Yarumal Antioquia, 1997 – 1998” . Según un comunicado de la alcaldía publicado ese día, esta placa se hizo para conmemorar “20 años de una época de violencia que acabó con la vida de 29 personas entre febrero de 1997 y abril de 1998, en hechos cometidos por el Bloque Mineros y liderado por Rodrigo Pérez Alzate”.

Por último, a la izquierda, una placa encabezada por los escudos del Ejército Nacional y del Municipio de Yarumal, cuyo mensaje dice: “Yarumal rinde perenne homenaje a sus hijos caídos en la defensa de nuestra patria”, el cual está acompañado de una lista con los nombres de doce integrantes del Ejército muertos entre los años 2000 y 2009, y una consigna que enaltece la vida militar.

Situaciones como ésta, se suman a la polémica que genera la Fuente de vida y a un problema mayor que hoy tiene Yarumal según Sergio Mesa: “La falta de apropiación de la memoria sobre ‘Los Doce Apóstoles’, lo que hace que en cierta forma la administración vea la escultura como un monumento que no tiene ninguna simbología, que en este momento se encuentra mutilado y que la mayoría de la población no sabe qué significa”.

 

Un llamado a trabajar por la memoria

Para Juan Felipe Botero, personero de Yarumal entre los años 2012 y 2020, quien estuvo presente en la instalación de la Fuente de vida, el principal problema con este monumento a las víctimas de ‘Los Doce Apóstoles’ es que no ha existido un verdadero trabajo de pedagogía de la memoria. Según él, ninguna entidad que trabaja en pro de las víctimas del conflicto realizó ni antes ni después de la puesta de la obra una pedagogía sobre ella, su significado, su simbología y su importancia como dispositivo de recordación de una violencia que no debe repetirse.

El exfuncionario añadió que hoy más que nunca es urgente una pedagogía alrededor de la memoria de las víctimas, que debe ser implementada en escuelas y colegios, ya que las nuevas generaciones crecen desconociendo la crueldad y las motivaciones que llevaron a ‘Los Doce Apóstoles’, y otras agrupaciones paramilitares, a realizar no solo asesinatos, sino también torturas, secuestros, amenazas y masacres.

Sobre este asunto, el secretario de gobierno de Yarumal manifestó que en el actual plan de desarrollo municipal se tiene prevista la construcción de un Aula del Nunca Más en la que ya se está trabajando con la recolección de documentación y material de exhibición en el que se podrá apreciar y aprender sobre el pasado violento del pueblo, con una alta carga de pedagogía sobre la memoria y su importancia para la transformación positiva del territorio. A ello se sumarían una serie de cartillas sobre cultura y convivencia ciudadana que hará énfasis en la memoria.

El funcionario dijo también que, entre los planes de mediano plazo de la Alcaldía actual, está la remodelación del parque principal y esto “podría ser esa una buena oportunidad para cambiar de lugar esa escultura, ponerla de pronto en otro parque y buscar más bien que allí se organice algo especial de la memoria, que impacte más realmente y que identifique más a la comunidad, que no sea solamente esa escultura”.

En ese sentido, para la lideresa de víctimas Aura Rosa es importante restaurar la obra que hoy está en el olvido y hacer que la alcaldía y la Unidad de Víctimas lleven a cabo campañas pedagógicas de concientización sobre el monumento, de tal modo que personas de todas las edades en Yarumal puedan apropiarse de éste y de la historia del pueblo.

Pero la tarea no es fácil, reconoció Aura Rosa, porque el proceso de hacer memoria en esta población confronta a quienes que aún creen que el accionar de ‘Los Doce Apóstoles’ fue necesario, a quienes a pesar de ser víctimas quieren olvidar y a quienes les es del todo indiferente este pasado de violencia y las víctimas que dejó.

Por su parte, la artista Olga Inés Arango, concluyó diciendo que lo mejor que podría hacerse es una restauración total de la obra y, frente a la idea de que sea trasladada de lugar, manifestó que lo único que le interesa es que su creación esté en un sitio en donde se pueda apreciar en su conjunto, con sus luces y su fuente, y en el que quizás esté acompañada de otras obras de arte más explicitas que hagan referencia a la honra de las víctimas. Sin embargo, hasta la publicación de este artículo, la artista dijo no haber recibido más llamadas de la administración municipal para abordar nuevamente el tema.