Sol y Denisse son dos jóvenes tibuyanas que se unieron para crear el grupo Motilonas Rap que transmitiera las emociones y sentimientos del Catatumbo, que exaltara a las personas que lo habitan, sus paisajes, su historia y sus memorias.

 

Texto y fotos por: Ángela Martin Laiton- Pacificultor

Nací rapera entre selvas y fui criada en comunidad

Tibú es uno de los municipios más importantes de Norte de Santander, construido a partir de la explotación petrolífera, tristemente célebre en los procesos del conflicto, inundado de monocultivos de coca y palma africana. Tibú también es la puerta de la biodiversidad del Catatumbo: los ríos que corren con fuerza; una rampuchada humeando a orillas del río Catatumbo, el hogar de los Barí; las golondrinas volando en bandada cuando cae la tarde sobre el parque principal; los atardeceres naranjas y rosas que caen sobre las casas; la gente trabajadora, brava y luchadora que no quiere dejar su territorio en manos de los violentos.

Allí, en el barrio Luis Madrid Merlano, nacieron y crecieron Sol Johana Ortega Cabarico y su prima Denisse Aleyda Cáceres Cabarico, ninguna de las dos tiene más de 26 años y ya ocupan un lugar importante en la escena rapera de Colombia. Cuando Sol tenía seis años acompañaba a su papá a las fincas para ver ganado. En esos viajes se enamoró de la vida, de la lucha campesina y de los liderazgos en los territorios. Hablaba con la gente, caminaba bajo el sol inclemente y supo que el suyo era un territorio que necesitaba una segunda oportunidad.

Denisse, en cambio, creció viendo con admiración la tenacidad y liderazgo de sus padres, ambos fueron presidentes en la Junta de Acción Comunal, razón por la que se formó en medio de las dinámicas colectivas de su barrio: asistía a reuniones, participaba de los escenarios, siempre estaba involucrada con su comunidad. A medida que pasaron los años, sus inquietudes siguieron creciendo y se vinculó a “La legión del afecto”, un colectivo de jóvenes en el que trabajaban acompañando a las comunidades, como ellos dicen: “desde la piel”, una dinámica que consiste en llegar a las comunidades sin avisar, con música, con baile, con alegría, para escuchar las necesidades, las problemáticas y trabajar de forma mancomunada.

«Toda mi vida he vivido en Tibú, mis papás son de ascendencia campesina, mis abuelos y los de Sol también son campesinos, me gusta mucho ir al campo donde mi abuela, acompañarla, escuchar sus historias. En el colegio nunca fui la mejor, pero sí era muy juiciosa, solo que nunca dejé pasar las situaciones que no me gustaran», contó Denisse.

«Nosotras somos primas hermanas, aproximadamente desde hace 11 años nos interesamos en la música rap, en trabajar las problemáticas sociales desde la música y el arte. Decidimos hacer hip-hop porque nos da la libertad de expresar lo que queremos decir y de aportar más allá de entretener a un público», expresó Sol mientras recuerda que conocieron el rap por un vecino que llegó al barrio desde Medellín con el atuendo y la música. Al principio escucharon por curiosidad, después supieron que era la forma en la que querían expresar sus ideas.

«Teníamos una gran necesidad de expresarnos, de escribir lo que ocurría en ese entonces. De niñas vivimos muchas situaciones del conflicto armado aquí en Tibú, del miedo, de la zozobra y de la desconfianza, entonces lo que hicimos fue contar historias a través de la música. Así fue como nació el álbum Ishtana, contando lo que los vecinos decían, lo que se vivía en el Catatumbo, concluyó Sol.

Sol y Denisse, como cada catatumbero y catatumbera, han vivido las consecuencias del conflicto armado en el territorio, el mismo que han conocido a través de su compromiso con las comunidades y el trabajo social, esa es la fuente de inspiración para sus canciones, sin embargo, en muchas de ellas han optado también por romper el estigma que se tiene hacia afuera con el Catatumbo, narrándolo desde su riqueza natural, social y cultural. «Motilonas Rap maneja dos líneas pilares en su música, por decirlo así, y son: las raíces y la resistencia. A partir de eso, nosotras empezamos a crear proyectos, en este caso, Ishtana, que es nuestro primer álbum, habla de las realidades que se viven en el Catatumbo desde 1999 hasta 2008, cuando terminamos de grabarlo. Las temáticas que se manejan en ese álbum son el desplazamiento forzado, la masacres que hubo en el corregimiento de La Gabarra y en el casco urbano de Tibú, habla de la palma de aceite y la siembra de coca, cómo se crea el municipio de Tibú, qué es lo que se cultiva en Tibú y de qué se vive realmente aquí», recordó Denisse.

 

Por el amor y la fe, mi hermano, borremos los estigmas, mejor démonos la mano

«Hay una canción que me gusta mucho, se llama Resiste, nos sirvió para hablar de los líderes del municipio de Tibú, en este caso nombramos a algunos viejos que viven hace mucho tiempo aquí y sufrieron la arremetida de los paramilitares, son líderes fuertes, uno de ellos murió el año pasado y quisimos contar cómo esa gente se paró y estuvo en lucha para la defensa de los derechos humanos. Hablamos de nuestras raíces campesinas, de nuestros orígenes y hablamos de la lucha del campesino, en este caso de las movilizaciones y paros que han hecho para que se les escuchen sus problemáticas, para que se les reconozca como sujetos de derecho», manifestó Denisse.

Uno de los temas predominantes en sus canciones también es el de la lucha y resistencia del pueblo Barí en el Catatumbo. El nombre del grupo es tomado, incluso, de la forma como denominaron a los Barí en la colonización del territorio. Para Sol y Denisse, la primera referencia en defensa de la vida que se hace en el Catatumbo es la de este pueblo indígena, quienes continúan defendiendo su territorio con fiereza del extractivismo y los actores armados.

«Hablamos de la comunidad indígena Barí porque son un gran ejemplo, de ellos hemos aprendido mucho sobre la defensa del territorio, tema que abarca muchas de nuestras canciones porque está presente constantemente en nuestras vidas. Aprendimos de todas las luchas campesinas e indígenas que se llevan en el Catatumbo. Después hemos tenido algunas experiencias nacionales y notamos que la realidad de muchos lugares es parecida a la del Catatumbo, así nace una canción que se llama Guaviare y esta canción también habla de la tierra ancestral, de las necesidades y realidades de este territorio», afirmó Denisse.

 

Catatumbo, región, amor sin rumbo

«Cuando nosotras empezamos a hacer rap, a escribir y cantar las canciones que hablaban del conflicto en el Catatumbo, eran muy propias del territorio, nos dimos cuenta de algo y es que a la gente le da miedo y vergüenza decir que es del Catatumbo cuando está en otra ciudad. Cuando uno salía del Catatumbo a Cúcuta, no muy lejos, le decían a uno: usted es guerrillero o la gente no se le acercaba a uno, o hacían bromas muy pesadas con el tema, siempre nos comparan con la guerrilla o con ser raspachín, o con que uno  trabaja con la coca, o con que uno es malo. Antes ese estigma era mucho más fuerte, aunque todavía se mantiene. Cuando empezamos a ver esa situación, nosotras quisimos hacer sentir a la gente orgullosa de lo que realmente es el Catatumbo, romper esos estigmas o etiquetas y decir «no, somos mucho más que eso, existen estas situaciones» y pues necesitamos cambiarlas desde el lenguaje también», explicó Denisse.

Por su parte, Sol agregó: «Queremos que la gente del pueblo entienda quiénes somos y qué podemos dar, por eso partimos desde el reconocimiento del pueblo originario Barí, luego desde lo que sabemos hacer más allá de la coca, nosotros somos cultivadores de plátano, de cacao, mostrarnos por lo que realmente somos y por lo que hacemos, resaltar el campesinado y la labor de las mujeres y los hombres campesinos».

 


*Este texto fue publicado originalmente en julio del 2021 en la tercera edición del periódico Pacificultor.