El documental, producido por la Mesa de Víctimas de este municipio del Nordeste antioqueño, cuenta parte de la vida de Patricia Atehortúa y Luz Mery López, campesinas sobrevivientes del conflicto armado en Colombia.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Portada Patricia Atheourtúa. Captura de Youtube Misión de Verificación de la ONU en Colombia

Cuando se encontraba sola en el lugar en el que su opresor la encerró, Patricia Atehortúa cerraba los ojos y escuchaba atentamente la inmensidad de la naturaleza que la rodeaba: el canto alegre de las aves en la mañana y el chillido de los insectos en las noches, así como el rosar de las hojas de los árboles y la hierba. Encogía el cuerpo, apretaba los labios e imaginaba estar en la ramita de un arbusto, dentro de un capullo de mariposa, y se decía así misma, apretando los ojos y los dientes para contener las lágrimas: “Voy a salir volando de este lugar”. Han pasado 23 años desde que un paramilitar la secuestró durante dos semanas para abusar de ella en Anorí, Nordeste antioqueño, y ahora su historia está inscrita en el documental Mariposas, que fue realizado por la Mesa Municipal de Víctimas.

Patricia Atehortúa, o Patri, como le dicen cariñosamente quienes la conocen, hoy es una destacada lideresa de barequeros y vicepresidenta de la organización de víctimas del conflicto armado Olvida, que apoya el trabajo de la Mesa de Víctimas de Anorí y que le propuso contar su historia en el documental Mariposas, el cual fue estrenado en junio del 2021.

Cuando le propusieron contar su historia, Patricia estuvo decidida a soltar su pasado, porque para grabar el audiovisual era necesario que la escucharan y que la vieran en su pueblo. Y no solo aceptó, sino que incluso pidió que la grabación de su testimonio se hiciera en el mismo lugar donde permaneció cautiva hasta que decidió escapar de los paramilitares, esquivando la mirada de los centinelas que la vigilaban afuera de su prisión. En ese entonces tenía solo 14 años y corrió entre el bosque en busca de la casa de sus padres, quienes al verla de inmediato la subieron a un bus rumbo a Medellín. Pero allí no acabaría su historia. “Cuando estuve secuestrada yo quería ser una mariposa, salir de allá y decirle al mundo lo que me había pasado, pero me dio miedo y mi silencio apenas lo pude dejar hace dos años, cuando comencé a trabajar como líder, y ahora con la oportunidad del documental. Mi sueño es escribir un libro con mi historia”, aseguró.

Luz Mery López, protagonista del documental Mariposas. Foto: captura de Youtube Misión de Verificación de la ONU en Colombia

La otra protagonista de este documental es Luz Mery López, de 53 años, quien hace 21 vive en Tacamocho, una de las 51 veredas de Anorí. Ella cuenta cómo a finales de los años 90 y principios del 2000, experimentó en este territorio hechos de violencia por parte del ELN, el Frente 36 de las Farc y el Bloque Mineros de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Para ese tiempo Luz Mery era una lideresa que vio morir a familiares, amigos y vecinos en incursiones que podían durar hasta dos días, tiempos en que los disparos iban y venían de una montaña a otra de forma indiscriminada. Entre otros sucesos, en el documental recordó con tristeza la huida de la vereda de Rafael Martínez, un reconocido líder que desde hacía más de dos décadas organizaba juntas de acción comunal y emprendía proyectos colectivos con campesinos de diferentes territorios; las autodefensas le dieron un ultimátum y él se marchó para siempre de Anorí.

En la actualidad, Luz Mery es una lideresa que recorre los caminos en Anorí para invitar a las familias campesinas afectadas por la violencia a que se vinculen con los programas de la Mesa de Víctimas, al paso que les recuerda los derechos que por ley las acogen y brinda su apoyo a los emprendimientos comunitarios.

 

Otras voces también quieren contar su historia

Néstor Darío Torres, vocero de la Mesa de Víctimas de Anorí fue una de las personas que lideró el proyecto audiovisual que produjo el documental Mariposas. Para Torres, la creación de un documental le permite a la Mesa dar protagonismo a víctimas del conflicto a través de un formato de video que podía proyectarse o distribuirse fácilmente gracias a las nuevas tecnologías. Además, posibilita “transmitir el lado más humano de un conflicto padecido por al menos el 80 por ciento de la población de Anorí”, anotó este líder de víctimas. A su vez, el documental permite hacerle un llamado a los gobiernos locales, departamentales y nacionales, acerca de la necesidad de llevar infraestructura y proyectos productivos a los territorios más apartados de esta población, agregó.

“Este documental fue logrado gracias a unos recursos proporcionados por la ONU, con el apoyo de la alcaldía y la Personería. Luego hablamos con Patricia y Luz Mery y ellas aceptaron contar parte de su historia y, finalmente, logramos ver el documental en el municipio a mediados de junio de este año. Invitamos a muchas personas de organizaciones y víctimas tanto de Anorí como de municipios vecinos como Tarazá, Cáceres, Amalfi, Angostura, Yarumal, Campamento, etc., y quedaron muy impactados y algunos de ellos manifestaron querer desarrollar en sus comunidades proyectos por el estilo”, manifestó Néstor Torres a Hacemos Memoria.

Según este líder, aún faltan muchas historias que contar en su municipio, duramente golpeado por la violencia, en el que “ al menos tenemos 16 mil víctimas del conflicto armado y la mayoría de esta población está en el campo”. De allí que para él sea importante seguir fortaleciendo la Mesa de Víctimas, que nació el 19 de agosto del 2019, con el acompañamiento de procesos comunitarios e instruyendo a las víctimas en procesos que podrían beneficiarlos. Y es que los 18.300 habitantes con que cuenta esta población, según la Unidad de Víctimas, 7.849 personas de Anorí están reconocidas por la ley 1448 del 2011.

Ahora, el propósito de la Mesa de Víctimas es socializar, en los municipios vecinos a Anorí, cómo se desarrolló el trabajo de creación del documental Mariposas y presentarlo oficialmente en Medellín, con el fin de motivar a otras personas a reconstruir sus propias memorias y de exigirle al Estado una mayor atención a las víctimas.