Mi vida y el palacio es un gran trabajo de memoria histórica en el que lo contado con valentía, por una hija que se resistió a olvidar, permite que los colombianos mantengamos la memoria sobre lo ocurrido en noviembre de 1985 durante la toma y retoma del Palacio de Justicia.
Reseña: Judith Nieto*
Imagen de portada: Editorial Planeta
La niña, que tenía diez años y medio cuando ocurrió la toma y retoma del Palacio de Justicia de Colombia en 1985, es la mujer que hoy, 35 años después, narra lo ocurrido entre los días 6 y 7 de noviembre de ese año. El invierno era similar al de este noviembre de 2020, con un frío inclemente que padecen tantos habitantes del país a quienes las aguas invernales y el arrebato de los huracanes han desposeído y hundido en una pobreza mayor a la que ya vivían. Un frío como el que sigue abrigando el alma y la existencia de Helena Uran Bidegain, sus tres hermanas y su madre, no obstante haberse aclarado el caso de la ejecución, tortura y desaparición del padre, esposo y magistrado auxiliar del Consejo de Estado, Carlos Horacio Uran, cuyo crimen “compromete además a tres Generales de la República”, como se lee en Mi vida y el palacio (2020).
En este libro, Helena Uran Bidegain cuenta su historia en diez capítulos y una nota final, subtitulada: “Por esto escribo”. Se trata de un relato que inicia en el silencio de la niña que vive esos hechos y los recuerda de adulta. Helena cuenta como perdió a su padre en medio de aquellos acontecimientos que han sido ocultados por la historia oficial y, sin embargo, por obra de la memoria colectiva, son conmemorados cada año en las mismas y lluviosas fechas. Gracias a una investigación cuidadosa y a su prodigiosa memoria, la autora narra los pormenores de los hechos ocurridos aquel noviembre de 1985, los que quizá muchos ya olvidaron y otros desconocen, pero que algunos aún conservan en la memoria, pues la ignominia de lo que sucedió y la impunidad que persiste impide que se haga el olvido.
La toma del Palacio de Justicia en Bogotá fue la incursión al lugar de un comando armado de la guerrilla del M-19, conformado por 35 miembros, cuyo fin era hacer un juicio político al entonces presidente de Colombia, Belisario Betancur Cuartas, quien había incumplido los acuerdos pactados con dicho grupo insurgente, que posteriormente se reintegró a la vida civil y política, y entre cuyos líderes sobresale en la actualidad el político Antonio Navarro Wolf. La retoma, por su parte, fue la reacción a este ataque realizada por el Ejército nacional que entró al palacio con un numeroso grupo de sus soldados, disparó de forma indiscriminada y usó tanques de guerra durante una prolongada jornada que convirtió el lugar en un “campo de combate”. No fueron suficientes los llamados del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, quien en tono de súplica clamaba por el cese al fuego, llamado que fue desatendido, ocasionando una especie de holocausto a manos de miembros del Ejército.
Mi vida y el palacio es un relato fúnebre de estos hechos, pues trata de principio a fin del asesinato aleve del padre de Helena Uran, quien hoy pudo soltar sobre las páginas la dolorosa historia de un crimen que nadie impidió. Un asesinato, tras el que Helena obligó a la justicia a “escarbar” hasta encontrar los reales móviles de modo, tiempo y lugar; porque, de lo contrario, las mentiras que han corrido sobre este caso hubieran terminado por confundirse con la verdad. ¡Pero no! La persistencia de esta hija que no tuvo fuerzas para asistir al sepelio de su padre, permitió levantar piedra tras piedra hasta ver esclarecido el crimen de Estado cometido ante la humanidad indefensa del magistrado Carlos Horacio Uran.
El libro inició su rumbo en el papel, luego de haber pasado años en la imaginación, gracias a las preguntas del hijo de Helena, un niño de diez años y medio que quería saber qué había pasado con su abuelo. Manuel “quiso que contara esta historia. Él no aprendió a guardar silencio. Él sabe preguntar. Exige saber. Y por él y por mi padre terminé este relato”, revela la autora en su obra.
Los interrogantes de Manuel sirvieron para que Helena empezara a tejer, a partir de puntadas entre la letra y la palabra, hiladas sobre el lienzo enlutado que hoy guarda indelebles los detalles de suplicio, humillación y muerte del padre de familia que tuvo un final inmerecido. Fue así como la historia precedida del verbo matar se hizo obra, pues, en el sentir de su autora, estaba el deber de contar lo ocurrido con su padre desaparecido, torturado y asesinado por integrantes del Ejército nacional, crimen que fue declarado de lesa humanidad en el 2010 y por el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó al Estado colombiano tres décadas después de sucedidos los hechos.
“Las palabras constituyen lo esencial de mí mismo”, escribió Elias Canetti en Apuntes 1, y Helena, la segunda hija de Carlos Uran y Ana María Bidegain, asumió la narración con la fuerza de su palabra para construir un relato que da cuenta de la manera como el Estado intentó ocultar el crimen de su padre cuyos restos debieron ser exhumados en 2010 y sometidos a una segunda necropsia para confirmar “que fue ejecutado extrajudicialmente. Además de las múltiples lesiones y quemaduras posmortem que no aparecían en la primera necropsia realizada en 1985”. Helena y su familia querían encontrar la verdad y la desenterraron en aquella exhumación de 2010 que revivió el dolor de cinco mujeres que perdieron a su esposo y padre, y expuso algo no menos importante: una lucha por la verdad en un país donde reina la impunidad.
Mi vida y el palacio es un gran trabajo de memoria histórica consignado a lo largo de 224 páginas que hacen única la dolorosa y vergonzosa historia de los hechos de aquellos dos días de noviembre, inolvidables para tantos. Allí, en esa conmovedora historia, se lee un rotundo no al olvido, porque solo los muertos recordados harán posible permanecer en resistencia frente a la atrocidad e injusticia que no cesan en Colombia.
Mi vida y el palacio, que leí al abrigo tibio de la humedad de mis lágrimas, es un libro de memoria que, además de relatar un crimen de lesa humanidad, escribe con pormenores los últimos 35 años de la historia violenta del país. Es un libro de resistencia y de resiliencia.
Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.
* Judith Nieto es escritora y profesora de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia. Foto: Julián Roldán, Hacemos Memoria.
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