Durante los diecisiete días posteriores al asesinato de la comunicadora indígena María Efigenia Vásquez Astudillo, el departamento del Cauca se ha convertido en escenario de disputas y acusaciones, pues los comuneros y la Policía quieren influir en el rumbo de la investigación que adelantan en conjunto la jurisdicción indígena y la Fiscalía. Aunque no se ha determinado de dónde salió el proyectil que impactó a María Efigenia, ya se tienen algunas hipótesis sobre lo que sucedió el pasado 8 de octubre.

Por Esteban Tavera, enviado especial al Cauca
Fotografía de portada: equipo de comunicaciones del Cric

Las únicas certezas que se tienen sobre el asesinato de María Efigenia Vásquez, comunicadora indígena del resguardo Kokonuko de Puracé, Cauca, son las que dio Medicina Legal en un boletín de prensa luego de la autopsia del cuerpo.

El hecho se presentó el pasado 8 de octubre cuando la comunidad del resguardo y el Esmad se enfrentaron en las afueras del predio Aguatibia, un centro turístico propiedad del empresario Diego Angulo, que los indígenas reclaman como suyo desde hace más de 22 años.

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Según el informe forense, dado a conocer a través de un boletín de prensa, María Efigenia sufrió una “herida por proyectil de arma de fuego de carga múltiple, que produjo herida cardiaca”. Ya que no se encontraron “residuos de disparo en la herida”, precisa el informe, se deduce que el proyectil provino de una distancia mayor a un metro cincuenta. El proyectil entró por la parte frontal del cuerpo y no salió.

El tipo de munición encontrada en el cuerpo de la comunicadora, de acuerdo con expertos consultados, es el que se usa en armas como escopetas o en algunos explosivos no convencionales. Aunque el proceso judicial está en una fase preliminar, los investigadores del caso tienen tres hipótesis insipientes sobre quién disparó el proyectil que impactó a María Efigenia.

Según la primera hipótesis, el proyectil estaba incrustado en un explosivo no convencional que fue arrojado por alguna de las dos partes. La segunda, apunta a que la comunicadora fue herida por un arma accionada por el Esmad. La tercera, supone que María Efigenia fue impactada por explosivos o armamentos no convencionales manipulados por los indígenas.

Hacemos Memoria, en presencia de integrantes de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip), tuvo acceso a un video de un minuto y veinte segundos, grabado por la comunidad del resguardo Kokonuko, en el que quedó registrado el momento en el que María Efigenia cae después de ser impactada por el proyectil*.

En el video, se ve que la confrontación se da en la finca Alto Calaguala, que hace parte del resguardo indígena Kokonuko, ubicada al frente de Aguatibia, predio que sigue en disputa entre los comuneros y el empresario Diego Angulo. El Esmad está en la parte baja de la ladera de uno de los potreros de la finca y los indígenas están dividos en dos grupos: unos ubicados en la parte alta del potrero donde también está la policía y los otros a un costado, separados por una cerca de alambre.

AguatibiaDesde el año 2011, la comunidad indígena del resguardo Kokonuko le reclama al Estado la propiedad de la tierra donde está construido el Centro de Turismo y Termales Aguatibia, que hoy pertenece al empresario Diego Angulo. 

Según se ve en las imágenes, la confrontación más intensa se libra entre el Esmad y los comuneros que están al otro lado de la cerca. En ese lugar, se encontraba María Efigenia. Segundos antes del impacto que la derriba, los agentes del Esmad disparan gases lacrimógenos que algunos indígenas recogen del piso para lanzarlos nuevamente. Además, el video muestra que algunos comuneros les arrojan piedras a los policías.

En las primeras fases de la investigación, se estableció que la distancia entre los policías y el grupo de indígenas, entre los que estaba María Efigenia, es de 56 metros. En la grabación se ve que la comunicadora está de frente a los agentes y antes de recibir el impacto camina hacia ellos. Mientras la cámara enfoca a los policías, suena un fuerte estallido. Cuando la cámara toma nuevamente a los manifestantes, se ve a María Efigenia tirada en el pasto y a algunos de sus compañeros socorriéndola.

Si bien el video no muestra el momento exacto en el que la comunicadora es impactada, el hecho de que Medicina Legal haya confirmado que “la trayectoria anatómica de las heridas por proyectil de arma de fuego es anterior – posterior”, permitiría establecer que el proyectil viajó desde la misma dirección en donde se encontraba el Esmad, lo que descartaría que la explosión se haya dado detrás de ella.

Ese día, Edward Avirama, coordinador de la Guardia Indígena de Kokonuko, estaba en el lugar en el que ocurrió el enfrentamiento. Según su versión, obtenida por Hacemos Memoria en entrevista: “Yo estaba diagonal a la compañera, por eso no pude ver cuando cayó, pero escuché por mi radio que pidieron ayuda, y ahí fue que nos dimos cuenta de que la compañera había sido herida de gravedad con arma de fuego. Se llamó a la ambulancia y no quisieron hacer el arribo a la parte donde ella se encontraba; entonces, tocó parar una camioneta que venía del Huila. Agentes del Esmad encañonaron al conductor para que no la transportara; sin embargo, pudimos hacer el traslado. Horas más tarde supimos que la comunera había muerto en el hospital San José de Popayán”.

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EdwuardAviramaEdward Avirama, coordinador de la Guardia Indígena de Kokonuko. Foto: Esteban Tavera.

Una vez se hizo pública la noticia de la muerte de la comunicadora, inició el rifirrafe mediático entre indígenas, entidades estatales y la policía. En algunos medios de comunicación de Popayán como HSB Noticias, Periodicovirtual.com y Radio Súper se publicaron videos suministrados por la policía en los que se ve a los indígenas usando lo que podrían ser explosivos no convencionales, las imágenes buscaban demostrar que la muerte de María Efigenia fue ocasionada por fuego amigo.

En este video, ampliamente difundido en los medios de comunicación nacionales, se ve que algunos miembros de la comunidad están encapuchados y usan tubos largos por los que les arrojan objetos explosivos a los miembros del Esmad.

Ante la presencia de estos artefactos, Darío Tote, exgobernador del Cabildo Kokonuko y delegado por la comunidad para negociar con el Gobierno la propiedad del predio Aguatibia, afirmó: “Eso es un tubo pvc al que se le coloca un juetón (volador) que se utiliza mucho en las fiestas de los pueblos indígenas. Eso se les lanza a los policías para mantenerlos lejos, pero no tiene la capacidad de producir daño”.

Darío ToteDarío Tote, exgobernador del Cabildo Kokonuko y delegado por la comunidad para negociar con el Gobierno la propiedad del predio Aguatibia. Foto: Esteban Tavera.

Según la versión de otras autoridades indígenas, los agentes del Esmad eran los que estaban utilizando armas hechizas. Así lo afirmó Joe Sauca, integrante del equipo de Derechos Humanos del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric): “Nosotros hemos podido demostrar a través de videos que el Esmad nos agrade con recalzadas y que entre ellos hay policías de civil con armas de fuego”.

Las recalzadas, como lo explicaron fuentes indígenas consultadas, son un tipo de explosivo artesanal que se construye con un cartucho de gas lacrimógeno que ya ha sido disparado. Se rellena con pólvora y residuos metálicos, se le instala un detonador y es disparado con un arma Truflay, la misma que arroja los gases lacrimógenos. Según información aportada por el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, el 29 de enero del 2009, en una declaración dada a la Procuraduría, en la investigación por la muerte del estudiante Óscar Salas, un expatrullero confesó que el Esmad usa este tipo de armamento.

JoeSaucaJoe Sauca, integrante del equipo de Derechos Humanos del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric). Foto: Esteban Tavera.

Otro cruce de declaraciones se presentó el 12 de octubre, cuando el Defensor del Pueblo de la regional Cauca, Norman Granja, denunció que una misión humanitaria conformada por la Defensoría del Pueblo y la Gobernación del Cauca para llevarle comida a los uniformados que están acantonados en el predio Aguatibia, fue retenida por los indígenas, quienes no le permitieron el paso.

Según Edward Avirama, coordinador de la Guardia Indígena de Kokonuko, la caravana no estaba identificada con ningún logotipo, lo que despertó sospechas en la comunidad: “Les propusimos que nos dejaran revisar la camioneta para saber si llevaban armas y una de las doctoras encargadas de la caravana se negó. Incluso pedimos que nos colaboraran con alimentos porque la comunidad también la estaba pasando mal, pero decidieron devolver el carro”.

Finalmente, el 17 de octubre varios medios de comunicación divulgaron un video en el que se ve cómo los miembros de la comunidad agreden a un policía del Esmad que había sido retenido días antes, cuando se desplazaba de civil en un vehículo particular en dirección a Aguatibia. Esa retención provocó la reacción de la fuerza pública, que detuvo a 13 indígenas. Gracias a la mediación de la Defensoría del Pueblo, el 11 de octubre, tanto el policía como los comuneros recuperaron la libertad mediante una diligencia humanitaria.

Según Darío Tote, “lo que hizo la comunidad fue protegerlo sacándolo del sitio, cosa que no se nos reconoce. Además, él mismo reconoció, cuando fue entregado a la Defensoría del Pueblo, que nunca fue torturado”.

En el caso de María Efigenia Vásquez todavía hay muchos interrogantes que solo se resolverán cuando la justicia analice científicamente cada una de las pruebas aportadas tanto por la policía como por las autoridades indígenas.

Una vez se descubra de dónde salió el proyectil, por ser un hecho en el que se comprometen los Derechos Humanos, la responsabilidad recaerá tanto en la persona que accionó el arma como en la autoridad que permitió que esto sucediera.

El caso ya tiene relevancia internacional, pues Irina Bokova, directora general de la Unesco, exigió en un pronunciamiento publicado en la página de la Unesco que fuera investigado y esclarecido. Independientemente del rol que cumplía María Efigenia en ese momento y en ese lugar, es muy grave que una comunicadora y comunera indígena haya perdido la vida en tiempos de posconflicto y reconciliación.

*No publicamos la grabación porque hace parte del acervo probatorio que los investigadores judiciales están analizando para determinar la autoría del hecho.