En ocho años, más de 38 mil personas han pasado por el archivo de prensa de la biblioteca de la Universidad de Antioquia, para buscar en los diarios alguna noticia que les ayude a demostrar su condición de víctimas.
Su agudeza intelectual convirtió a María Teresa Uribe en una de las académicas necesarias para interpretar los complejos entramados sociales y políticos de Colombia. Homenaje a la maestra, a la grandiosa universitaria, quien murió el 1 de enero de 2019.
El prestigioso galeno y defensor de derechos humanos de Antioquia, asesinado por un comando paramilitar el 25 de agosto de 1987 en Medellín, aparece reseñado en documentos del organismo de inteligencia en 1974 como activista del movimiento profesoral de la Universidad de Antioquia. Se le asociaba, además, con organizaciones calificadas de “extrema izquierda”.
La imagen que me viene a la memoria es la de la profesora que detrás de su apariencia serena, tenía gran rigor y audacia académica, e inspiraba una mezcla de respeto, confianza, y admiración.
Los trabajos e investigaciones de María Teresa Uribe muestran una profunda versatilidad metodológica y un uso profundo y radical de la transdisciplinariedad.
Las investigaciones de la profe María Teresa Uribe, “la voz dulce de la verdad amarga”, tienen mucho que decirnos de nosotros mismos, de los colombianos.
Hay muchas formas de evocar las lecciones de la profesora María Teresa Uribe. Un sinnúmero de balances nos lleva a recorrer los senderos de sus contribuciones teóricas, metodológicas, históricas.
Varios factores llevaron a la Comisión de la Verdad a apoyarse en el mayor centro de educación superior de Antioquia. Dos comisionados, uno de ellos vinculado a la universidad, y el director de la Unidad Especial de Paz de la institución académica explican cómo trabajarán en el departamento.
El jueves 27 de agosto de 1987, a las 8:30 de la mañana, Saúl Franco abordó un avión en el aeropuerto José María Córdoba de Rionegro con destino a Río de Janeiro. Solo habían transcurrido cuarenta horas desde el asesinato de sus amigos y colegas Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur.
Con la puesta en funcionamiento de una unidad especial, el centro de educación superior busca articular las iniciativas que desarrollan dependencias académicas e instancias universitarias en varias zonas del departamento y optimizar, de esta manera, su contribución para el posconflicto.