Un vecino le regaló a Manuel Oviedo un techo que, en compañía de 70 campesinos, movió hasta su predio. Pero vivir ahí es un riesgo, las amenazas no paran y él dice no tener garantías para retornar completamente.
La Unidad Nacional de Protección admite estar en déficit y no dar abasto para atender las solicitudes de protección que llegan por cientos cada semana, incluidas las de líderes sociales amenazados. Pablo Elías González, su director, habla sobre la crisis que atraviesa la institución.