La historia de resistencia del líder indígena Kimy Pernía y la violencia paramilitar en la Universidad de Córdoba, son los temas con los que la periodista Ginna Morelo inició este proyecto de memoria.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imagen: captura documental Viaje al silencio

La frase ‘todo silencio es una pausa cargada de intención’, de la socióloga Carmen Pardo, fue una de las máximas de la periodista e investigadora Ginna Morelo para la comprensión, abordaje y elaboración, con el apoyo de un grupo de profesionales, de su nuevo proyecto EntreRíos Museo, una apuesta multimedial en la que, inicialmente, 30 sobrevivientes del conflicto armado en el departamento de Córdoba decidieron contar su verdad.

La apuesta, según Ginna, busca comprender, por una parte, cómo se configuró el silencio en medio de la violencia exacerbada del paramilitarismo, y dar a conocer, a través de una propuesta estética y artística, aquellas voces cargadas de intenciones y de un conocimiento sensible que reclama ser atendido en un ejercicio de memoria.

En la actualidad EntreRíos Museo cuenta con cuatro salas virtuales. La propuesta comenzó con dos temas coyunturales en Córdoba entre los años 90 y principios del 2000: la vida y obra del líder Embera Katío, Kimy Pernía Domicó, asesinado en junio del 2001 luego de una larga lucha en contra del proyecto Represa Hidroeléctrica Urrá I, que finalmente inundó gran parte del territorio indígena. La historia de Kimy Pernía fue contada por medio del documental Viaje al silencio, que combina el trabajo de investigación periodística con una mirada antropológica y sociológica, ambientada en el entorno natural de la región.

El segundo tema es un acercamiento al testimonio de los sobrevivientes de la toma paramilitar de la Universidad de Córdoba por medio de una audio-galería Tierra y palabra, en la que se realiza un primer reconocimiento a aquellas voces silenciadas por la violencia en la principal alma máter de la región.

Ginna recordó que “este proyecto tiene dos orígenes, el primero es investigativo, que parte de una periodista que vio, escuchó y vivió en Córdoba historias, y que no todas las pudo contar. Entre esos temas intocables estaba la toma paramilitar a la Universidad de Córdoba, situación que quise abordar para un libro y que no pude por amenazas que recibí contra mi vida. Todo eso se me quedó instalado, no solo el miedo, sino también el deseo de hacer algo. Como no encontraba formas me fui para Bogotá, allá seguí pensando y decidí darle cuerpo de investigación doctoral a lo que de alguna manera se configuró como la muerte del pensamiento crítico de Córdoba”.

 

El museo, un trabajo en equipo

El periodismo como vehículo de la memoria, en conjunción con las oportunidades de la multimedia, la experiencia de usabilidad, el diseño y el arte digital, fueron las líneas que Ginna y su hermano Jorge Daniel tuvieron en cuenta al momento de plantear la posibilidad de un museo virtual, en el que los sobrevivientes del conflicto pudieran expresarse, al igual que los objetos que hicieron parte de esas historias.

“Investigamos el tema y comenzamos a integrar a las personas que podrían nutrir la discusión creativa que teníamos. Luego se sumó un editor de audio, se sumó un realizador audiovisual, un animador y un desarrollador digital”, recuerda Ginna, quien añadió: “Tenemos dos investigadores sociales muy juiciosos. También tejimos unas alianzas muy bellas con la gente que trabaja en el Programa Nacional de Educación para la Paz (Educapaz); y el Festival de la Memoria de Montería, porque ellos tienen un trabajo hecho hermoso, que con el permiso de ellos sistematizamos para darle cuerpo a una de las salas del museo. Otro gran colaborador es el guardián de la memoria, el profesor Serafín Velásquez, quien por años ha hecho un trabajo riguroso de conservación de la memoria de la universidad”.

El mensaje que lleva el museo es el de reconstruir parte de la historia de una región que tiene que “verle la cara al miedo y escucharse profundamente”, a pesar de que aún persisten sectores a los que no les gusta que se sepa la versión de los sobrevivientes, comentó Ginna. Y es que el tema de la seguridad fue central al momento de conjurar el modo de investigar y mostrar lo hallado para este museo: “Esa es la historia de la vida de Colombia, cuando creemos que ya es tiempo no lo es, siempre hay tensiones. Fueron cosas que conversamos entre los sobrevivientes, y coincidimos que 20 años después era el tiempo de hurgar en memorias que ellos ya venían construyendo de forma muy bonita”.

 

La memoria contra la indiferencia

Serafín Velásquez, docente pensionado de la Universidad de Córdoba, manifestó que no se pueden dejar perder los testimonios de los sobrevivientes, silenciados por más de 20 años. De hecho, la Unicórdoba en el 2012 se convirtió en la primera institución universitaria del país en ser incluida en el Registro Único de Víctimas como sujeto de reparación colectiva, por las afectaciones que sufrió entre 1995 y 2008 a causa de la infiltración del paramilitarismo.

Solo en el 2001, cuatro profesores y un líder estudiantil fueron asesinados, y 13 maestros más fueron amenazados de muerte por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), al comando de Salvatore Mancuso, según datos del Comité de Impulso de la Unicordoba, organismo que busca desligar la sombra paramilitar del claustro a través de una reparación integral.

Serafín, quien es integrante del Comité, manifestó que para hacer memoria “hay necesidad de humanizar el conflicto. Es imperativo que eso haga parte de los planes de estudio de las universidades. Los muchachos salen indiferentes, alienados. En el caso de la Universidad de Córdoba parece que no hubiera sucedido nada, la comunidad universitaria no cree que haya habido administraciones espurias y eso es preocupante”.

Por su parte, Miguel Martí, coordinador del Festival de la Memoria de Montería y estudiante de la Unicórdoba, manifestó que “después de escuchar a Serafín, romper el silencio también es tomar la mano de esos grandes referentes en la Universidad (…). Ver que la institucionalidad realmente no genera las condiciones para una reparación, me permite hoy ver que lo más importante es poder realizar estas iniciativas de memoria desde la sociedad civil, por eso le agradezco a Ginna por invitarnos a este espacio”.

Evitar que el silencio y el olvido se fundan con el paso del tiempo es el propósito de EntreRíos Museo. A propósito de esto, el investigador Ricardo Corredor, de la Comisión de la Verdad, manifestó en el evento de lanzamiento de EntreRíos que uno de los desafíos más grandes que tiene el periodismo es saber transmitir de forma sensible los relatos de las memorias, y para ello la escucha es fundamental: “Yo creo que la forma de contar el relato es tan importante que debe ser contundente, lo que debe generar es una conmoción positiva en el país. Y aquí es donde digo que el periodismo y la Comisión tienen mucho en común”.

Por su parte, la artista cordobesa Adriana Lucía López también se unió a este proyecto con la composición de una canción llamada Guardián de la memoria, en homenaje a todas las víctimas de la violencia en Córdoba. Adriana Lucía resaltó la importancia de este proyecto de memoria y dijo que los artistas deben empoderarse de la situación de crisis social del país: “Hay una cosa que a mí me llama la atención y es que, por ejemplo, pasó el proceso de paz, el evento más importante en la historia de Colombia y del mundo, ¿y qué pasó con los artistas colombianos archi mega famosos que no contaron la historia? Esto es un cuestionamiento, porque el arte llega donde el discurso no llega, y estoy segura que Colombia no conoce sus tragedias”.

Finalmente, Ginna manifestó que este proyecto es a largo plazo y precisó que el próximo año habrá investigaciones y exposiciones nuevas: “El próximo año lanzaremos otras salas del museo y esperamos que en una de esas salas nos acompañen los sobrevivientes, porque la vamos a hacer físicamente en Montería. La sala va a estar compuesta de una memoria sonora que contiene 11 episodios en la voz de los testigos sobrevivientes de la toma paramilitar de la universidad”.