Con esperanza pero también con muchas preguntas recibieron la firma del Acuerdo Final en La Habana los familiares de las víctimas de desaparición forzada en el país. Por Natalia Maya Llano Fotografías: Juan Camilo Castañeda Los hermanos Soto Gallo llegaron a vivir a Medellín siendo unos niños. Cuando Jorge cursaba quinto de primaria, Marta estaba en primero, por eso ella nunca olvida que era él quien la llevaba de la mano a la escuela, una mano que se extendió hasta la juventud, cuando comenzaron –como ella misma lo escribió en su relato La historia de dos hermanos[1]– “la vida de ser militantes y compartir otras actividades”. La primera que ella recuerda fue un acto de solidaridad con la revolución nicaragüense, que se llamó “Un peso para Nicaragua”, luego vinieron los primeros de mayo, los festivales del periódico Voz y sus brigadas de los domingos en la mañana. El sueño de viajar “a la Cuba socialista” también lo pudieron hacer realidad los dos, aunque en distintas épocas. Jorge fue el primero en irse, en 1977, y estuvo por fuera del país durante casi un año. Ese tiempo le sirvió a Marta para “crear un caparazón” que le ayudaría a soportar la […]