Este miércoles 18 de diciembre ocurrió un hallazgo histórico en La Escombrera, Comuna 13 de Medellín: en la tierra removida por una retroexcavadora se encontraban las estructuras óseas de al menos dos personas —una sería una mujer— que podrían ser de víctimas de desaparición forzada durante los años 2000 en el contexto del conflicto armado urbano. Entrevista con Gustavo Salazar, magistrado de la JEP.

Por Patricia Nieto
Fotos: cortesía JEP

El magistrado de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) Gustavo Salazar, quien es el relator de la medida cautelar para La Escombrera, concedió una entrevista a Hacemos Memoria en la que explicó la importancia de este hallazgo para las instituciones, las familias y la sociedad; reveló cómo continuará el trabajo forense de la JEP y de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) en el polígono de excavación, donde se presume puede haber muchas más estructuras óseas; y mencionó que habrá posibles cambios de propiedad en la zona que lo circunda, hoy perteneciente a la empresa Construcciones El Cóndor.

Desde finales de julio de 2024, equipos profesionales de la JEP y la UBPD realizan la tercera intervención forense en el predio La Escombrera, occidente de Medellín, en un área de 6912 metros cuadrados, que se ha definido en las medidas cautelares como el polígono de búsqueda, luego de investigaciones judiciales y humanitarias realizadas por estas entidades, en las que han insistido y persistido las familias buscadoras y las organizaciones sociales que las respaldan, como Mujeres Caminando por la Verdad y la Corporación Jurídica Libertad. Hasta el momento se han removido de allí 36 450 metros cúbicos de tierra.  

Según los registros de la UBPD, se presume que en La Escombrera puede haber 502 víctimas de desaparición forzada, de las 5912 que corresponden al universo de desaparecidos de Medellín. La mayoría de las desapariciones forzadas ocurridas en la Comuna 13 se pudieron dar en el contexto de las operaciones militares realizadas allí a comienzos del presente siglo.

Como se recordará, en los años 2001 y 2002, se realizaron en la zona varias intervenciones militares, como Mariscal y Orión, con la participación de grupos paramilitares, como el Bloque Cacique Nutibara, para expulsar a las milicias urbanas de las FARC, el ELN y los Comandos Armados del Pueblo. En estas operaciones, ordenadas por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, hubo múltiples violaciones a los derechos humanos, que fueron denunciadas desde su ocurrencia por sobrevivientes, familiares de las víctimas y organizaciones de derechos humanos. Sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como la del 22 de noviembre de 2016, declararon responsable al Estado colombiano por estas violaciones de derechos humanos.

Durante las investigaciones de Justicia y Paz —luego de la desmovilización de los grupos paramilitares—, comandantes como ‘Móvil 8’ expresaron que La Escombrera era un lugar de depósito de cadáveres, adonde llevaban a los asesinados de la Comuna 13. En 2015, sucedió allí la primera intervención forense, sin hallazgos concluyentes. En 2020, la Sección de Ausencia de Reconocimiento de Verdad de la JEP, en el marco del Caso 08, que investiga los crímenes cometidos por la Fuerza Pública y otros agentes del Estado, adoptó medidas cautelares para proteger La Escombrera; en 2022 hubo algunos hallazgos, de naturaleza aún desconocida, y en julio de 2024 se reiniciaron las excavaciones para una nueva intervención forense que acaba de dar resultados positivos.

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Los equipos forenses de la UBPD y la JEP trabajan en La Escombrera desde hace 148 días. Foto: JEP

En el discurso con el que anunció el hallazgo de restos óseos humanos en La Escombrera, usted dijo que se trataba de un hecho histórico. ¿Cuáles son las razones para calificarlo así?

Yo lo considero histórico por varias razones. Primero, la dimensión de la búsqueda. En Colombia no hay hallazgos resultantes de una búsqueda de las dimensiones de la realizada en La Escombrera. Me refiero a obras civiles, metros cúbicos de materiales removidos, trabajo preparatorio para un laboratorio de histología, prospecciones en La Escombrera y en La Arenera, trabajo en el Jardín Cementerio Universal que, si bien no está localizado en la Comuna 13, es escenario de inhumaciones de los hechos que investigamos… Nosotros, en realidad, llevamos cinco años buscando. Entonces, es ya un proceso significativo en tiempo e intensidad.

Segundo, el sentido y alcance de la Operación Orión en el contexto del conflicto colombiano. Esa acción alcanzó simbología y peso por ser una operación urbana, ocurrió frente a los ojos de una ciudad, y terminó, mediando muchos abusos y crímenes, en la entronización del Bloque Cacique Nutibara que siguió desapareciendo personas. Ese hecho —constatado a partir de Justicia y Paz y de la justicia ordinaria, aceptado en los estrados judiciales y manifestado en las sentencias— no podía tener una constatación forense. Con los hallazgos del 18 de diciembre abrimos las puertas para que esa constatación forense se dé.

Y tercero, trabajar con la incertidumbre. En el mundo se han realizado procesos de exhumación muy grandes que partieron de la certeza de la existencia de cuerpos en los lugares. Por ejemplo, cuando empezaron las exhumaciones en Srebrenica, antigua Yugoslavia, sabían de ocho mil cuerpos. Removieron una enorme cantidad de material biológico, de restos humanos y de material del suelo a partir de la certeza; esa es una labor de exhumación. Lo que nosotros hacemos aquí es una enorme labor de búsqueda con un alto grado de incertidumbre. Eso cambia los escenarios y da lugar a muchos cuestionamientos profesionales y éticos, porque destinamos recursos económicos importantes a un proceso que no ofrecía certidumbres o porque emprendimos una tarea de estas dimensiones a partir de lo que otros consideraban datos sin mayor fundamento. También me tildaban de iluso por tomar decisiones frente a lo que llamaban un mito urbano.

¿Cuál es el rasgo diferencial del proceso adelantado por la Jurisdicción Especial para la Paz y por la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas con respecto a los anteriores? ¿Por qué en 2024 fue posible el hallazgo y no en el 2015, cuando el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía General de la Nación en cumplimiento de la Ley de Justicia y Paz realizó las primeras excavaciones en La Escombrera?

Yo diría, y esto es una opinión más que una afirmación, que nosotros tuvimos el cuidado de partir del trabajo anterior y de integrar muchos saberes a la búsqueda. Primero, revisamos el trabajo previo. Eso implicó elaborar un gran archivo con toda la información recopilada antes. De hecho, una de las entidades que se convocó desde la primera audiencia en julio de 2019 fue a la Fiscalía General de la Nación. En esa audiencia se le pidió la entrega de los polígonos e información sobre lo hecho en esos lugares. Leímos todos los informes, vimos los videos grabados por la Fiscalía, analizamos los mapas presentados por los paramilitares.

Segundo, a partir de lo estudiado realizamos prospecciones en ocho puntos y la primera remoción de mil metros cúbicos en el 2020 con el fin de tomar decisiones sobre los espacios a intervenir. Entonces convocamos a los fiscales que trabajaron previamente el caso para conversar con ellos sobre algunos asuntos y eso resultó en una labor complementaria. Lo digo porque el polígono en el que hoy estamos trabajando resultó de la conjunción de las áreas que consideramos válidas de los polígonos dos y tres definidos anteriormente por la Fiscalía. De ellos se excluyeron zonas que según los estudios de suelos y geológicos habían sido altamente alteradas, y con las que mostraban validez técnica formamos un nuevo polígono.

Tercero, y fundamental, es que asumimos que hay que buscar y aceptamos que buscar requiere acudir a diversos saberes. Nosotros lo hemos hecho a través de un modelo de justicia en el que convergen las ciencias exactas y las humanidades. A veces esto se puede ver como un camino imperfecto, pero esta vez nos ayudó a lograr algo importante. Hoy reconocemos que la justicia pasa por reconocer el aporte de las ciencias.

¿Además de los análisis técnicos y científicos tuvieron en cuenta otros factores para tomar decisiones en la definición del nuevo polígono?

Nos preguntábamos cuál sería el polígono que nos daría mayor probabilidad de hallazgos. Técnicamente el que definimos cumplía con las condiciones y, además, y esto es muy importante, los relatos de los testigos nos daban a entender que estaba localizado en cercanías de la base paramilitar. Nosotros ubicamos con exactitud la base que estaba al lado de una laguna. Ubicamos la laguna por medio de una reconstrucción aerofotográfica que se hizo con material de archivo de algunas instituciones de orden local. Cerramos el perímetro del polígono tratando de reducir los errores y, después de repasar los testimonios, dijimos: vámonos con este. Y ese fue el acertado. El hallazgo se dio a tres metros de la línea límite que definimos. Si hubiéramos movido el perímetro cinco metros, nos habríamos equivocado y hoy no estaríamos hablando de este hallazgo. Ahí es donde algo aleatorio sucede. Es como la buena suerte. Se puede hacer todo con fundamentos técnicos y científicos, pero en algún momento también llega algo de suerte.

Ahora que dice esto, pienso que la forma como se comunicó el hallazgo pudo dar a entender que se trató de un hecho fortuito, como un suceso inesperado ese día, a esa hora y en ese lugar. ¿Cómo ocurrió?

La zona donde fueron hallados los restos no estaba priorizada para llegar a suelo histórico. Por eso trabajaba allí un retroexcavadora y no un equipo humano con pequeñas herramientas como brochas. Por fortuna el maquinista, que lleva ya meses aprendiendo la importancia de la observación y la delicadeza en este trabajo, tuvo ojo avizor para detectar algo especial en la tierra que movía. Él, apersonado de la trascendencia de su trabajo, paró inmediatamente la máquina y avisó a los forenses que seguían todos sus movimientos a pocos metros. Todo indica que, a pesar de que con el movimiento de la tierra se alteró el lugar exacto de inhumación, no hubo daño de las estructuras óseas, de manera que el traslado que se alcanzó a hacer fue de estructuras óseas completas. Y esa es una gran suerte.

¿Las primeras observaciones de los restos hallados han permitido obtener algunos datos adicionales?

Lo que sabemos con certeza hasta ahora es que los restos hallados corresponden a por lo menos dos personas y una de ellas sería una mujer. Esta información provocó muchas emociones entre el grupo de buscadoras, porque las mujeres desaparecidas son muy pocas en relación con el universo de personas que son buscadas en este lugar. Ese dato reduce el espectro de posibilidades sobre quiénes son las víctimas y hace que la atención de quienes buscan a sus hijas se concentre en los restos hallados. Tenemos indicios que nos llevan a pensar que vamos a encontrar al menos otro cuerpo, entonces ya hablaríamos del hallazgo de una fosa.

(Nota: El tercer grupo de restos fue encontrado el viernes 20 diciembre, horas después de la realización de esta entrevista)

Debe haber mucha presión sobre el lugar donde fueron encontrados los restos y sobre los restos mismos por parte de las personas buscadoras y de las organizaciones que las acompañan, pues están cerca de una respuesta que han esperado durante dos décadas. ¿Cómo ha dispuesto mantener la comunicación durante esta nueva etapa?

Las madres siempre han estado presentes cerca de las diligencias. En el lugar de trabajo, cerca del polígono, hay una carpa donde ellas pueden reunirse y determinar a quiénes reciben. Allá hay alimentación, atención psicosocial y jurídica, y también se les ofrecen actividades lúdicas para aliviar un poco la tensión.

El miércoles 18 yo bajé directamente a la zona del hallazgo para hablar con los forenses y, en algún momento, se me empezó a reclamar porque, según apreciaciones, yo estaba trabajando en secreto. Yo les expliqué que parte de la labor judicial requiere sigilo, que no voy a permitir traspasar el límite impuesto para preservar la tarea de los forenses y, después de algunas conversaciones, logramos calmar la situación. Acordamos que al menos dos veces al día, al final de la mañana y al final de la tarde, se comunicará a las madres el avance de los hallazgos.

El miércoles fue un día muy difícil para las madres por el impacto que una noticia de este tipo, por esperada que sea, produce. Para nosotros la consideración sobre su estado emocional ha sido una prioridad y seguirá siéndolo. Esa noche, una de las madres sufrió un aneurisma y hoy está en cuidados intensivos en estado grave. Y otra miraba el paisaje como si fuera la primera vez que lo veía y decía: este es el camino que mi esposo recorrió, esta es la noche que él contemplo, está es la ciudad que él vio, estos son los ruidos que oyó.

(Nota: Luz Ángela Velásquez, miembro de Mujeres Caminando por la Verdad, falleció a causa del aneurisma el sábado 21 de diciembre)

Las familias buscadoras han sido muy importantes durante este proceso por su persistencia en las denuncias y en las exigencias. ¿Qué apreciación tiene sobre el aporte de ellas a la investigación?

Nosotros hemos aprendido que frente a la desaparición forzada la única opción es buscar y que para encontrar hay que hacerles caso a las familias. Ellas conocen la verdad porque la vieron, porque la han investigado por sus propios medios. Conocen los relatos y tienen la capacidad asociativa. Ellas están enteradas, quieren más verdad y se entregan totalmente a pesar del dolor. Hemos comprobado que fue importante escucharlas. Además, hay un elemento significativo y es que con este hallazgo se rompe el mito de La Escombrera, lo que es un mensaje contundente: la desaparición de personas en esta zona de la ciudad queda absolutamente confirmada. En consecuencia, la discusión sobre si La Escombrera es un lugar de memoria o no queda saldada, porque ya no hay dudas sobre los delitos que allí se cometieron. La Escombrera es un lugar de memoria, ya lo es. Y esto les da la razón a las familias.

Los familiares de las víctimas de desaparición forzada de la Comuna 13, de organizaciones como Mujeres Caminando por la Verdad, acompañan las labores de los forenses y velan por la continuidad de las excavaciones. Foto: JEP.

¿El hallazgo de estos restos acarrea cambios en los planes actuales de la intervención en La Escombrera?

Es muy posible que debamos hacer ajustes. El lugar donde se realizó el hallazgo, según nuestros cálculos, no era de interés histórico y por eso se trabajó con la máquina. Ahora que la evidencia revela su potencial, debemos intervenirlo manualmente y eso va a ser mas dispendioso. También debemos definir dónde ubicar la retroexcavadora con el cuidado de disminuir el riesgo de alteración de lugares históricos, porque ya nos encontramos con uno donde no esperábamos. Por otro lado, la redefinición de la dimensión del polígono ya se planteó en la mesa técnica y, seguramente, debemos ampliarlo porque estamos trabajando muy cerca del límite. También tendremos que ordenar nuevos estudios geológicos en otras áreas cuyos suelos tienen características similares a la que nos dio el hallazgo. Y, además, hay que pensar en términos de lateralidad, no solo de profundidad, para ver las alteraciones entre diferentes cotas. Es muy posible, entonces, que se redefinan las dimensiones del área a intervenir y que la medida cautelar implique ampliar el polígono y extender los tiempos de trabajo.

Lo que hicimos de manera inmediata fue la ampliación del equipo forense. Ahora hay el doble del equipo que teníamos la semana pasada. Y, también por petición de las familias, nuestro receso de fin de año se reducirá a 23, 24, 25 y 31 de diciembre y a 1 de enero. Trabajaremos casi continuamente.

¿Qué reacciones hay de otras instituciones como la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín? ¿Este hallazgo puede abrir puertas para mejorar la comunicación con estos gobiernos?

Yo debo decir que la actual Alcaldía ha cumplido a pie juntillas los compromisos y que sus funcionarios han participado de manera decidida en esta tarea. Su papel ha sido proactivo realmente. No puedo hacer juicios mas allá de lo que he visto. Si hay reproches por acciones del pasado, a mí no me corresponde hablar de ellos. Desde la primera audiencia a la que los funcionarios fueron citados en el año 2019, en la que les hicimos una serie de solicitudes, han cumplido a rajatabla con el presupuesto y con las ejecuciones.

A partir de ahora vamos a tener mayor interacción con la Gobernación, pues entiendo que la zona limítrofe cambia de propietario. Ya no se trataría de una concesión a Construcciones El Cóndor, sino que una corporación autónoma sería la responsable del terreno. Esto nos pondría en un relacionamiento mayor con la Gobernación que hasta ahora no ha tenido que desempeñar un papel mayor.

A propósito de El Cóndor, ¿usted ha considerado tomar nuevas medidas con respecto a la actividad de esta empresa pues, según las organizaciones como la Corporación Jurídica Libertad, impacta de manera negativa las acciones de búsqueda?

Las primeras medidas ya se tomaron. Se limitó, por la medida cautelar, la explotación de material, de arena, y también la posibilidad de hacer relleno. En el marco del Caso 08, el que se encarga de investigar los crímenes cometidos por la Fuerza Pública, agentes del Estado, en asociación con grupos paramilitares o terceros civiles en el conflicto armado, hasta ahora no ha salido nada referido a esta empresa. Hemos tenido más de veinte diligencias, entre testimonios y versiones, de miembros de la Fuerza Pública y paramilitares en relación con las operaciones militares que se realizaron en la Comuna 13 en el año 2002 —Contra fuego, Otoño 1 y 2, Marfil, Águila, Horizonte, Mariscal, Potestad, Antorcha, Saturno, Orión 1 y 2— y con el posterior accionar de los paramilitares que permanecieron en la zona. En ninguna de estas diligencias el nombre de la empresa se ha puesto sobre la mesa.

¿Qué nombres sí han sido dichos durante estas diligencias?

Han aparecido menciones a múltiples unidades militares y de policía: GAULA Antioquia, GAULA Oriente, Batallón Girardot, Batallón Granaderos, el CEAT de la Policía, CTI, DAS y Metroseguridad como un financiador de actividades relacionadas con seguridad, pero no hemos determinado su alcance en la Operación Orión. Todavía nos espera mucho trabajo.

La búsqueda de cuerpos en La Escombrera ha pasado por momentos críticos por múltiples factores adversos. ¿Usted piensa que pueden surgir nuevos obstáculos después del hallazgo de los primeros restos humanos?

Creo que este hallazgo es tan contundente que poner trabas se vuelve muy costoso en términos éticos. Y creo que hay un tipo de censor moral y político en los individuos que los llevará a evaluar cualquier acción en contra. Es que antes alguien podía poner trabas o retrasar cosas por considerar que nuestro objeto de trabajo era algo hipotético. Era un mito, era algo de unas señoras a las que llamaban locas. Ahora todo ha cambiado. Los cuerpos son una constatación fáctica y contundente de un delito. Los cuerpos hallados son de personas víctimas de muerte violenta y de desaparición forzada. Eso no se puede contradecir más.

Por otro lado, uno de los grandes obstáculos que tuvimos fue el presupuestal. Nosotros como Jurisdicción no teníamos presupuesto para hacer una operación como la de La Escombrera. Entonces dictamos órdenes judiciales en este sentido, pese a que se dudó de si teníamos esa potestad. Como sección de Ausencia de Reconocimiento y Verdad tomamos el riesgo de dar esas órdenes, a la Alcaldía de Medellín por ejemplo, y así se allegaron los recursos que hacían falta para realizar el trabajo. Pienso que frente a los hallazgos de esta semana, todas las instituciones involucradas saben que tienen que hacer provisiones presupuestales. Las instituciones internacionales, como Naciones Unidas, saben que deben asistir un proceso emblemático en el que se han ocupado del bienestar de las familias; y las nacionales y locales deben reconocen que ante una verdad judicial simplemente tienen que actuar.