“Si el río hablara” es una obra del afamado Teatro La Candelaria que, con una apuesta política decidida por la memoria, poetiza el dolor de la desaparición en Colombia, fenómeno que dejó al río y a las mujeres como grandes protagonistas en la guerra. Una obra que hay que ver para incomodarse y chocar con aquello que no es más que la atrocidad del conflicto armado.
Por Elizabeth Otálvaro
Fotografías: Teatro La Candelaria
Si el río Magdalena hablara probablemente gritaría que por su cauce bajaron los cuerpos de algunos de los 60.630 desaparecidos que hay en Colombia; los que se cuentan en las cifras oficiales presentadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica en su informe Hasta encontrarlos.
Si el río Magdalena hablara contaría que, a la altura de Puerto Berrío, sus orillas recibieron los cuerpos de asesinados por los paramilitares y que su gente decidió adoptarlos, escogerlos, ponerles un nombre, rezarles y pedirles favores, convivir con ellos en una mezcla entre lo sagrado y lo profano. Pero al preguntarle a Cesar Badillo ¿qué pasaría si el río hablara? prefiere responder que será tarea del espectador resolver ese misterio.
Nora González Reyes interpreta a la mujer que se encarga de mezclar tradiciones cristianas con profanas: recoge los cadáveres y los restos que trae la corriente.
Badillo, también conocido como ‘Coco’, es el director de la obra Si el río hablara del Teatro La Candelaria de Bogotá. Una puesta en escena que encuentra inspiración en los relatos arrastrados por los ríos colombianos; habla de las angustias y de los rituales que han emergido con el conflicto armado y en palabras de Badillo, también actor de la obra, “busca poetizar el dolor para dignificar a las víctimas”.
La historia de Puerto Berrío inspiró y estremeció al tradicional grupo de actores de la capital, de la misma manera en la que lo hizo con el artista plástico Juan Manuel Echavarría, en el desarrollo de su obra Réquiem N.N., y con la periodista Patricia Nieto en su libro Los escogidos, quienes a su vez sirvieron de referentes para el grupo liderado por Badillo.
César Badilla, director y actor, interpreta a un hombre cuya responsabilidad en la guerra no lo salvó de ser arrastrado por el río.
Pero el bautizo a los cuerpos traídos por el Magdalena fue tan solo una de las historias que durante algo más de un año, en el proceso de investigación, escucharon, leyeron y conocieron los artistas de La Candelaria. Tratando de resolver preguntas alrededor del cuerpo y la realidad del país, apareció el tema de la desaparición y así mismo los testimonios de las víctimas y los victimarios –una distinción que también se pone en cuestión en esta obra teatral– sobre aquello que guarda el río y los cuales se fusionan con referentes de la literatura como la Iliada, Pedro Páramo y la Divina comedia, para dar como resultado una hora y 15 minutos de un viaje por la memoria del dolor a través de la representación de un río enmarañado.
En la tarea de construir memoria sobre los ríos en el conflicto armado, ya entonces el arte y el periodismo habían hecho su parte. En el turno del teatro, Badillo cree que se trata de estremecer, de permitir una experiencia: “eso tiene que ver con una posición política y filosófica de las cosas que nosotros nos proponemos con el arte. Aunque el arte no logra parar la guerra, nuestro trabajo es más modesto. Pero sí creo que nuestro arte ayuda a dar puntos de vista, a alumbrar la oscuridad, ver lo natural y lo familiar como extraño”, dice.
Del reparto de la obra Si el río hablara, también hace parte el actor César Amézquita.
A pesar de que Si el río hablara se estrenó en el 2014, aun sigue presentándose en las salas y en los festivales del país. Por eso estuvo presente en la vigésimo segunda versión del Festival Internacional de teatro, El Gesto Noble, celebrado en el municipio del Carmen de Viboral entre el pasado 15 y el 25 de julio.
“A la gente a veces uno se la encuentra llorando. Creo que hay personas que hacen mucha catarsis, por ejemplo, una señora que nos decía, yo desde el principio he pensado que estoy tan sola en esto y ver que gente como ustedes hacen trabajo sobre nuestras vidas, sobre lo que nos pasa, me hace sentir un ser en el mundo”, relató Badillo para ejemplificar lo que ha generado la obra como creación de un mito que le habla de frente a la indolencia, a través múltiples recursos expresivos en escena, como es el caso de un apoyo audiovisual que permite ver aquello que el río expulsa, que el río grita.
Mientras el Teatro La Candelaria ha estado de gira con Si el río hablara, el país ha dado un viraje hacia el silenciamiento de los fusiles, al menos los de la guerrilla de las Farc, la más grande y poderosa que ocupaba el territorio colombiano. De tal manera que la obra ha caminado en paralelo con unos diálogos que buscan la paz. Es por esto que este ejercicio de memoria se resignifica y se llena de valor en este momento de país. “A mí me parece que la obra sigue teniendo una vigencia impresionante, o sea, más que nunca, porque además de que el sentido de existencia de las víctimas no se ha resuelto, eso sigue, esa injusticia social está latente”, puntualiza Cesar Badillo, con la certeza de que el arte aporta a la búsqueda de las respuestas que necesitan, en este caso, las víctimas de los miles de desaparecidos que el río se llevó.
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