Hace seis años las víctimas de Tierralta, Córdoba, celebraron la apertura de la Casa de la Memoria. Pero este lugar, escenario de múltiples procesos de resistencia y memoria, fue cerrado durante la administración del exalcalde, Fabio Otero. Hoy, víctimas y líderes exigen su reapertura.
Por: Paula Ruiz Torres
Fotos: cortesía archivo particular
“Pasaron por encima del dolor de las víctimas. No hubo ningún respeto por sus memorias”, afirmó Orlando Triana, coordinador de la Mesa de Víctimas de Tierralta, al referirse a la desaparición de la Casa de la Memoria de este municipio de Córdoba. También a Nuris Ballesteros, víctima y lideresa de este proyecto de memoria, se le corta la voz cuando habla del exterminio de la casa, porque “es muy duro ver desaparecido algo a lo que le hemos entregado el alma y el corazón”, dijo.
La mayoría de víctimas concordaron en señalar que en 2017, casi dos años después de su apertura y tras la llegada del exalcalde, Fabio Otero Avilez, la Casa de la Memoria fue cerrada y todos sus proyectos fueron suspendidos. El espacio que antes ocupaba se asignó para el funcionamiento del Consejo Municipal de Paz, después para la Secretaría de Educación y actualmente se presta para hacer reuniones, según señaló la docente del municipio, Yulieth Guzmán, quien además impulsa procesos de memoria en Tierralta. Ver: En la tierra de Mancuso nace la casa de la memoria
De los elementos que componían el lugar de memoria, poco o nada se sabe sobre su paradero. Al respecto, Nuris Ballesteros, señaló que después del cambio de administración, “nos quitaron todo; los libros que nos donó el Centro Nacional de Memoria Histórica, los materiales didácticos, incluso los estantes. Quitaron los murales y renovaron el sitio”.
Además de lo anterior, Mariluz*, víctima del conflicto armado y lideresa de la otrora Casa de la Memoria, afirmó que una canoa que era pieza de la exhibición y que había sido elaborada por los pescadores de la vereda El Volador para representar al Río Sinú y a las personas desaparecidas en sus afluentes, fue quemada junto con otros objetos museográficos. La mujer agregó que lo único que las víctimas pudieron rescatar, fue la Colcha de la Memoria Sergio Restrepo.
Esta colcha es un gran trozo de tela que, en el centro, tiene tejido el nombre de este sacerdote, asesinado el primero de junio de 1989 por dos sicarios, de los que se presume, hacían parte de estructuras paramilitares. Las víctimas decidieron inscribir el nombre del sacerdote porque su muerte afectó profundamente a Tierralta y se convirtió en referente de lo que ha sido la violencia en ese municipio. Posteriormente, al nombre del padre jesuita se sumaron otros más, tejidos por madres, esposas y otros familiares que encontraron en la tela, el hilo y la aguja una forma de inmortalizar la memoria de aquellos a quienes la violencia les arrebató la vida. Pero ahora, este vehículo de memoria se encuentra archivado en una vivienda, porque ya no hay un espacio de memoria para exhibirla y conmemorar a las víctimas
La docente Yulieth Guzmán recordó que, tras la pérdida del lugar, “la comunidad lloraba. Yo les decía que nos faltó vigilancia y control, que hubiéramos puesto una tutela o algo, pero no había nada qué hacer”. Entre tanto, el coordinador de la Mesa de Víctimas del municipio, Orlando Triana, contó que él mismo realizó una denuncia verbal ante el Comité de Justicia Transicional, pese a ello, por parte de la alcaldía de la época, “solo pidieron disculpas, pero el daño ya estaba hecho”, concluyó. Lea también: A pedazos se cae monumento a víctimas de ‘Los Doce Apóstoles’ en Yarumal
“Tierralta merece una Casa de la Memoria”
Tierralta es un municipio con una población de 95 mil 177 habitantes, según el Plan de Desarrollo Municipal Tierralta 2020-2023. Esta es una de las poblaciones del país que más ha sufrido los vejámenes del conflicto armado. Las cifras así lo demuestran, según el Registro Único de Víctimas, con corte al 31 de octubre del 2021, en este pueblo la violencia ha dejado 123 mil 282 víctimas. En total, el municipio registra 138 mil 890 hechos victimizantes, la mayoría de ellos por casos de desplazamiento forzado con 119 mil 57 reportes.
Por eso, ante la realidad que representan estas cifras sobre la violencia que vivió el municipio, Yulieth Guzmán insistió en que “Tierralta merece una Casa de la Memoria”. Al igual que ella, la Mesa de Participación Efectiva de Víctimas de Tierralta, los líderes juveniles y otros actores sociales consultados por Hacemos Memoria, entre ellos algunos integrantes del grupo Tejedores de la Resiliencia, se unieron a este reclamo y exigieron que se abra un nuevo espacio donde las víctimas puedan honrar a sus seres queridos y contarle a la sociedad colombiana lo que pasó y sigue pasando en el sur de Córdoba. Lea también: En Granada el Salón del Nunca Más aún espera una intervención
Y es que ese deseo comunitario se había hecho realidad agosto del 2015 cuando Nuris Ballesteros cortó la cinta que indicó la apertura de la Casa de la Memoria de Tierralta. Fue un día de regocijo para el municipio, que finalmente tuvo un lugar donde compartir sus historias y construir la memoria de este lugar golpeado por la violencia. Se sintió como un gran logro colectivo y además lo fue. Durante más de tres años, un grupo de jóvenes del barrio Villa del Río y diferentes víctimas del conflicto armado, participaron de la estrategia Entrelazando la Unidad Nacional de Víctimas que buscó la reconstrucción del tejido social a partir del arte y el bordado.
La Casa de la Memoria fue una de las acciones de reparación que la estrategia impulsó. Se trató de un proyecto comunitario apoyado por distintas instituciones y la administración del entonces alcalde, Carlos Arturo Cogollo, en el que se creó un escenario que honró a los seres queridos ausentes. La decoración, la organización del espacio y, por supuesto, los símbolos que reposaban allí fueron fruto de un duelo compartido, de una historia común de dolor.
Mariluz es una de las miles de víctimas del conflicto armado en Tierralta. En 1990 su padrastro fue asesinado en medio de una masacre. Luego de este hecho, su madre comenzó a presentar problemas psicológicos y Mariluz, que estaba embarazada, perdió a su bebé. Seis años después, el padre de sus hijos fue asesinado, según ella, por paramilitares al mando de Salvatore Mancuso y al igual que su madre, ella también experimentó una profunda crisis que se reflejó en su cuerpo y en su salud mental, haciéndose visible, por ejemplo, en el miedo a hablar.
Según Eyleen Romero, psicóloga que acompañó a las víctimas en la creación de la Casa de la Memoria de Tierralta, “la gente estuvo mucho tiempo callada”, pero con el proyecto del lugar de memoria, muchas personas empezaron a hablar. Mariluz fue una de esas mujeres que a los cuatro meses de participar en este proceso desató sus memorias y se convirtió en una de las lideresas que apoyó a otras víctimas que empezaron a unirse a este espacio de memoria colectiva que fue frustrado antes de cumplir dos años de funcionamiento.
Hacemos Memoria habló con el exalcalde Carlos Arturo Cogollo, quien aún dice sentirse conmovido por la desaparición de la casa que fue impulsada en su administración. “A mí me pareció importante que las víctimas tuvieran ese espacio, yo creo que no hay una sola familia en Tierralta que no haya sido víctima”, dijo, al agregar que la Casa de la Memoria fue creada con la idea de que siguiera creciendo. Cogollo también afirmó que en su administración se adelantó el proyecto de la construcción de un monumento a las víctimas del municipio, cuyo diseño había sido realizado por la Mesa de Víctimas, sin embargo, el proyecto no fue ejecutado por la siguiente administración: “Para mí fue una sorpresa que además de que no se hizo, también quitaron la Casa de la Memoria”, señaló Cogollo.
Aunque Hacemos Memoria intentó contactar al exalcalde Fabio Otero Avilez para conocer por qué su administración decidió cerrar la Casa de la Memoria y por qué no construyó el monumento a las víctimas, hasta la fecha de esta publicación no respondió a las llamadas telefónicas ni a los mensajes de WhatsApp enviados por este medio. Cabe mencionar que durante su mandato, Fabio Otero fue suspendido de su cargo durante tres meses por la Procuraduría General de la Nación que en julio del 2019 le inició una investigación por presuntas irregularidades en el control del orden público, en hechos relacionados con el desalojo de una invasión de lotes que habrían derivado en el asesinato de la lideresa comunitaria María del Pilar Hurtado Montaño el 21 de junio de ese año. En agosto de ese mismo año, el entonces mandatario retornó a su cargo luego de interponer una demanda ante el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Montería que falló a su favor.
Lo cierto es que hoy, a cuatro años del cierre de la Casa de la Memoria y con una nueva alcaldía, la comunidad de Tierralta continúa exigiendo que se cree una Casa de la Memoria y que se apoyen las iniciativas que vienen dándose de manera aislada. “Ellas (las víctimas) necesitan relatar para que se conozca lo que pasó, aún hay muchas narrativas desconocidas que son necesarias para validar los dolores y reconocer los duelos de todas las víctimas”, afirmó la psicóloga Eyleen Romero.
Eyleen Romero, también resaltó la importancia de los procesos de reparación simbólica en la salud mental de las personas que han sufrido hechos victimizantes. Y es que según el Informe Departamental del Equipo Humanitario de OCHA, citando a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “en el departamento de Córdoba, las víctimas del conflicto armado padecen o han padecido de, por lo menos, algún síntoma relacionado con la salud mental y asociado con algún hecho victimizante”.
En cuanto a la construcción de una nueva Casa de la Memoria, el actual alcalde, Daniel Montero, afirmó a Hacemos Memoria que “en nuestro plan de desarrollo tenemos como meta al menos dejar la primera piedra de la Casa”, sin embargo, según uno de los líderes juveniles del municipio, que pidió mantener su identidad en reserva, “ha hecho falta voluntad política y presupuestal para un proyecto que Tierralta necesita”. El joven añadió que tanto la Mesa de Víctimas, como otras víctimas que no hacen parte de esta entidad, han querido que la creación de la Casa de la Memoria sirva como un mensaje para dignificar, pero también para vencer la indiferencia de la sociedad que, según él, ha sido lo más doloroso para las víctimas del conflicto armado.
*El nombre de Mariluz ha sido modificado para proteger su identidad.