La larga e imposible ausencia de Jair Giraldo 

Acto de memoria en honor a Jair Giraldo Jaramillo, desaparecido en Granada (Antioquia) en septiembre de 2006.

De no haber sido por el desorden de la Fiscalía General de la Nación, que perdió las pruebas de ADN entregadas por los familiares, los restos de Jair de Jesús Giraldo Jaramillo, desaparecido en Granada (Antioquia) en septiembre de 2006, hubieran sido identificados y entregados a su esposa y sus hijos desde hace más de una década, cuando fueron localizados en una fosa común.

Por Emmanuel Zapata Bedoya 

El 27 de marzo del 2025, el esposo y padre de familia Jair de Jesús Giraldo Jaramillo volvió a sus seres queridos, en la entrega digna que oficialmente realizó la Fiscalía General de la Nación, en Granada (Antioquia), ante los familiares entristecidos y enojados, que pudieron haberlo recuperado hace al menos diez años, cuando esa misma entidad hizo el levantamiento de unos cuerpos hallados por el Ejército Nacional.  

La desaparición de Jair en septiembre del 2006 marcó para su familia el inicio de una larga y angustiante búsqueda, en un sendero institucional colmado de diligencias laberínticas y trámites repetidos.  

Cuando en el 2007 ya habían tocado todas las puertas del Estado poniendo denuncias y averiguando por él, su esposa, Luz Dary Giraldo, y su hijo Elkin entregaron muestras de ADN a la Fiscalía, con la esperanza de contribuir a identificarlo, si acaso aparecían sus restos, pero estas muestras se perdieron entre el desorden institucional; años después, funcionarios de esa entidad les dirían que faltaban en sus registros.  

En el 2013, el Ejército de Colombia halló una fosa común a campo abierto, en la vereda El Roblal, del mismo municipio de Granada, Oriente antioqueño. Ahí estaba Jair, pero como las muestras de ADN de sus familiares directos se habían perdido, su identidad continuó en la bruma. Para Luz Dary y Elkin y Yesica, sus hijos, la ausencia de tantos años permaneció como un solo dolor.  

Mientras tanto, Colombia firmó el Acuerdo de Paz con las FARC-EP y una nueva institucionalidad surgió en el país. La obligación de buscar a todos los desaparecidos que había dejado el conflicto armado se convirtió en el mandato de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), y a la vez, organizaciones como Corporación Región persistieron en el acompañamiento a las víctimas en zonas tan golpeadas por la violencia como Granada y el Oriente antioqueño.  

En el 2021, el proyecto Memorias de la Ausencia, de Corporación Región, tocó a las puertas de la familia Giraldo y así fue posible rehacer la ruta de la búsqueda, que se había truncado con la Fiscalía. En marzo del 2023, la UBPD tomó nuevas muestras de ADN a la familia y así se supo que Jair era una de las personas sepultadas en esa fosa de la vereda El Roblal.  

Yesica Liliana Giraldo Giraldo caminaba ansiosa por el salón, se rascaba la cabeza, se ponía las manos en la cadera. Hacía pausas para ver la foto de su papá, Jair de Jesús Giraldo Jaramillo, que había ocupado por tantos años un espacio en el Salón del Nunca Más, ese museo de las Víctimas Unidas de Granada.  

Luz Dary Giraldo, esposa de Jair y mamá de Yesica, se veía más tranquila; hablaba con las personas que la acompañaban allí, en el salón parroquial de la iglesia Santa Bárbara. Conversaba y se abrazaba con algunas de ellas, siempre seguida por su hijo mayor, Elkin.  

La familia Giraldo estaba esperando a Jair, que había desaparecido el lunes 11 de septiembre del 2006 y solo hasta este jueves 27 de marzo del 2025, después de más de dieciocho años de ausencia, regresaría a su tierra, a su casa, en un cofrecito de madera. El día apenas empezaba y otra vez, por fin, la familia estaría completa. 

“Yo no entiendo quién quiso hacerle daño a mi Jair. Él era chatarrero, trabajaba para traer la comida a nuestra casa, y ese lunes de septiembre lo último que hablamos fue que nos veríamos en el parque en la tarde, pero nunca volvió”, contó Luz Dary, su esposa, su viuda.  

En el salón parroquial, la única institución del Estado presente no era la Fiscalía. También se encontraba la UBPD, entidad que busca a los más de tres mil desaparecidos del Oriente antioqueño en el marco del conflicto armado, en hechos ocurridos antes del 1 de diciembre del 2016. No es común que ambas entidades coincidan en estas diligencias, ya que en Colombia existen dos rutas para la búsqueda y la entrega de desaparecidos. 

Una de ellas es cuando la Fiscalía, a través del Grupo Interno de Trabajo de Búsqueda, Identificación y Entrega de Personas Desaparecidas (Grube), asume los casos que ha investigado directamente o que hacen parte de procesos judiciales como los asociados a la Ley de Justicia y Paz, que juzga a los desmovilizados de estructuras paramilitares.  

Y la otra ruta, en cambio, es cuando los familiares de la persona desaparecida acuden a la UBPD y presentan una solicitud formal para iniciar el proceso de búsqueda. Según cómo y cuándo haya comenzado la investigación por desaparición, una u otra entidad se encarga de realizar la entrega, cuando haya plena identificación de los restos encontrados.  

En el caso de Jair, este proceso le correspondía a la Fiscalía, pues su búsqueda comenzó muchos años antes de que empezara el trabajo de la UBPD. Pero Luz Dary y su familia le pidieron a la UBPD —cuya misión es humanitaria y extrajudicial— que también los acompañara en la entrega digna. “Nosotros le pedimos a la Fiscalía que en la entrega sí o sí estuvieran la Unidad de Búsqueda y la Corporación Región porque, aunque bien sabemos que a mi papá lo encontró el Ejército y fue a parar a la Fiscalía, todo el apoyo psicosocial y de asesoramiento nos lo hicieron estas dos organizaciones”, dijo Yésica en tono serio al referirse a la Fiscalía.  

Instante previo a la entrega de los restos de Jair, en el que la familia Giraldo recibió información sobre el hallazgo y el proceso de exhumación.
Momento previo a la entrega de los restos de Jair, cuando la familia Giraldo conoció detalles del hallazgo y la exhumación. Foto: Emmanuel Zapata Bedoya.

Luz Dary y Elkin también hablan con cierto dolor e impotencia cuando de la Fiscalía se trata. Sienten tristeza. Sienten rabia contra la institución, porque en el 2007, en medio de su búsqueda, ella y su hijo entregaron pruebas de ADN a la Fiscalía, aportando así lo que más podían para la búsqueda de Jair. No obstante, dichas pruebas nunca aparecieron en los sistemas de ADN de la institución. Se perdieron. Elkin se hizo la prueba como descendiente y Luz Dary lo hizo, como madre de Elkin, para poder separar los marcadores genéticos que correspondieran a Jair. 

“Cuando entregaron los restos de mi esposo, mi hija le preguntó a la Fiscalía por la prueba que Elkin y yo nos hicimos en el 2007. Nos dijeron que no tenían conocimiento sobre esas pruebas entregadas. Fue indignante y triste”, relató Luz Dary para, enseguida, aclarar lo peor de esa inoperancia: “Para acabar de ajustar, a mi esposo lo exhumó la Fiscalía en el 2013 gracias a un aviso que hizo el Ejército de una fosa común a campo abierto, y nosotros, siendo su familia, nunca llegamos a saber nada. Nunca nos buscaron”, contó, indignada.  

Así pasaron los años, sin saber nada de Jair. La familia ya había hecho su parte, pero los caminos institucionales de la búsqueda se habían estancado. En medio del silencio de la Fiscalía, e intentando hacer algo más para encontrar al esposo y padre, la familia Giraldo se encontró en el camino con la Corporación Región y la UBPD. En el 2021, Región desarrolló en Granada el proyecto Memorias de la Ausencia, que acompañó a las víctimas de ese municipio para activar la ruta humanitaria de búsqueda y generar con ellas procesos de reparación y atención psicosocial.  

“Así llegamos a Granada, municipio altamente afectado por el conflicto armado. En abril del 2021 empezamos a documentar algunos casos de personas que habían sido desaparecidas. En total, nuestro ejercicio arrojó 65 casos presentados por 58 personas buscadoras, que fueron entregados a la UBPD. Entre esos casos estaba el de Jair”, explicó Sandra Correa, psicóloga e integrante del proyecto Memorias de la Ausencia. 

Además de apoyar a las familias en sus procesos de búsqueda, Corporación Región les brindó acompañamiento psicosocial y conectó a las personas buscadoras con la UBPD. Fue entonces cuando la familia Giraldo diligenció el formato de solicitud de búsqueda de Jair, y cuando la UBPD volvió a tomar muestras de ADN, el 30 de marzo de 2023. “Recuerdo que ese día me toman la muestra de sangre y me empiezan a preguntar datos de mi esposo: que la ropa que llevaba puesta, que si lo habían operado, que cómo eran sus dientes. Información y detalles que nunca olvidé”, dijo Luz Dary.  

Con la información que ella aportó en la entrevista forense y con las nuevas pruebas de ADN, todo con cruce en nuevas bases de datos, el Instituto Nacional de Medicina Legal logró identificar los restos de Jair, que reposaban desde el 2013 en un laboratorio la Fiscalía. El 10 de enero del 2025, la Fiscalía le informó a la familia que esos restos hallados en una fosa común a campo abierto y que estaban por cumplir doce años en una caja sellada eran los de Jair. Según la información que les dieron, el Frente Noveno de las FARC fue el autor de su asesinato. 

“Pudimos haber tenido a mi papá con nosotros desde el 2013. Enterrarlo y descansar, pero no fue así”, dijo Yesica. “Pudimos haber estado más tranquilos desde hace doce años, pero el desorden de la Fiscalía nos negó ese derecho. Embolataron nuestras pruebas y con ellas, él pudo aparecer mucho antes”, agregó Luz Dary. 

Lugar dispuesto para la entrega digna y velación de Jair Giraldo Jaramillo, víctima de desaparición forzada en Granada (Antioquia) en septiembre de 2006.
El camino de Jair: espacio dispuesto para su entrega y velación. Foto: Emmanuel Zapata Bedoya.

Luz Dary no olvida que ese lunes, 11 de septiembre de 2006, empezó como un lunes cualquiera. Toda la familia madrugaba: Luz Dary para despachar a los hombres de su casa, Elkin para el colegio, y el ‘Lunarejo’, como solían decirle a Jair, salió por un viaje de chatarra que tenía en la vereda Cruces, en Granada.  

“Él se fue muy temprano por la chatarra. Se llegó la tarde y nada que llegaba. Yo estaba muy nerviosa, entonces fui a preguntarle al conductor de la chiva que lo transportó y me contó que hombres encapuchados lo bajaron y se lo llevaron. A él y a otro muchacho”, narró Luz Dary. Ese día no solo desapareció Jair, sino también Jhon Alexander Correa, joven que le ayudaría a cargar el camión con la chatarra.  

Granada fue uno de los municipios de Colombia más afectados por el conflicto armado. Su cercanía a la autopista Medellín – Bogotá, su ubicación en la zona de embalses del Oriente antioqueño, el abandono estatal y su actividad económica mayoritariamente agrícola y rural, hicieron de este un territorio llamativo para grupos armados como las FARC, el ELN, la Coordinadora Nacional Guerrillera y las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá.  

Masacres, desapariciones, asesinatos y desplazamientos forzados son algunos de los hechos victimizantes que dan cuenta de lo severo que fue el periodo de la violencia en ese territorio. Jair fue una de las 767 personas que, según el Registro Único de Víctimas, con fecha de corte al 31 de marzo de 2025, desaparecieron en el marco del conflicto armado en Granada

El Frente Noveno de las FARC es una de las estructuras a las que se le atribuyen decenas de desaparecidos y en, varios casos documentados por el Centro Nacional de Memoria Histórica y medios como Verdad Abierta y Hacemos Memoria, el retén selectivo, o esa forma de bajar a las víctimas del transporte público en vías terciarias, fue la técnica de victimización. No hay cifras de cuántas personas fueron desaparecidas por este frente de la guerrilla después del carrobomba que destruyó varias manzanas del pueblo en el 2000, pero Pastor Alape les pidió perdón a los habitantes de Granada, en el 2017, por esos y otros crímenes cometidos por el grupo.  

Los primeros días tras la desaparición de Jair, Luz Dary acudió a la Alcaldía de Granada, a la Personería y a la Policía a interponer la denuncia: “Mi marido no aparece”, manifestaba en cada una de las oficinas a las que iba a pedir información, y en cada una de ellas le decían lo mismo: “Cuando pasen 72 horas puede venir a denunciar”. Ese ha sido un error repetido y extendido por funcionarios y policías en el camino de la búsqueda en toda Colombia. Cuando de desaparición se trata, los familiares saben que no es normal que una persona se demore en llegar más de lo habitual, y por eso la denuncia debe ser recibida de inmediato; así es como se activa el mecanismo de búsqueda urgente. 

Pese a la espera y a la incertidumbre, Luz Dary nunca dejó de pensar en Jair. Lo soñaba. Le pedía alguna señal del lugar donde podría estar. Lo sentía dormir con ella al borde de la cama. “Me rompía el corazón sentirlo a mi lado y despertar y ver ese rincón vacío”. Ella escuchaba rumores del posible paradero de Jair e iba a buscarlo. Caminó veredas, carreteras y bordes de río. Preguntó por él en todo Granada y nunca obtuvo respuesta.  

Retrato de Jair de Jesús Giraldo Jaramillo acompañado por su hijo Elkin.
Una de las pocas fotografías que se conservan de Jair. En ella lo acompaña su hijo, Elkin, de tres años. En la mesa se disponen algunas de las bitácoras en las que Yesica escribía cartas dirigidas a su papá. Foto: Emmanuel Zapata Bedoya.

Ninguno ha olvidado la forma de ser de Jair ni ha agotado el amor que siempre le han tenido. Luz Dary no dejó de buscarlo; Yesica no dejó de escribirle cartas en la bitácora del Salón del Nunca Más, y Elkin no dejó de ocupar su lugar; el hijo mayor se convirtió en el soporte y la fuerza que en muchos casos hizo falta. 

El funeral y la misa tuvieron música, canciones para despedirlo, que en este caso era darle la bienvenida. Las flores amarillas estaban por todas partes y la iglesia vestía telas moradas y blancas. Cada banca del templo tenía un globo, también blanco. El color negro nunca fue una opción. Había tristeza, pero también sanación, cierta tranquilidad que por momentos se inundaba de lágrimas. “Mi rey volvió al castillo”, escribió Yesica en una lona que tenía la foto de su papá. Ella, Luz Dary y Elkin nunca dudaron en que este momento, el abrazo simbólico de la entrega, algún día llegaría.