Desde la danza, el teatro y la música, esta obra aborda la desaparición forzada, bajo la participación y dirección de Juana Ibanaxca Salgado, cuyo padre fue desaparecido en 1992. Segunda entrega de una serie de reseñas sobre experiencias escénicas creadas por víctimas del conflicto en Colombia.

 

Reseña de Jesús Eduardo Domínguez Vargas*

Imagen de portada: archivo del grupo La Otra Danza

¿Puede una obra infantil, literaria y teatral, hablar sobre un tema tan doloroso y complejo como la desaparición forzada? La obra Camino a casa de La Otra Danza lo hace. Se trata de una versión libre del libro álbum de Jairo Buitrago y Rafael Yockteng, un cuento infantil que aborda el tema de la desaparición en Colombia. Este relato narra la historia de una niña que se encuentra en un parque mirando una estatua de Jorge Eliécer Gaitán, que luego se transforma en un león gigante que la acompaña en la travesía de volver a casa en una ciudad llena de violencia y pobreza. El león se dedica a protegerla de todos los peligros durante el trayecto. Recogen al hermano en la escuela y llegan a su hogar. Y aunque la madre regresa a casa después de una jornada de trabajo, es la niña quien se encarga del cuidado de la vivienda, de las compras, del hermano menor y de otros asuntos del hogar. ¿El padre dónde está? Una foto que se ve en una de las ilustraciones es la respuesta: está desaparecido. La foto muestra a su padre con una cabellera larga, como la de un león, y nos damos cuenta de que este animal que la protegió durante el camino —que es símbolo de protección, dignidad y coraje— es la proyección del deseo de tener a su padre devuelta.

En la versión teatral que hace La Otra Danza la historia cambia. En este relato, una mujer camina por un lugar y encuentra un león de peluche, pequeño. Este león le trae un recuerdo: el de su niñez y el de su padre. A partir de ahí, toda la obra es un bucle de tiempo, un ir hacia el pasado y un encuentro entre la mujer adulta y su otra yo de la niñez. La niña, que en el libro cuento Camino a casa no tiene nombre, pero que en la obra de teatro se llama Aimara, encuentra un león gigante de más de dos metros y medio. Todo el vecindario lo quiere cazar, enjaular o asesinar. Ella trata de convencerlos de que no es peligroso y que pueden convivir con él a pesar de ser diferentes. Ese león no es más que su padre, que vuelve para protegerla después de ser desaparecido de manera violenta.

Ilustración tomada del cuento Camino a casa (2008) de Jairo Buitrago y Rafael Yockteng. Editorial Fondo de Cultura Económica.

La Otra Danza, de la ciudad de Bogotá, es “una conspiración artística interdisciplinaria” entre diferentes artes: teatro, danza, cine, música. El grupo decide tomar este cuento y lo lleva a la escena, traduciendo las palabras y las ilustraciones al movimiento, la música, las luces y el vestuario, en una versión libre. La dirección de esta puesta en escena la realizó Juana Ibanaxca Salgado, que es la coprotagonista de la obra y actúa como la mujer adulta. Juana, la directora; Aimara, la protagonista de la obra de teatro; y la niña del libro cuento tienen algo en común: sus padres fueron desaparecidos.

 En el audio, Juana Ibanaxca Salgado habla sobre la desaparición de su padre

Juana afirma que el encuentro del libro fue una casualidad:  lo encontró en el 2010 en la mesa de su madre, que escribe poesía y cuento. “Más que una elección, fue un hallazgo. […] No fue calculado. Fue así. Le llegó a la niña, a la Juana del pasado por verse allí reflejada”, comenta. Hay algo misterioso y conmovedor en este encuentro: “hacía algún tiempo venía viendo a mi papá en sueños en muchas formas, y una de ellas era un león gigante que se asomaba por la ventana de mi casa y podía conversar con él”. De manera que algo hizo conexión por la correspondencia entre el libro y su vida, y por eso decidió llevar este cuento infantil a la escena.

El caso de Gustavo Salgado Ramírez, el padre de Juana, hace parte del suceso de la desaparición forzada en Colombia, una de las formas de violencia más cruentas y dolorosas que deja 84.330 adultos y 9964 niños y niñas víctimas de este hecho, según cita el Comité contra las Desapariciones Forzadas de la ONU en mayo del 2021, basados en estadísticas de la Fiscalía General de la Nación en Colombia. Otras entidades, como la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas y la Comisión de la Verdad, afirman que pueden ser más de 100 mil las personas desaparecidas en el país.

Gustavo Salgado trabajaba en un proyecto de educación popular con dos ONG internacionales cuando fue desaparecido. Juana afirma que nunca le propuso al grupo hacer una obra de teatro sobre su padre: “Siempre estuve muy callada en ese sentido. Porque me sigue pesando ponerme en ese primer lugar y decirlo directamente. Es algo que ha sucedido treinta años después para poderlo decir de la manera en que lo estoy contando. Ha sido una elaboración lenta y sucede mucho en las desapariciones forzadas, por eso es tan compleja la búsqueda, por eso es un delito tan perfecto para la gente siniestra y perversa, porque desinstala la familia, porque el dolor es permanente y es difícil seguir e ir a la etapa de la denuncia, de la presentación al mundo y a la sociedad”.

Fotografía del archivo familiar de Juana Ibanaxca Salgado. En ella, aparece su padre Gustavo Salgado Ramírez (Derecha).

Pero la obra hizo tal conexión con el mundo creativo de Juana, que decidió montarla en un proceso casi que autobiográfico en el 2010: “tiene que ver con construir en la obra lo que no supe. Construyo en la obra algo que no aparece en el libro, cómo lo desaparecen. Planteo una situación que tampoco está en el libro y le doy un giro en el tiempo: esta niña que le desaparecen su padre [ahora adulta], regresa en un bucle de tiempo y aún lo sigue buscando”. En la obra hay varias escenas que no están en el libro, expande cada imagen, la habita de movimientos, coreografías y gestos. Juana representa a Aimara adulta. No sólo eso, su hermana y su sobrina, nieta de Gustavo, estuvieron en escena en la primera versión: su sobrina hizo de Aimara niña en la temporada de estreno (2010 en Bogotá). Es una familia que desde la escena busca a su padre y abuelo desaparecidos y que mira en su pasado, su niñez y sus anhelos, un león que ruge desde la memoria para que aparezca su ser querido, a Gustavo.

En la obra se puede ver el viaje que hace Aimara niña con el león por todo su barrio, donde los personajes, casi todos conservadores, temerosos, quieren asesinarlo o enjaularlo. Entre ellos aparecen un policía temeroso, el presidente de la acción comunal que se siente un pequeño dictador, una señora chismosa, una profesora regañona, una comunidad religiosa preocupada por su imagen. Ninguno de ellos se preocupa por la niña, solo le temen al león. Entre una serie de actos cómicos, de coreografías, de escenas, la comunidad le propone un pacto de paz que se simboliza con un hueso blanco, pero es un engaño, lo atrapan con una red y, cuando están a punto de fusilarlo, la Aimara adulta y la niña gritan al mismo tiempo “¡Papá!”. Comienza una danza entre la niña y la adulta, y de un momento a otro, el león es aceptado y cuidado por la comunidad, mientras que la Aimara adulta sigue danzando. En esta escena emerge un aspecto fundamental de la obra: el arte y la danza transformaron una situación de odio en una de cuidado y de reconciliación. Y es que esta obra no solo habla sobre la pérdida y la búsqueda, sino sobre el otro, sobre cómo aceptamos o no a los demás, “porque sabemos cómo esta sociedad ha transformado lentamente la mirada hacia el otro y, sobre todo, hacia los líderes sociales y los de pensamientos y proyectos políticos alternativos”, afirma Juana.

Fotografía de la obra Camino a casa. Archivo del grupo La Otra Danza. La dramaturgia (versión libre) fue creada por Johan Velandia y Kalia Ronderos. La música y la composición son de Samir Elías Aldana.

En Camino a casa podemos ver una obra que reflexiona desde la escena y desde lo autobiográfico acerca de un tema tan fuerte y doloroso para la sociedad colombiana como es la desaparición forzada, pero no desde el lamento o la tristeza, sino desde el movimiento y la danza, desde el encuentro de los cuerpos y la comicidad de nuestros dolores, desde la música en vivo en un formato de banda de jazz que le da ritmos y tonos a la escena, posibilitando una manera de reflexionar críticamente sobre nuestro pasado y sobre la falta de empatía con las víctimas del conflicto, entendiendo que el arte es una posibilidad de encuentro y de re elaboración y transformación de nuestros más íntimos dolores. No es una obra solo para el público infantil, es para todas las personas, en especial, para aquellas que habitan un país que necesita entender que podemos convivir con los otros así tengamos formas diferentes de pensar y de existir.

 

Agradecimientos a Juana Ibanaxca Salgado y a La Otra Danza.

 

Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.


*Jesús Eduardo Domínguez Vargas: actor, dramaturgo y director de teatro. Investigador, en temas de arte, memoria y política. Miembro activo de Pequeño Teatro de Medellín y director de Tercer Timbre Teatro. Actor de la Escuela de Formación de Actores de Pequeño Teatro, filólogo hispanista de la Universidad de Antioquia, magister en escrituras creativas de EAFIT y candidato a doctor en Artes de la Universidad de Antioquia.