Sobre la memoria y el olvido trata la reflexión que adelanta el pensador búlgaro Tzvetan Todorov en Los abusos de la memoria, ensayo que ofrece un análisis profundo sobre la memoria, sus amenazas y su lugar en las sociedades occidentales.
Reseña: Judith Nieto*
Tal vez una de las mayores experiencias del ser humano es la relacionada con el hecho de recordar y, unida a ella, de olvidar. Puede decirse que conservar el pasado o suprimirlo, a través de los actos de recordar u olvidar, ha sido una tarea ejemplar de la humanidad que, de manera constante, busca hacer presente el pasado, lo que se convierte, a su vez, en una labor conducente al surgimiento de la historia, obra de la presencia de la aparente oposición: memoria-olvido, pues como bien se sabe, la memoria se consigue con la interacción de una y otra categoría; es por esto que la reconstrucción total del pasado es imposible. Lo que explica que así como se recuerdan algunos eventos, se olvidan otros.
Sobre la memoria y el olvido trata la reflexión que adelanta el pensador búlgaro Tzvetan Todorov en Los abusos de la memoria (2015), ensayo que ofrece un análisis profundo sobre la memoria, sus amenazas y su lugar en las sociedades occidentales, así como en las esferas de lo público, lo ético y lo político. La obra, que también incluye un análisis ilustrado a propósito de los abusos cometidos en nombre de la memoria, hace un llamado a recuperar el pasado, pero siempre bajo la condición de no caer en los extremos de privilegiar la memoria y condenar el olvido.
De esta publicación es interesante la forma como el autor hace precisiones en torno a ambas nociones que, aunque parecen contradictorias, no se oponen radicalmente. En tal sentido, esto expresa Todorov: “En primer lugar hay que recordar algo evidente: que la memoria no se opone en absoluto al olvido. Los dos términos para contrastar son la supresión (el olvido) y la conservación; la memoria es en todo momento y necesariamente, una interacción de ambos […]; la memoria como tal, es forzosamente una selección: algunos rasgos del suceso serán conservados; otros, inmediata y progresivamente marginados y luego olvidados”. (Todorov, 2015, p. 18)
Además de la indisolubilidad que opera entre la memoria y el olvido, el autor avanza hacia una valiosa definición de la memoria, entendida como una operación de selección y un ejercicio en el que quien recuerda, antes que nada, escoge lo que desea conservar y descarta aquello que toma el rumbo del olvido. Asimismo, señala que las prácticas de la memoria son individuales y no se dan en términos de mandatos o prohibiciones institucionales o estatales. Al contrario, si se hace parte de la vida en democracia, lo consustancial de esta es que: “Los individuos y los grupos tienen derecho de saber; y por tanto de conocer y de dar a conocer su propia historia; no corresponde al poder central prohibírselo o permitírselo” (p. 19).
Señala Todorov que no se puede impedir la recuperación de la memoria, máxime cuando lo recordado hace parte de lo vivido por el individuo o por su comunidad, caso en el cual, el derecho de la memoria pasa a ser un deber que está por encima de toda prohibición. Tal trabajo de recuperación de la memoria lo cumplen las personas, pero también se encuentra en los lugares de la memoria, es decir: los museos, las narrativas, las imágenes, entre otras.
Pero hay algo más que convoca a la lectura de Los abusos de la memoria, dado que su autor tiene entre sus finalidades dar cuenta de sus buenos usos, también de sus abusos, Todorov desarrolla teóricamente lo relacionado con las que serían unas primeras e interesantes clasificaciones de las formas de recordar, nombradas por el autor, respectivamente, como literal y ejemplar. En la primera se trata de preservar en sentido textual una parte dolorosa del pasado, conservarlo sin alteraciones y sin llevarlo por fuera de sí mismo, mientras que en la segunda puede ocurrir que, sin hacer negación ni omisión del acontecimiento, el afectado decida utilizarlo y se sirva de él para comprender nuevas situaciones con actores diferentes. Tanto en la memoria literal como en la ejemplar, se trata de marginar o no el dolor procedente del recuerdo, señala el autor.
La presente reseña de tan ilustrativa y actualizada obra, que fue escrita originalmente en francés en el año de 1995rivilegia estas dos formas de memoria como una manera de corroborar la selección que prima en toda acción de este alcance, como bien señala Todorov, quien, además, se refiere de modo vehemente a la imposibilidad de deshacerse del pasado, dada su prevalencia permanente. Más aún, para el autor es vital responder a la pregunta “¿qué se hace con el pasado?”, toda vez que, como bien se indica en el libro, este es un tiempo que puede someter o liberar, todo depende de los usos de la memoria y de la forma de asimilar el acontecimiento vivido.
Otro de los elementos claves de la obra, como ya se indicó en la reflexión que logra Todorov, consiste en mostrar el carácter selectivo de la memoria y la inconveniencia del empeño obsesivo en el pasado. El propósito frente al pretérito, anota el autor, es hacerlo significativo; así, la necesaria recuperación del pasado no será la que gobierne el presente, como expone Todorov: “al contrario, este (el presente) hará del pasado el uso que prefiera” (p. 27). Entonces, la posibilidad de hacer o no presente el pasado es una elección, por tanto, la memoria como el olvido existen por derecho.
Además de lo planteado hasta ahora, en Los abusos de la memoria se insiste en que son aceptables los usos de la memoria, sus formas de manifestación y el derecho que se tiene a su rescate, siempre y cuando sea esta una tarea que se asuma con cuidado y sin caer en el exceso de levantar un culto a la memoria per se, pues, advierte el autor, obsesionarse por el pasado puede volver estéril la memoria.
Los abusos de la memoria es una obra escrita a partir de la reflexión que en su autor suscita ejemplos, uno de ellos “casi mítico” (p.29) de abuso de la memoria: los encuentros de los europeos con la población indígena. A este caso se agregan otros analizados por Todorov, como el debate sobre el genocidio de los judíos por parte de los nazis y el de los serbios y sus agresiones contra otros pueblos de la ex Yugoeslavia. Ejemplos todos que dan cuenta de una violencia de nunca acabar, una venganza sin fin y justificada en los sufrimientos antes padecidos por los ahora agresores que ni perdonan ni olvidan.
Leo una vez más Los abusos de la memoria y sin aplazamiento tengo que anotar que el gran logro de esta breve y densa obra es la apuesta de Todorov por advertir sobre la importancia de ser cautos en los trabajos sobre la memoria y el olvido, y su insistencia en participar de la rememoración histórica a través del rescate del valor moral y político de la sociedad, labor que, aunque aguda, permite aspirar a un principio de justicia y a la formulación de una regla moral en pro de la legitimidad, allende el alcance de una memoria ejemplar.
Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.
* Escritora. PhD en Ciencias Humanas, mención Literatura y Lingüística, Universidad Austral de Chile. Profesora del módulo: Concepto de memoria. Algunas nociones y reflexiones, en el Diploma en Memoria Histórica: Narrativas de la Memoria, ofrecido por el proyecto Hacemos Memoria de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia.
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