Los escogidos es un trabajo periodístico que puede leerse como una novela. Allí, la autora recorre el legado de trauma y desazón de víctimas del conflicto colombiano, que asciende infinito en una espiral de violencia como a la que hoy asistimos.
Reseña por: Judith Nieto*
Luego de leer la crónica Los escogidos diferentes ideas rondan el pensamiento y los sentimientos del lector, y llevan a suponer que fue un libro escrito para no condenar al olvido a un municipio como Puerto Berrío, uno de los lugares de la geografía colombiana por donde tantas veces “una camioneta de vidrios oscuros recorrió los pueblos del río para disciplinar a plomo a quienes no obedecían a los amos de la guerra: a veces militares; otras, autodefensas; y luego se nombraron MAS, Muerte a Secuestradores” (Nieto, 2015, p. 47). Sí, un relato conmovedor sobre las víctimas de la violencia ejercida por estos grupos del terror en Puerto Berrío, en especial durante las dos últimas décadas del siglo XX, es el que se lee en el libro Los escogidos de la periodista Patricia Nieto.
En dicho título la autora hace un trabajo que narra, por fuera de la ficción, la historia de los cuerpos que bajan por el río Magdalena y la manera como los rescatan, los limpian, los embalsaman, los escogen y los cuidan quienes se percatan de la presencia de esos cuerpos una vez han sido orillados por el caudaloso pero bondadoso río, “al que desde 1965, Colombia le tira muertos” (p. 32); río que los regresa a la tierra vueltos despojos y abrazados por el frío de la noche no pedida .
Los escogidos es un trabajo de crónica periodística, un escrito que busca mantener la memoria de uno de los pueblos colombianos que padece las consecuencias del inmerecido conflicto. Su contenido muestra con claridad la realidad de un país en donde la constante muerte violenta y la impunidad son orillas que se juntan, y parecen no dar lugar a una solución para la confrontación que ocurre desde hace más de medio siglo. La apuesta entonces es por la memoria, habida cuenta de que lo que ha dominado es el olvido.
Es así como Patricia Nieto, maestra de periodismo en la Universidad de Antioquia, da cuenta en este trabajo de un ejercicio lento y reposado, que evidencia la escucha de quien, por momentos, acude a la primera persona para hacer parte del relato, del que en gran medida fue testigo en cuerpo y alma. Condición que le permitió observar la forma en que un forense armaba un esqueleto, avanzando hueso tras hueso sobre la sábana inmaculada hasta conseguir que la osamenta volviera a ser el resto corporal, cuyos huesos “restaurados” recibieron el lugar reservado luego del largo tiempo de la espera.
Sin duda, en Los escogidos hay un trabajo periodístico que puede leerse como una novela. Allí, la autora recorre el legado de trauma y desazón de víctimas del conflicto colombiano, que asciende infinito en una espiral de violencia como a la que hoy asistimos, la misma que presenta un panorama adverso para la paz. Sobre estos incomprensibles hechos de agresión extrema y sobre el afán de memoria que estos demandan trata este libro de hondura que se vale del relato para explicar la violencia irracional del país. En sus páginas la autora da cuenta de la condición ominosa que ocasiona la muerte violenta y que parece hacer parte del “ser colombiano”.
Son dos las perspectivas sobre las que se extiende el hilo del relato de Los escogidos: una de alcance ético y otra de corte estético. En la primera se aprecia la forma como la periodista vincula a las víctimas, a quienes adoptan los cuerpos y a ella misma, implicada en el relato. Dicha aproximación la hace en tanto se interesa, se hace solidaria y acompaña a los dolientes hasta el hallazgo y la celebración de los rituales fúnebres que merece el cuerpo rescatado de “esa tumba de agua”, según consigna Patricia Nieto quien además hace explícito el lazo con los dolientes y con los espíritus de quienes ya no están cuando escribe: “Si fuera fiel a la religión en la que me bautizaron, debería declarar, como los curas, que el único vínculo entre el mundo de los vivos y el más allá de las almas es la oración” (p. 114).
No obstante esto último, la autora sabe tomar distancia y lo hace en términos profesionales y por el respeto a las creencias de quienes en el pabellón de los olvidados escogen “los muertos del agua”, como se lee lo consignado por la escritora, quien con la arcilla de la palabra moldea poéticamente la belleza del horror de los muertos que flotan en las prolongadas aguas del Magdalena. Son dos visiones desde las que la autora acompaña y respeta a las víctimas, quienes sin descanso continúan buscando a sus muertos para rescatarlos aunque sea sin vida, para acercarse a su silencio del que no volverá a nacer la palabra. Pero ante todo, para que se haga justicia, pues sus vidas fueron arrebatada por la fuerza del horror y de la indiferencia de una sociedad extrañamente hermanada con el conflicto.
Tras un epígrafe con versos de Antígona, de Sófocles, la autora dedica Los escogidos a dos de sus primos, cuyos asesinatos permanecen en la impunidad. Se trata de versos oportunos para una obra que presenta a tantas Antígonas en la infinita espera de sus muertos para darles sepultura. Un epígrafe nada casual, pues muestra un mito que vive y revive, tomando otras formas, así estas sean las de los muertos que vienen del agua.
Finalmente, Los escogidos es un libro publicado en sus tres primeras ediciones en Medellín (2012 – 2015). En el 2017, Marea, de Buenos Aires, publicó la cuarta edición. Y en el 2020 arribó a su quinta edición de la mano de La Caja Books de España. La presentación de esta nueva publicación, que se transmitió el viernes 11 de diciembre de ese año vía Youtube, contó con la moderación de Raúl E. Asencio y con la intervención de los periodistas Pere Ortín y María Angulo, ante quienes Patricia Nieto afirmó: “Yo quisiera que el libro fuera ofensivo con el lector. Ofender un poco la dignidad del que lee. Esa es una gran utilidad: buscar la indignación del lector”. Nada lejano a la perturbación, es el sentimiento que acompaña la lectura de Los escogidos cuyo contenido alcanza a herir, a conmover a quien se le aproxima.
Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.
*Escritora. PhD en Ciencias Humanas, mención Literatura y Lingüística, Universidad Austral de Chile. Profesora del módulo: Concepto de memoria. Algunas nociones y reflexiones, en el Diploma en Memoria Histórica: Narrativas de la Memoria, ofrecido por el proyecto Hacemos Memoria de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia.
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