En abril de 1971, enfrentamientos entre estudiantes de la Universidad de Antioquia y el ejército dejaron como resultado 40 heridos y 650 universitarios detenidos en el coliseo municipal. Observo las fotos y me sobrecojo viendo los militares dentro de la Universidad.
Noviembre de 1981, Marta Nieves Ochoa, estudiante de economía, es secuestrada en el campus Universitario por sus propios compañeros de carrera, militantes del M-19. Como consecuencia de este hecho fue creado el MAS (Muerte a secuestradores), y en los meses siguientes fueron asesinados y desaparecidos varios estudiantes de la Universidad.
En los testimonios reconozco una memoria silenciada, que circula entre personas que vivieron ese período y conservan en secreto los rumores, las angustias y las pérdidas que ese evento significó. Me impacta saber que nuestra Universidad es protagonista del «momento inaugural» de uno de los fenómenos más complejos, violentos y perdurables de la historia de nuestro país: el paramilitarismo.
Un acontecimiento de 1983 me trae al presente: el 27 de octubre la Asociación de Profesores y los estudiantes, junto con otros gremios, organizan la Marcha Por la Vida. En fotos puede verse una multitud caminando por el centro de Medellín, exigiendo «paz, paz, paz»; gritando «¡Vivos nos los quitaron! ¡Vivos los necesitamos!». Denunciaban la violencia del Estado, el accionar impune del MAS y la radicalización de algunos grupos guerrilleros.
Me impresionan las palabras del discurso de Luis Fernando Vélez, en ese momento vicerrector de la Universidad de Antioquia y quien sería asesinado cuatro años después, en diciembre de 1987: «La lucha por el derecho a la vida no puede ser la lucha por el derecho a la vida de los hombres destacados, ni puede ser la lucha por la vida fisiológica, sino que tiene que ser la lucha por el derecho a la vida en condiciones dignas para todos».
Estos y otros eventos pueden ser leídos en la Línea del Tiempo 50 años de Violencia y Resistencia en la Universidad de Antioquia. La Línea es un potente dispositivo de memoria, por ser una fuente de información para aquellos interesados en investigar el pasado de la Universidad y también una herramienta pedagógica que nos permite hablar de la violencia y la resistencia en la Universidad y comprender cómo ella está relacionada con la historia del país.
Su gran potencial radica en que abre espacios para el diálogo, para la resignificación de esos acontecimientos del pasado que algunas veces conmemoramos sin una conciencia muy clara de lo que representan; rompe con los silencios sobre eventos que nos confrontan como universitarios y nos deberían llevar a profundos cuestionamientos éticos; visibiliza las diversas formas de resistencia expresadas en actos de solidaridad, defensa de la vida, invitación al debate y al recurso a la palabra para enfrentar las diferencias.
Los invito a que conozcan las historias de esta línea del tiempo y a que conversemos sobre las luchas, las tensiones, las paradojas, las encrucijadas y los impactos de la violencia y la resistencia en la Universidad de Antioquia. Finalmente, los invito también a recordar las palabras de la profesora María Teresa Uribe acerca de la mirada a hechos del pasado que pueden incidir tanto en el presente: «Asumir ese pasado es un proceso de conocimiento y autoevaluación de la misma Universidad y por lo tanto es una actividad pedagógica que deberá luego difundirse a otras instancias públicas y privadas, esto formaría ciudadanos responsables de sí mismos, del Estado que construyen y de la historia vivida. Si no somos capaces de mirarnos a los ojos y decirnos las verdades, el proceso queda completamente cojo» (entrevista, 13 de junio del 2018).
*Esta columna de opinión fue publicada originalmente el 12 de febrero de 2021, aquí.
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