Las bitácoras son un vigoroso dispositivo de comunicación entre las familias y las víctimas del conflicto armado en el Salón del Nunca Más de Granada, Antioquia.  Actualizan el relato de memoria y lo nutren de nuevas experiencias.

 

Opinión por Luis Daniel Botero Arango – Hacemos Memoria

Foto: Julián Roldán

Una bitácora es un cuaderno de viaje donde el viajero va consignando su travesía. De alguna manera, es la memoria de los hechos y su relación con los caminos recorridos. El conjunto de bitácoras de una persona sería, por lo tanto, una trayectoria de vida, un relato de experiencias significativas que quedan inscritas como una suerte de narrativa histórica individual.

No obstante, cuando un grupo de personas deciden juntarse para contar su historia a través de relatos individuales, en un mismo contexto y con una narrativa que vincula los hechos que vivieron, cada bitácora se convierte en la pieza de un rompecabezas que da forma a un corpus social con un propósito político de carácter reivindicativo, el cual, en ocasiones, al llamar la atención sobre algo oculto, abre el camino a la denuncia pública.

Así, lo individual trasciende al sentido de un camino compartido y, además de ayudar al proceso de reencontrar un horizonte, las bitácoras contribuyen a la generación de una identidad colectiva y son parte de una apuesta discursiva común. En otras palabras, se convierten en un aporte a la construcción de la memoria colectiva.

Es el caso del Salón del Nunca Más de Granada, Oriente de Antioquia, donde un conjunto de personas, en su mayoría mujeres campesinas víctimas del conflicto armado, decidieron juntarse desde el 2007 en una organización llamada Asovida, entre otras cosas, para abrir un espacio común y, así, ajustar las piezas de su propio rompecabezas.

Abierto dos años después de que estas mujeres constituyeran su asociación, el Salón se convirtió en uno de los primeros lugares de memoria del país, con la virtud de que no se dedicó únicamente a consignar la trayectoria de la organización, sino que también representó el relato histórico de lo que aconteció en el municipio durante los años en que la violencia, asociada al conflicto armado colombiano, impactó la vida en este territorio. A través de un conjunto de elementos fotográficos y textuales, acompañados de un relato en vivo por las mismas víctimas, los visitantes asisten a la interpretación de varios de los principales episodios que marcaron para siempre las vidas de los habitantes que resistieron a la guerra.

Pero el Salón no es únicamente un espacio físico anclado en el pasado, es una construcción constante que habla del presente, pues además de servir como lugar de memoria para contar al público foráneo lo que pasó, permite que los habitantes del municipio, familiares de las víctimas del conflicto armado, puedan conectarse con su propia historia, hacer sus duelos, sentir que son reconocidos y, de cierta manera, reparados de manera simbólica. Por ende, es un lugar vivo al que le han sido atribuidos significados y sentidos por parte de quienes han participado en su consolidación.

Uno de los elementos que ha convertido a este lugar en un referente de memoria e identidad colectiva es precisamente el ejercicio de escritura que las víctimas hacen en sus bitácoras que, en este caso, consisten en cuadernos de pasta negra cuya portada exhibe la foto de la persona que fue desaparecida o asesinada, pero que hoy, por la acción de la humedad en el espacio físico del Salón, están en riesgo de desaparecer y, en consecuencia, también las historias de sus familiares y amigos.

Estas bitácoras son la forma en que las familias siguen conectadas con sus seres queridos, lo que las convierte en vigorosos dispositivos de comunicación que actualizan el relato de memoria, lo nutren de nuevas experiencias y sirven, a quienes las usan, como una forma de continuar su camino sin que sobrevenga el olvido. En ellas consignan su día a día; relatan fiestas y eventos especiales en los que añoraron contar con su presencia, como el nacimiento de un nuevo miembro de la familia o los cambios significativos en la vida personal de quien escribe; y expresan cuánto extrañan la presencia del ausente, a la vez que cuestionan por qué pasó lo que pasó y, en los casos de desaparición forzada, preguntan por el paradero de su ser querido, a quien anhelan encontrar con vida.

De modo que las bitácoras se han convertido para los familiares de víctimas de desaparición forzada en un instrumento indispensable para sobrellevar el vacío de no tener respuestas y la oportunidad de contar con un espacio para llorar a sus familiares, sin miradas que les intimiden o lo juzguen. También en dispositivos que sirven como un elemento que transmuta el dolor, acompañando y transformando los sentimientos de odio y rencor. A su vez, estos poderosos cuadernos, han contribuido a la lucha permanente de Asovida en la denuncia de los hechos atroces, la dignificación de las víctimas y su contribución para que lo sucedido no se repita.

A todo lo anterior se agrega que, junto con todo el trabajo desarrollado en el Salón del Nunca Más, las bitácoras han generado que las víctimas del conflicto en Granada ya no sean narradas por otros, pues les permitieron construir una forma auténtica de nombrarse, reconocerse como nuevos actores políticos y traducir a su propio lenguaje los múltiples discursos que surgen sobre su realidad y situación. Así es que han tejido un lugar en el mundo y, a partir de eso, su capacidad para reconstruir la propia experiencia y trayectoria vital.

Por eso hago este llamado a la sostenibilidad de Asovida, que requiere un nuevo aliento por el desgaste que traen los años a las trayectorias organizativas, y, sobre todo, a la conservación urgente de este archivo de memoria que componen las bitácoras, porque son, en buena parte, las que hacen que el Salón del Nunca Más no pierda su rumbo y su propósito, pues sin ellas, la potencia de su voz colectiva languidece.

 


Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.