La justa dimensión de los logros de De la Calle es algo que el tiempo y las circunstancias del país permitirán difundir masivamente. Por el momento, la lectura de Revelaciones al final de una guerra es una invitación poco despreciable, porque habla y reflexiona sobre el ejercicio de la paz.
Por: Adrián Atehortúa
Periodista de la Universidad de Antioquia
Como se ha repetido en los últimos ocho años, no es una tarea fácil poner fin a una guerra contra la guerrilla más antigua del planeta. Como ya se sabe, el hombre al que se le encomendó esa misión fue Humberto de la Calle. Tener un libro sobre cómo fue ese proceso para alcanzar una proeza semejante, escrito por él mismo, es, sin duda, material de lectura de primera línea para todos los interesados y no interesados en el tema. Es decir, para cualquier colombiano de esta y de las próximas generaciones.
Revelaciones al final de una guerra es uno de esos libros que seguramente tomará más significado y mayor entendimiento con el paso de los años porque, en cualquier modo, es un documento valioso sobre uno de los episodios más trascendentales de nuestra historia reciente, entre todos los que hasta el momento se han hecho y todos los que están por venir. Porque, independiente de la simpatía o la lejanía que se tenga con su autor, no hay que dejar pasar la oportunidad, así sea por curiosidad elemental, de conocer qué pasó por su cabeza durante todo este tiempo en el que su trabajo fue la principal fuente de cambios, tensiones y polémicas de todo el país y cuyos efectos se siguen reflejando. Pero, sobre todo, porque habla de lo que tanto tiempo nos ha costado como nación: entendernos.
En realidad, en el libro no hay revelaciones. Si se quiere saber detalles de cosas dichas o hechas debajo de la mesa y fuera del foco de lo que ya registraron los medios de comunicación, como en esas secciones de confidencias políticas y politiqueras que tanto les gusta a los noticieros del país, son muy pocas o casi innecesarias las que se cuentan en el libro. Aunque no deja de ser inquietante la mención de algunos detalles como, por ejemplo, saber si había una suerte de espionaje entre los bandos en la negociación y algunos fuera de ella. Son las disertaciones de De la Calle sobre su trabajo, su misión y el contexto del país lo que realmente da importancia a estas páginas.
Revelaciones al final de una guerra se trata, realmente, de una serie de reflexiones sobre un proceso que en su momento podía ser otro fracaso espectacular como los que ya había vivido el país en asuntos de procesos de paz. El constante diálogo interno de su autor en la marcha de los acontecimientos, junto a algunas anécdotas que presenció y de las que no hay más testigos que él mismo o algunos otros personajes mencionados, dan un panorama de la relevancia que tuvo y que seguramente tendrá para el país que sus líderes tengan la capacidad, la disposición y la paciencia de buscar métodos que solucionen los conflictos que nos han aquejado, sin necesidad de caer más hondo en la espiral de decadencia en la que ya todos íbamos rodando sin parar.
Por eso, en gran parte, intencional o no, el libro parece escrito como una especie de extensa y muy digerible explicación sobre la paz y el proceso de paz con las FARC, dirigida a quienes no creían y no creen que esa fuera la solución. En momentos, asombra que De la Calle se tome la molestia de explicar con teorías, con derroteros, listas y enumeraciones cosas que parecen elementales como, por ejemplo, por qué los seres humanos necesitamos y tenemos derecho a vivir en paz. En medio de eso, son aún más pertinentes y asombrosas sus reflexiones sobre temas que tuvo que enfrentar como efectos secundarios de su tarea y que para el lector podrían pasar desapercibidos en un análisis básico: la presión de los medios de comunicación y los periodistas, la desinformación masiva entre los ciudadanos, la constante sombra de la oposición, los cambios en las relaciones internacionales, solo por mencionar algunos que son constantes en la narración.
Como el suyo no es el caso de otro intento de proceso de paz fallido, sino de un proceso que al menos logró una negociación y un desarme, las memorias de De la Calle son, desde ya, en el más escueto de los casos, una recopilación de apreciaciones nada despreciables y bastante pertinentes de todo lo que falta en Colombia para concretar definitivamente la paz: se entiende en el libro que el proceso es largo y que no lo hemos logrado. Que este es solo un primer paso. Y fue un paso largo. En otras palabras, sus reflexiones pueden servir de borrador, referente o contraste a cualquier paso siguiente que se dé en Colombia o cualquier país que quiera seguir pensando la paz y la guerra de los suyos.
La justa dimensión de los logros de De la Calle es algo que el tiempo y las circunstancias del país permitirán difundir masivamente. Por el momento, la lectura de Revelaciones al final de una guerra es una invitación poco despreciable, porque habla y reflexiona sobre el ejercicio de la paz después de todo y después de tanto. La fuente principal es de total relevancia.
Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.
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