Masacre en el bar Oporto, 26 años de impunidad

Camilo Andrés Jaramillo es uno de los tres sobrevivientes de la masacre del bar Oporto. Hablamos con él para recordar lo que sucedió la noche del 23 de junio de 1990. Aunque han pasado 26 años, los familiares de los 23 jóvenes asesinados siguen reclamando justicia.

Por Elizabeth Otálvaro y Juan Camilo Castañeda

En la mañana del 23 de junio de 1990 Camilo Andrés Jaramillo vio con sus amigos el partido que Colombia perdió con Camerún uno a dos, y que dejó a la selección por fuera del Mundial de Fútbol de Italia. La jugada en la Roger Milla le arrebató el balón a René Higuita y que concluyó en gol de los rivales, sería la última que causaría indignación, esa que es propia de los hinchas, en sus amigos Alex Yanovich, Juan Pablo Salazar y los hermanos Lucas y Pablo Ochoa López.

Esa tarde estudiaron juntos para los parciales finales que tendrían la semana siguiente en la Universidad Eafit. En la noche, aunque Camilo Andrés no tenían previsto salir de fiesta, fueron al bar Oporto, ubicado en la Loma de los Benedictinos en Envigado, para tomarse unos tragos de aguardiente.

Pasadas las 10 de la noche, hombres armados arribaron al bar y, después de separar a los hombres de las mujeres, comenzaron a disparar. Veintitrés muchachos asesinados y tres heridos, Camilo Andrés Jaramillo entre ellos. Sus amigos fallecieron en el lugar.

Aunque han pasado veintiséis años desde que ocurrió la masacre, las autoridades judiciales no han desarrollado una investigación que permita establecer quiénes fueron los responsables. “Lo único que yo quiero es que se sepa la verdad: quiénes lo hicieron y por qué lo hicieron. Es inconcebible que algo tan grave pase en una ciudad y no se sepa nada”, asegura Camilo Andrés.

Hace dos años el periodista Luis Alirio Calle escribió la crónica “Bar Oporto 1990: el saturado recuerdo del pavor”, publicada en el libro De las palabras, en la que reconstruyó el hecho a partir de los recuerdos de Adriana Mesa, empleada del bar, Guillermo Rodas, habitante del sector, Alberto Castaño, dueño del bar y padre de una de las víctimas, y Camilo Andrés Jaramillo, uno de los tres sobrevivientes de la masacre.