En el Cementerio Universal de Medellín, la UBPD busca a personas desaparecidas entre osarios desordenados y registros incompletos. En este lugar también se levanta el Memorial de Identidades Ausentes, un espacio para dignificar a las víctimas.
Por Fabián Uribe Betancur
Foto de portada: Julián Roldán Álzate
Desde 2020, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) ha intervenido 25 sitios de interés forense en el Cementerio Universal de Medellín; allí se ha enfrentado a retos como la desorganización de los antiguos osarios, la falta de claridad en los registros de inhumaciones y los cambios físicos del terreno, que complican la búsqueda e identificación de los cuerpos que allí reposan. Mientras tanto, avanza allí el plan de construcción del Memorial de Identidades Ausentes, un espacio con nuevos osarios para dignificar a las personas desaparecidas en el conflicto armado.
A un costado del centro del Jardín Cementerio Universal se alza desde 2017 el mausoleo “Ausencias que se nombran” con 180 urnas. Construido por exigencia de familiares de víctimas de desaparición, es hoy un lugar de memoria donde las mujeres buscadoras realizan actos simbólicos, culturales y de encuentro con sus seres queridos. Esta semana, una de sus últimas urnas disponibles fue destinada a resguardar el cuerpo de una víctima de Antioquia. El lugar para otros cuerpos escasea.
Ante la necesidad de contar con osarios que permitan la preservación y custodia digna de los cuerpos no identificados y no reclamados, así como de las prendas y elementos personales hallados durante su recuperación —que pueden contribuir a su identificación—, la UBPD inició la demarcación del área alrededor del mausoleo para su ampliación. Allí será construido el Memorial de Identidades Ausentes con recursos de la Alcaldía de Medellín y que, según el proyecto de la UBPD, contará con 300 nuevos osarios, así como un espacio para el trabajo forense, un salón de reuniones, un monumento a las víctimas de desaparición y una zona para realizar rituales y actos públicos de memoria.
La abogada y directora de la Corporación Jurídica Libertad (CJL), Adriana Arboleda, explica que la construcción de osarios en este cementerio responde a una solicitud del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) que fue presentada ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), debido a la falta de espacios para custodiar los cuerpos recuperados.

Arboleda detalla que muchas de las estructuras óseas deben esperar largos periodos mientras se adelanta su identificación. “Propusimos la creación de santuarios de la memoria, es decir, lugares donde los cuerpos pudieran ser custodiados con dignidad y sentido simbólico”, afirma. La defensora de derechos humanos agrega que para las víctimas es doloroso saber que los cuerpos de sus seres queridos se quedan guardados en bodegas institucionales o son movidos de sitio sin control ni orden.
Un cementerio para todos
El Jardín Cementerio Universal, situado entre la parte baja de Castilla y el barrio Caribe, fue diseñado por el arquitecto y artista Pedro Nel Gómez, e inaugurado en 1933. Su creación respondió a la visión liberal del presidente Enrique Olaya Herrera, quien buscó garantizar que toda persona tuviera derecho a un entierro digno, sin restricciones de raza, credo, orientación sexual o situación económica. En ese predio de 55 mil metros cuadrados y donde hay 5116 bóvedas, han podido reposar los restos de habitantes de calle, personas en extrema pobreza y desconocidos en su entorno de fallecimiento. Se levantan entre sus pabellones y jardines, mausoleos en homenaje a miembros de instituciones como la Policía y el Ejército, y descansan empleados ferroviarios y linotipistas.
El Cementerio Universal hace parte del Plan Regional de Búsqueda Valle de Aburrá, cuyo propósito es encontrar a las 5489 personas dadas por desaparecidas en circunstancias del conflicto, en esta región de Antioquia. Según datos de la UBPD, en el camposanto hay un universo provisional de 986 cuerpos no identificados y 203 cuerpos identificados que no han sido reclamados.
La historia de su intervención se remonta, según la directora de la CJL, al 2012, cuando esta organización junto con el Movice y el colectivo Mujeres Caminando por la Verdad —que este año se estableció como asociación de víctimas—, presentaron a la alcaldía solicitudes para que se interviniera y se priorizara la búsqueda allí. “Eso fue cuando nos enteramos del mal manejo que había en el cementerio. Interpusimos una demanda contra la Alcaldía de Medellín por la pérdida del cuerpo de una víctima de la Comuna 13 que había sido sepultada en ese lugar”, detalla.
Años después, el 29 de agosto del 2018, el Movice presentó a la JEP una solicitud de medidas cautelares para el cuidado, protección y preservación de 16 lugares del país donde podrían encontrarse cuerpos de posibles víctimas de desaparición forzada.
Fue así como la entidad transicional ordenó ese mismo año las medidas cautelares que protegerían en el Valle de Aburrá, tres sitios particulares: La Escombrera y La Arenera en la Comuna 13, el Jardín Cementerio Universal y el Laboratorio de Osteología de la Universidad de Antioquia.
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Más específicamente, en 2020, la JEP prohibió exhumaciones, inhumaciones y traslados de cuerpos en las zonas 20 a 24, 26 y 29a del Jardín Cementerio Universal. Entre 2020 y 2024, el Grupo de Apoyo Técnico Forense (GATEF) de la JEP recuperó 183 cuerpos, que fueron entregados al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses para su identificación.
Como lo han hecho con la medida cautelar y la búsqueda de desaparecidos en La Escombrera, las integrantes de Mujeres Caminando por la Verdad también acompañaron y realizaron veeduría a las acciones forenses de la JEP en el cementerio. “Íbamos día de por medio para acompañar y observar el avance de la intervención forense en este lugar”, cuenta Luz Elena Galeano, vocera de esta asociación de víctimas.

Tras finalizar la intervención en el cementerio, la JEP ordenó a la Alcaldía tomar varias medidas de protección, entre ellas habilitar 170 osarios individuales para guardar los cuerpos exhumados que no puedan ser identificados, y realizar la unificación, organización y señalización de las zonas.
Según John Fernando Mesa Bedoya, abogado y coordinador del Plan Regional de Búsqueda Valle de Aburrá de la UBPD, la intervención por parte de la entidad humanitaria se ha realizado en zonas no cobijadas durante las medidas cautelares de la JEP, en los años 2020, 2021 y 2024. En estas intervenciones se han abordado 25 sitios de interés forense, donde fueron recuperados 11 cuerpos de posibles víctimas de desaparición forzada.
Mesa detalla que, antes de hacer las intervenciones, se hizo una caracterización del cementerio y se encontraron diversas dificultades para la búsqueda: diferencias en la forma de enumeración de los osarios o nombres cambiados, poca información sobre las inhumaciones, falta de seguimiento en los cambios que se han hecho y pérdida de archivos antiguos.
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Con el paso del tiempo, el Cementerio Universal ha cambiado varias veces su forma de llevar los registros, lo que ha dificultado saber con exactitud dónde está cada cuerpo: “Por eso, la búsqueda se ha vuelto un proceso complejo que implica recolectar información, acudir al conocimiento de los sepultureros, revisar los archivos existentes y contrastar lo que saben los funcionarios actuales con lo que dejaron registrado sus antecesores”, detalla el abogado Mesa.
Las investigaciones que adelanta la UBPD se realizan caso por caso, mediante el análisis y cruce de información entre las actas de defunción del Medicina Legal, los hechos ocurridos durante el conflicto —como operaciones militares o enfrentamientos entre grupos armados—, las solicitudes de búsqueda de los familiares y los registros existentes del cementerio sobre las inhumaciones.
Esta tarea es como armar un rompecabezas, afirma Mesa: “Una parte nos indica las fechas y los lugares de donde provinieron los cuerpos; la documentación de Medicina Legal confirma que efectivamente se realizaron los levantamientos en esos sitios, y esa información nos permite establecer un posible destino final de inhumación. Luego, en ese destino, revisamos la dinámica del cementerio para determinar dónde podrían estar o no, según la información disponible”.
También señala que una de las dificultades en la búsqueda dentro del cementerio se asocia a las condiciones del terreno: “El tipo de suelo y el clima hacen que las fosas en tierra no sean tan estables. Como muchas de estas inhumaciones se realizaron hace 20 o 25 años, el terreno ha cambiado con el tiempo. Por eso, aunque en teoría sabemos dónde debería estar un cuerpo, a veces al llegar al sitio no encontramos nada”, afirma el coordinador del Plan de Búsqueda del Valle de Aburrá.
El desafío de la identificación
La tarea de buscar en los cementerios puede darse por exitosa cuando se logra la identificación y eso, aclara Adriana Arboleda, va ligado a las demás fases del proceso, que implican la documentación y la investigación. “Es un trabajo continuo y articulado; siempre es necesario seguir investigando y cruzando información entre diferentes bases de datos”, afirma la directora de la CJL.
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Pero el desafío de la identificación no ocurre solo en el Cementerio Universal: “Actualmente estamos en una discusión profunda sobre cómo avanzar en dos aspectos: por un lado, garantizar la custodia adecuada de todos esos cuerpos recuperados y, por otro, fortalecer los procesos de identificación. Este es hoy el principal cuello de botella en Colombia, porque de nada sirve recuperar cuerpos si no logramos identificarlos… Mientras eso no ocurra, las personas siguen desaparecidas”, sentencia.
Se espera que en antes de finalizar 2025 la UBPD adelante una cuarta fase de intervención forense en el Jardín Cementerio Universal de Medellín, basada en los resultados de las investigaciones y en las solicitudes de búsqueda que han presentado los familiares de las personas desaparecidas.

