Del Patio del Olvido al lugar de la memoria en Palmira 

Lugar de memoria y osarios en el cementerio de Palmira.

Víctimas, firmantes de paz y exintegrantes de la Fuerza Pública transforman el Patio del Olvido del cementerio de Palmira en un espacio de memoria y reparación, con la entrega de 600 osarios, un mural y el Jardín de la Esperanza. 

Por Fabián Uribe Betancur 

El llamado “Patio del Olvido”, que fuera la zona de caridad del Cementerio Católico Central de Palmira, Valle del Cauca, se erige hoy como un lugar de memoria y dignificación para los desaparecidos del conflicto armado.  

En un proceso restaurativo, víctimas, firmantes de paz y comparecientes de la Fuerza Pública ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) realizaron el 27 de agosto del presente año la entrega a la comunidad de 600 osarios, un mural simbólico y el espacio memorial Jardín de la Esperanza, en una ceremonia que precedió al Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas —30 de agosto.  

Se trata de un proyecto piloto de reparación que lleva por nombre “Nos juntamos para encontrarles”, y que se podría convertir en un TOAR —trabajos, obras y actividades con contenido reparador— para quienes participaron de su ejecución y son comparecientes en la JEP, de manera que se les tenga en cuenta cuando el Tribunal de Paz imponga la sanción que les corresponde en sus procesos transicionales.   

Los participantes de la iniciativa son comparecientes y víctimas acreditadas en tres casos investigados por la JEP: el caso 01, que investiga la “Toma de rehenes, graves privaciones de la libertad y otros crímenes concurrentes cometidos por las FARC-EP”; el caso 03, que aborda los “Asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado”, y el caso 05, que prioriza la “Situación territorial en la región del norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca”.  

El proceso restaurativo fue liderado por la Corporación Humanitaria Reencuentros, integrada por firmantes de paz; la Fundación Comité de Reconciliación, conformado por comparecientes de la Fuerza Pública ante la JEP, y la Corporación para el Desarrollo Regional (CDR), organización de víctimas con presencia en el Valle del Cauca, quienes propusieron la construcción de osarios y la adecuación de un lote de 800 metros cuadrados ubicado en la zona conocida como el Patio del Olvido del Cementerio Central de Palmira.  

Este proyecto surgió a finales del 2023, luego de una investigación liderada por la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) y la Corporación Humanitaria Reencuentros, cuyo objetivo era hallar el paradero del cuerpo de un excombatiente de la antigua compañía móvil Gabriel Galvis de las FARC-EP, estructura que tuvo presencia en el sur del Valle del Cauca y en el norte del Cauca. 

El excombatiente era conocido en la antigua estructura como “Esteban”, y su nombre de pila era Alejandro Girón García. Murió el 20 de enero del 2012 en un enfrentamiento armado en el municipio de Florida; su cuerpo fue trasladado de la zona de combate por el Ejército y posteriormente fue inhumado como persona no identificada en el municipio de Palmira.  

Víctimas, firmantes de paz y exintegrantes entregaron osarios en Palmira.
Víctimas, firmantes de paz y exintegrantes de la Fuerza Pública organizaron la entrega de osarios en el cementerio de Palmira. Foto: Fabián Uribe Betancur.

Jhon León González, politólogo, firmante de paz y director de Reencuentros, explica sobre este proceso que, gracias a la solicitud de búsqueda presentada por los familiares, a la documentación que lograron recoger y al cruce de datos con el Sirdec —Sistema de Información Red de Desaparecidos y Cadáveres—, fue posible identificar y ubicar el sitio de inhumación. El cuerpo de “Esteban” reposaba en el Cementerio Central de Palmira, en una zona conocida como el Patio del Olvido, un espacio delimitado de 800 metros cuadrados que ha funcionado en comodato entre la Diócesis de Palmira y el Instituto de Medicina Legal, para inhumar a personas sin identificar o no reclamadas por sus familiares. 

En mayo del 2024, la UBPD intervino esta zona para recuperar las estructuras óseas de Alejandro Girón García, quien fue hallado entre nueve cuerpos apilados. Luego de este proceso, junto a la Corporación Humanitaria Reencuentros, la entidad humanitaria y extrajudicial realizó un análisis del lugar.  

Según María Victoria Rodríguez, coordinadora territorial de la UBPD en el Valle del Cauca, de ese análisis se evidenciaron varios asuntos, como la falta de osarios, la insuficiencia de personal de vigilancia y la extracción de restos óseos con fines de brujería, lo que pone en riesgo la custodia de los cuerpos no identificados o no reclamados que aún permanecen en el camposanto. “Estos cuerpos fueron inhumados sin los debidos procedimientos, y el sitio ha sido vulnerado por personas inescrupulosas que han saqueado restos”, cuenta la funcionaria.  

Gracias a la documentación recopilada por ambas entidades, el cementerio se convirtió en un lugar crucial para la búsqueda de personas desaparecidas en el Valle del Cauca. Daniel Felipe Guerra, antropólogo e investigador de la UBPD, explica que el camposanto hace parte de los sitios de interés forense del Plan Regional de Búsqueda Área Metropolitana de Cali, que comprende los municipios de Candelaria, Dagua, Jamundí, Palmira, Cali, Puerto Tejada y Villa Rica. “Esa revisión y caracterización nos permitió identificar 90 cruces que corresponden a personas inhumadas en este cementerio, presuntamente todas en este sector”, menciona. 

En el cementerio de Palmira, una mujer remueve una cinta de seguridad.
Cada una de las cruces es un sitio de interés forense que puede contener más de un cuerpo y que podría ser recuperado por la UBPD, según avancen las investigaciones. Foto: Fabián Uribe Betancur.

Según datos de la UBPD, desde 1982 se han registrado 670 cuerpos, entre no identificados e identificados no reclamados que corresponderían a personas desaparecidas en acciones del conflicto armado provenientes del sur del Valle del Cauca —de municipios como Florida, Pradera, Palmira, Candelaria y El Cerrito—, así como del norte del Cauca —municipio de Rioblanco— y el departamento del Tolima. 

Rodríguez dice que la cantidad de estructuras óseas que deben atenderse en el Cementerio de Palmira y en otros lugares priorizados en el Plan de Búsqueda en el Área Metropolitana de Cali supera la capacidad del Instituto de Medicina Legal, que no cuenta con espacios suficientes para su adecuada custodia. Por esta razón, se les propuso a los integrantes de la Corporación Humanitaria Reencuentros la construcción de osarios. “El objetivo era trabajar juntamente con el Instituto, fortalecer su capacidad —ya que sigue disponiendo cuerpos en este lugar— y consolidar el trabajo con los comparecientes”, afirma.  

Jhon León González dice que el diseño del proyecto restaurativo inició en abril de 2024 con apoyo del PNUD, la UBPD, la Gobernación del Valle del Cauca, la Alcaldía de Palmira, la Pastoral Social, la Embajada de Suecia, la GIZ y el acompañamiento de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia.  

“Se fueron sumando organizaciones de víctimas, entre ellas la Corporación para el Desarrollo Regional, que desde hace varios años trabaja en temas asociados a la búsqueda de personas desaparecidas. Asimismo, se vinculó a la Fundación Comité de Reconciliación a finales de 2024, que agrupa a comparecientes de la Fuerza Pública”, detalla el director de Reencuentros. 

María Carolina Osorno, quien busca a su hermano José Osorno Llano, desaparecido en Buga el 5 de diciembre de 1990, y es integrante de la Corporación para el Desarrollo Regional (CDR), señala que los primeros acercamientos con las familias de víctimas de desaparición forzada se dieron a través de la UBPD, entidad que les presentó la propuesta de construcción de osarios y adecuación de un espacio de memorialización en el Cementerio de Palmira. “Empezamos a trabajar en los diseños y a programar reuniones entre comparecientes, firmantes de paz y víctimas”, recuerda. 

Víctimas presentaron la obra "Entre sombras y estelas" en el cementerio de Palmira.
Las víctimas presentaron la obra teatral Entre sombras y estelas durante el acto simbólico del 27 de agosto en el cementerio de Palmira. Foto: Fabián Uribe Betancur.

Antes de programar las reuniones entre víctimas, firmantes de paz y exintegrantes de la Fuerza Pública, cada una de las organizaciones que los representa realizó diversos talleres psicosociales para prepararlos, en los que se abordaron temas como el perdón y la reconciliación. Maria Lucelly Urbano, firmante de paz e integrante de Reencuentros, comenta que: “El primer encuentro fue entre nosotros y los exintegrantes de la Fuerza Pública, quienes asumimos la tarea de prospección: revisar un área del cementerio con un georradar para identificar posibles anomalías. Después se realizó una reunión con las víctimas”, recuerda.  

La coordinadora territorial de la UBPD en el Valle del Cauca, Rodríguez, explica que una de las primeras acciones para la construcción de los osarios por parte de los comparecientes fue el cerramiento del lugar, lo que permitió mantener el área controlada. En febrero del 2025, se adelantó una segunda fase de intervención forense en la que la entidad humanitaria recuperó 77 cuerpos de personas sin identificar o no reclamadas, lo que permitió despejar el espacio para las labores de adecuación. En este proceso, firmantes de paz y exintegrantes de la Fuerza Pública apoyaron las labores de excavación. 

Alberto Bariño Suárez, exintegrante de la Fuerza Pública y miembro de la Fundación Comité de Reconciliación, relata que las víctimas participaron en el diseño de los osarios, aportando sus ideas para la creación del actual repositorio de memoria. “Plantearon la idea de levantar varios osarios con una capilla en el centro y también propusieron un espacio de memorialización a través de un mural en la entrada”, dice. 

Las víctimas, los firmantes de paz y los exintegrantes de la Fuerza Pública reconocen que al inicio fue difícil interactuar, trabajar juntos, pues provenían de orillas opuestas del conflicto armado y con recuerdos dolorosos. Sin embargo, los espacios de preparación y encuentro les permitieron reconocerse, construir confianza y avanzar en un objetivo común: aportar a la búsqueda de las personas desaparecidas.  

La primera actividad pública fue la pintura de un mural en la parte exterior del cementerio, en marzo del 2025, con la frase “Nos juntamos para encontrarles. Solo desaparece quien se olvida”. La obra incluye un abrazo que simboliza reencuentro y reconciliación, mariposas como transformación y resiliencia, y flores violetas y amarillas que evocan memoria, amor y fortaleza en la búsqueda. “Fue el primer ejercicio compartido con ellos, en el que hubo mucho cuidado y delicadeza al acercarnos, entendiendo las situaciones vividas”, cuenta María Lucelly Urbano.  

Mural en memoria de víctimas de desaparición forzada en el cementerio de Palmira.
Mural en honor a las víctimas de desaparición forzada en el Cementerio de Palmira, elaborado por víctimas, firmantes de paz y exintegrantes de la Fuerza Pública. Foto: Fabián Uribe Betancur.

También se construyó el espacio memorial “Jardín de la Esperanza, liderado por las víctimas, que además generó empleo temporal para algunos integrantes de las familias. Para María Carolina Osorno, este piloto de reparación es importante porque permitirá contar con un lugar para las estructuras óseas recuperadas en el cementerio y, al mismo tiempo, destinarlo a los familiares de víctimas del conflicto que no cuenten con recursos económicos para enterrar dignamente a sus seres queridos hallados en los diferentes planes de búsqueda del Valle del Cauca. “Aún falta mucho por hacer aquí y no debería limitarse a Palmira. Esto tendría que replicarse en todos los cementerios del país”, afirma la integrante de CDR.  

Cuando firmantes y comparecientes estaban construyendo con sus propias manos los osarios, tuvieron que desmontar algunos muros y partes originales del cementerio. En ese proceso ocurrió un hallazgo fortuito en doce columnas del camposanto: se encontraron estructuras óseas que no debían estar ubicadas allí.  

Luego de una revisión por parte de los expertos de la UBPD, se considera que puede haber cerca de 190 grupos de estructuras óseas que corresponderían a igual número de cuerpos, los cuales hoy se encuentran en resguardo de las autoridades y del propio cementerio para conocer su identidad.

Saber más: Otra difícil búsqueda: los desaparecidos del estero de San Antonio 

La UBPD está al frente de las investigaciones que permitan establecer por qué reposaban en las columnas del cementerio y no en los osarios individuales. “Se ha avanzado, por ejemplo, con las entrevistas. Ha sido, además, información que sorprendió, ya que no había sido conocida previamente por la administración del cementerio. Se estima que corresponden a inhumaciones realizadas aproximadamente entre 1985 y 2000, según los elementos encontrados. La estimación se basa en la correlación con restos de basura, prendas y otros objetos asociados a la disposición, lo que permite determinar la temporalidad en que ocurrió”, relata Daniel Felipe Guerra, forense de la UBPD. 

Entre las hipótesis de la investigación se contempla que en el cementerio se habrían hecho traslados internos sin control, relacionados con la venta de osarios. También se han encontrado inhumaciones en bolsas o con huesos mezclados, así como entierros de personas con signos de violencia sin registro. Además, se hallaron columnas selladas con cemento que podrían indicar el ocultamiento de restos óseos. 

Durante el acto simbólico del 27 de agosto en Palmira, el secretario ejecutivo de la JEP, Harvey Suárez, resaltó la relevancia de que esta iniciativa surgiera de la decisión conjunta de los comparecientes de dialogar y trabajar unidos. “Víctimas que por décadas han buscado y comparecientes que en el pasado causaron daño hoy se encuentran para proponer restauración y dignificación. Esto es lo que en la Jurisdicción llamamos hechos restaurativos”, dijo. 

La JEP dice que este piloto restaurativo puede ser un proyecto TOAR. Según Roberto Vidal, magistrado de esta entidad, la Secretaría Ejecutiva, con apoyo de la UBPD, ha monitoreado la iniciativa, que entrará en un proceso de certificación si cumple ciertos requisitos, como aportar a la verdad, promover el reconocimiento y realizar trabajos u obras con carácter reparador; todo ello de manera articulada. 

Un hombre prepara la entrega de osarios.
En la entrega de osarios en el Cementerio de Palmira, los firmantes de paz y exintegrantes de la Fuerza Pública plasmaron la frase: «Decidimos la verdad y trabajamos para reparar; nos juntamos para encontrarles». Foto: Fabián Uribe Betancur.

Vidal explica que, posteriormente, la Sección de Ausencia de Reconocimiento de Verdad y de Responsabilidad de los Hechos y Conductas evaluará estos elementos y requisitos, y luego verificará la información aportada. “Toda esta información se traduce en decisiones concretas dentro del proceso en el que estas personas responsables son juzgadas y en los beneficios que pueden obtener. Todo esto se valora en términos de tiempo y de desarrollo del proceso, ya que los máximos responsables deberán enfrentar estas etapas ahora y en los próximos 8 o 10 años, durante los cuales se ejecutarán las sanciones”, explica. 

Según el magistrado, en los próximos meses la JEP emitirá las primeras sentencias, tanto para los exintegrantes de la Fuerza Pública como para los excombatientes las FARC-EP. “Estas serán las dos primeras de una serie de sentencias que atenderán los 11 macrocasos que la JEP ha determinado”, puntualiza Vidal.