El sábado 6 de mayo de 1995, Jorge Iván Alarcón llegó a la casa de Édgar Augusto Monsalve, ubicada en el barrio San Francisco de Itagüí, cerca al corregimiento San Antonio de Prado, de Medellín. De allí salieron juntos en un bus, a las once de la mañana, en dirección a una zona rural de ese corregimiento, conocida como el Valle del Silencio. Ese día fue la última vez que sus familiares los vieron, pues ambos fueron víctimas de desaparición forzada a manos de agentes de la Policía.
Jorge Iván Alarcón tenía 22 años y era estudiante de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Antioquia. Édgar Augusto Monsalve tenía 24 años y era estudiante de pintura en una academia de arte, pero la música lo apasionaba y también tocaba guitarra. El hermano de Monsalve, Sergio Monsalve, recuerda que gracias a la música fue que conoció a Alarcón. Ese mismo 6 de mayo “iban a caminar y trabajar en unos arreglos musicales de unas canciones”, dice Sergio.
Según información recogida por la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asfaddes), el 4 de mayo el ejército y fuerzas guerrilleras se enfrentaron en esa región y dejaron cinco personas muertas. El 6 de mayo, agentes de la policía de Angelópolis, San Antonio de Prado y Armenia-Mantequilla fueron enviados al Valle del Silencio para recuperar los cadáveres.
Informes de la Policía Nacional, citados por Asfaddes, revelan que Alarcón y Monsalve fueron detenidos por agentes de esa institución en Angelópolis. Estos los entregaron a la policía de Armenia-Mantequilla en el parque de San Antonio de Prado. Después de tenerlos retenidos todo el día, los agentes los condujeron hacia Titiribí, donde fueron entregados a civiles a las diez de la noche.
En la Universidad de Antioquia los compañeros de Ingeniería de Alarcón se enteraron de la desaparición porque Luis Gonzalo Sánchez, su tío, fue a los pocos días a pedir ayuda. Una ingeniera química, que en ese momento era estudiante y que pidió la reserva de su identidad al ser consultada para la elaboración de esta línea de tiempo, recuerda que junto a otros alumnos le recomendó a Sánchez acudir a Asfaddes y a Amnistía Internacional para que le ayudaran con el caso.
Además, estos estudiantes le ayudaron a Sánchez a llenar la Ciudad Universitaria de afiches con las fotos de los dos desaparecidos y en los que se pedía cualquier información. “Lo que todos pensamos es que como ellos llegaron con guitarra al hombro y Jorge Iván con carné de la Universidad de Antioquia, esa había sido la razón para detenerlos”, recuerda la ingeniera química. Con ella concuerda Sergio Monsalve, quien afirma que, según la información que obtuvo su familia, a ellos los detuvieron porque Alarcón tenía un carné de la Universidad, lo que los hacía sospechosos.
Apenas el 18 de julio, más de dos meses después de la desaparición de Alarcón y Monsalve, El Colombiano publicó una nota referenciando el hecho a partir de un pronunciamiento de rechazo del entonces rector de la Universidad, Jaime Restrepo Cuartas. El artículo de prensa informó que un familiar de los desaparecidos había recibido amenazas de muerte por estar preguntando por su paradero. Ese familiar era Luis Gonzalo Sánchez, a quien además la policía le decomisó 25 mil afiches que pensaba arrojar desde una avioneta sobre la región donde los jóvenes fueron vistos por última vez. Después de esto, Sánchez también denunció que lo estaban tratando de incriminar vinculándolo con un grupo subversivo.
Según el archivo de Asfaddes, a mediados de 1996 se había dictado orden de arresto contra al menos treinta y siete personas, a las que se investigaba por la formación de un grupo paramilitar llamado La Escopeta, que operaba en Titiribí y que estaba relacionado con la desaparición de Alarcón y Monsalve. Entre ellos estaban sindicados un teniente del Ejército, un cabo y un policía, por su participación directa o indirecta. Pero la justicia militar les retiró los cargos y los dejó en libertad.
En la familia de Monsalve, Claudia Monsalve, su hermana, se vinculó a Asfaddes y continuó la búsqueda del joven desaparecido. Pero el 6 de octubre del 2000, ella también fue víctima de desaparición forzada, junto a su compañero Ángel Quintero, también miembro de la organización. Ambos desaparecieron en el centro de Medellín, luego de que un grupo de hombres los obligara a subir a un automóvil.
Por este último caso está investigado el general Mauricio Santoyo, quien fue el jefe de seguridad del expresidente Álvaro Uribe en su primer gobierno. En el 2003, la Procuraduría General de la Nación destituyó a Santoyo por haber ordenado cerca de dos mil interceptaciones ilegales cuando fue agente del Gaula de la Policía en Medellín, a mediados de los noventa. Las investigaciones judiciales indican que el alto oficial compartía la información obtenida de esas interceptaciones con los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia. Después de la desaparición de Claudia, el Estado fue condenado por la desaparición de Alarcón y Monsalve, y de esa forma la familia Monsalve recibió una indemnización. Sin embargo, tanto ellos dos como Claudia continúan desaparecidos.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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