Más de 650 capturados y 40 heridos, entre militares, policías y estudiantes, fue el resultado de un enfrentamiento ocurrido durante la noche del 20 de abril de 1971 en la Universidad de Antioquia, después de una asamblea general, en el marco del Sexto Encuentro Nacional Estudiantil.
Los estudiantes de las universidades públicas exigían la aplicación del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos, un documento nacional de seis puntos, presentado al Gobierno de Misael Pastrana, que reivindicaba la autonomía universitaria, la libertad de cátedra e investigación científica y la participación activa del estudiantado en el cogobierno de las instituciones de educación superior.
Gabriel Moure era estudiante de Sociología de la Universidad en 1971 y formó parte del Consejo Estudiantil de la Facultad de Ciencias y Humanidades. El egresado, que hoy es integrante del Comité Distrital del Polo Democrático en Bogotá, recuerda que en el Consejo Superior Universitario (CSU), máximo órgano directivo de la Universidad, participaban la administración departamental y hasta la iglesia católica, pero no estaban representados los estudiantes.
La conformación del CSU estaba regulada por el Decreto 277 de 1958, expedido por la junta militar que gobernó entre mayo de 1957 y agosto de 1958. El decreto establecía que los consejos superiores de las universidades estatales estarían conformados por el gobernador de cada departamento o su representante, un delegado del Ministerio de Educación, uno de la Iglesia y representantes de los profesores, de los estudiantes y de corporaciones económicas o asociaciones profesionales o de antiguos alumnos, según lo definieran los estatutos de cada universidad.
A las ocho de la mañana de ese 20 de abril comenzó la asamblea citada en el Teatro Universitario Camilo Torres Restrepo, con el objetivo principal de exigir la revocatoria de los integrantes del CSU y proponer una nueva conformación de ese órgano directivo. La reunión terminó con la convocatoria a un paro nacional, en medio de una asistencia tan masiva que fue necesario instalar amplificadores de sonido fuera del teatro, según recuerda Moure.
El egresado relata que eran aproximadamente las cinco de la tarde cuando comenzaron los enfrentamientos entre los estudiantes y los policías, que por esos días rodeaban la Universidad cuando se convocaban asambleas y que actuaban amparados en el estado de sitio, decretado por el presidente Misael Pastrana a finales de febrero, para enfrentar las protestas estudiantiles. La confrontación terminó cerca de la medianoche, con la retirada de los primeros policías.
“Ese día decretaron toque de queda en la ciudad y nos quedamos encerrados en la Universidad”, cuenta Astrid Helena Vallejo Rico, profesora jubilada de la Universidad, quien para entonces era estudiante de Enfermería. Por eso, precisa Moure, “todos nos repartimos por distintas facultades a hablar y echar chistes, pero cuando menos pensamos llegaron como quinientos policías más”.
Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada y la nueva avanzada de la fuerza pública incluía el ejército y grupos de carabineros. “Los estudiantes no estaban preparados y ellos llegaron dando bolillo a la lata”, cuenta Alberto Arroyave, quien era estudiante de Sociología y hasta el 2020 fue integrante de la junta directiva de Empresas Públicas de Medellín.
Mientras trataban de huir, algunos de los estudiantes fueron agredidos y detenidos por la policía. “A mí me tomaron del pelo y me arrastraron por un corredor a la entrada de la cafetería de Economía”, dice la profesora Vallejo. “Pero a los muchachos los trataron espantoso: los hicieron desnudar, les pasaron por encima con las botas y les pegaron”, recuerda.
Asdrúbal Valencia, estudiante de Ingeniería Metalúrgica en ese momento y hoy profesor jubilado de la Facultad de Ingeniería, recuerda que, al tiempo que la policía se tomaba progresivamente el campus, una horda de estudiantes escapó cruzando los límites boscosos de la Universidad con el Parque Norte, hacia el río Medellín. “Estuve más de dos horas escapando porque todo eso estaba militarizado. Supe que algunos lograron escabullirse cruzando el río y reunirse luego en una iglesia del barrio Caribe”, dice.
En ese momento, dentro de la Ciudad Universitaria permanecían resguardados estudiantes, pero también profesores y algunos empleados de la Universidad, recuerda Gloria Wills, entonces estudiante de la Licenciatura en Matemáticas y Física. Ella decidió quedarse esa noche dentro de la Universidad, como muchos otros, previendo que el toque de queda no le permitiría llegar a salvo a su casa.
“Estábamos escondidos y alguien sintió el teléfono repicando en una oficina cercana —relata Wills—. Un profesor que estaba allí ensayó a ver si podía abrir y entró. Al contestar, un compañero le dijo: ‘Avísele a los que todavía están en la universidad que por la parte que da hacia el Parque Norte pueden salir, porque lo que está pasando allá es muy miedoso’. Logramos salir por eso, si no hubiéramos sido de aquellos a los que les tocó lo peor”.
Según los registros de la prensa, hubo 40 heridos y el enfrentamiento se extendió hasta el día siguiente, a las diez de la mañana. Aunque no hubo un reporte oficial con el número de detenidos, El Colombiano, con base en las versiones de algunos testigos, publicó el 23 de abril un artículo titulado “650 detenidos continuaban anoche en el Coliseo Cubierto”. Se refería al coliseo Iván de Bedout, ubicado en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot.
Beatriz Ortiz, quien en ese entonces era profesora de la Facultad de Salud Pública y ahora se encuentra jubilada, asegura que los capturados no fueron únicamente quienes participaron en el enfrentamiento de esa noche. Recuerda que Gastón Gómez, compañero suyo en la facultad, también fue detenido y llevado al coliseo. “Paraban todos los carros que iban pasando cerca de la Universidad, les pedían los papeles y Gastón, entre los documentos que pasó, entregó el carné de la Universidad, entonces lo bajaron del carro y se lo llevaron”.
La publicación de El Colombiano señala que incluso varios menores de edad que estaban en el parque de Bolívar, en el centro de Medellín, fueron detenidos y llevados al coliseo. Arroyave afirma que durante cerca de quince días permanecieron personas retenidas allí, mientras las autoridades las clasificaban y definían su liberación o su traslado a otros lugares de detención.
Gloria Wills no puede olvidar que en medio del caos de esa noche vio cómo los policías lanzaban a los estudiantes desde los segundos y los terceros pisos de los edificios de la Ciudad Universitaria. “También hubo un momento en el que yo iba corriendo con varios compañeros. Miré para atrás y vi un grupo de policías a mil. Yo sabía que no podía correr tanto como ellos y simplemente me agaché. Los policías pasaron por encima de mí. Pienso que en ese momento me salvó ser mujer. Es que todavía me asusto, se me pone la boca seca”, dice.
Entre tanto, Moure y el mismo Arroyave, que no fueron detenidos, visitaban las universidades de la ciudad y promovían una nueva movilización, ahora con el fin de exigir la liberación de los capturados. “Hubo mucha solidaridad nacional y logramos finalmente que la gran mayoría saliera como al cabo de cinco o seis meses”, comenta Arroyave. Después del enfrentamiento y de esa detención masiva de estudiantes, las movilizaciones continuaron durante el año 1971. Las protestas finalizaron con la aprobación del Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos, y la Universidad de Antioquia fue la primera del país que tuvo una experiencia cercana al cogobierno universitario.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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