La Universidad de Antioquia llevaba una semana cerrada cuando se reabrió, el martes 17 de agosto de 1999. Era una apertura gradual: primero para el personal administrativo, después para los profesores y finalmente para los estudiantes. La idea era terminar la semana el viernes 20 de agosto con un plebiscito que citaba a la comunidad universitaria a responder la pregunta “¿Quiere una Universidad de Antioquia abierta, funcionando, pluralista y sin violencia?”
El cierre del campus lo motivaron los asesinatos del 6 y el 7 de agosto de ese año. Primero el de Hugo Ángel, propietario de la cafetería de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y, al día siguiente, el del líder estudiantil Gustavo Marulanda. Beatriz Borja, estudiante del doctorado en Educación y entonces alumna de la Licenciatura en Educación Primaria, recuerda que “cuando volvimos la Universidad se veía triste, ausente. Realmente todo el mundo se veía mal, independientemente de que conocieran a las personas a las que habían asesinado. Igual se sentía el miedo, porque todos los movimientos estudiantiles habían sido amenazados por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)”.
Por su parte, el Consejo Académico que sesionó el 18 de agosto dejó registrado en su acta que “el primer día luego de la suspensión de actividades transcurrió con una actividad y en un ambiente relativamente normal, pues se percibía cierta tensión entre la comunidad universitaria. Adicionalmente, circularon diferentes comunicados, muy agresivos, amenazadores e incitadores a la violencia, que exacerban la situación de tensión”.
Según el rector de la época, Jaime Restrepo Cuartas, el plebiscito era importante para deslegitimar estas acciones, por lo que en la misma reunión del Consejo Académico dijo: “Es importante recalcar sobre el plebiscito para que la gente se comprometa con la institución; no se trata de la obviedad de una universidad abierta, sino del compromiso que se adquiere con el voto de defender una universidad en esas condiciones: abierta, funcionando, pluralista y sin violencia”, se lee en el acta 0149.
Ese viernes, entre las ocho de la mañana y las cuatro de la tarde, un total de 12.452 universitarios respondieron que sí a la pregunta formulada, 82 contestaron que no y 159 votaron en blanco. No obstante, la medida también tuvo contradictores entre el movimiento estudiantil. El sociólogo de la Universidad Carlos Villa, quien está próximo a sustentar su tesis de maestría, era uno de los estudiantes opositores al plebiscito en 1999. “Era muy evidente que queríamos la Universidad funcionando, nadie la quiere violenta o cerrada. Era en los términos que se preguntaba. A partir de una pregunta muy obvia se querían legitimar una serie de medidas de la administración”.
Las directivas universitarias tenían marcadas diferencias con los estudiantes frente a temas como la autonomía universitaria o la reestructuración de algunos programas académicos, cuestión que se discutía en ese momento. “A raíz de eso se hacían frecuentemente marchas, paros y discusiones con la administración de Jaime Restrepo Cuartas”, recuerda Borja.
Entre los esfuerzos por dialogar y mantener la calma en la Universidad se instauró en junio la Mesa Permanente por la Defensa de la Universidad de Antioquia, allí había representantes del Consejo Superior Universitario, la administración central, la Asociación de Profesores, los sindicatos oficiales, los estudiantes y los egresados. “Estábamos en esas reuniones, cuando pasó esto”, recuerda Borja refiriéndose a las muertes de Ángel y Marulanda.
Además de esas dos muertes, entre el segundo semestre de 1998 y el primero de 1999, los paramilitares asesinaron a Jesús María Valle y a Hernán Henao, y amenazaron a más de cuarenta universitarios. Por su parte, las milicias urbanas de las FARC detonaron bombas en el Departamento de Vigilancia y Seguridad Industrial de la Universidad y posteriormente en el bloque administrativo.
Frente a ese panorama, el rector Restrepo hizo acercamientos y sostuvo diálogos con diferentes actores del conflicto para solicitarles que dejaran la violencia por fuera de la Universidad. Se reunió con voceros del ELN en la cárcel de Itagüí y viajó a Caracas (Venezuela) para hablar con Antonio García, comandante de esa guerrilla. Y un día antes de la votación del plebiscito, el 19 de agosto, se reunió con Carlos Castaño, comandante de las AUC.
50 AÑOS DE VIOLENCIA Y RESISTENCIA
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