La violencia de los actores armados tiene en riesgo de extinción física y cultural a los pueblos ancestrales de Nariño, denunció el líder Nidero Moreano. Décima entrega de una serie periodística sobre la crisis de los indígenas.
Por Silvia Luz Gutiérrez Sánchez
Ilustración: Didier Pulgarín
Siete etnias componen los pueblos indígenas de Nariño. Pastos, Awa, Inga, Cofán, Epedara Siapidaara, Quillasinga y Nasa están asentados en diferentes geografías de este departamento del sur de Colombia en límites con el Ecuador. Vivir en esa zona fronteriza, explicó Nidero Moreano, coordinador de la organización indígena Camawarí, es en la actualidad el principal factor de riesgo para las comunidades de esta región, en especial para el pueblo Awa cuyos habitantes están siendo asesinados y desplazados por las disidencias de las FARC, la guerrilla del ELN y las bandas criminales que se disputan el territorio para el tráfico de drogas.
A causa de esa situación, Moreano habla de una extinción física de los pueblos indígenas de Nariño debido al asesinato de sus integrantes, y de una extinción cultural representada en la pérdida de saberes y costumbres ancestrales que ocurre cuando las comunidades salen desplazadas a otras regiones de Colombia o hacia el Ecuador; los Pastos, por ejemplo, están perdiendo su idioma ancestral.
En entrevista con Hacemos Memoria, Nider Moreano habló de esta problemática, de la necesidad de “que se respete la autonomía de las comunidades indígenas y su derecho a la autodeterminación”, y de la importancia de que el Gobierno continúe los diálogos de paz con el ELN para así minimizar las problemáticas que aquejan a los indígenas de Nariño, en especial a la comunidad Awá de la que hace parte.
¿Cómo se han visto afectados los pueblos indígenas de Nariño luego de los Acuerdos de Paz?
El más afectado en este caso es el pueblo Awá, que está ubicado en una zona montañosa de selva tropical húmeda y se divide en dos organizaciones: el Unipa que está ubicado entre Tumaco, Barbacoas, Roberto Payán, Santa Cruz y Samaniego; y el Camawari asentado entre Ricaurte y Barbacoas.
Además de la biodiversidad, el territorio que habita este pueblo es estratégico porque tenemos mucha frontera con el Ecuador; en dos o tres días de camino, por el territorio Awá, se llega a la Sierra y asímismo se pasa a la costa nariñense. Esto ha ocasionado que diferentes grupos armados se disputaran el control de este territorio y que muchas personas hayan perdido a sus familiares en esta guerra.
Después del Proceso de Paz se respiró cierta tranquilidad, pero a medida que pasa el tiempo los territorios que eran dominados por las FARC ahora están ocupados por el ELN y otras bandas criminales. En la parte de la costa, por ejemplo, hay muchas disputas del territorio entre las bandas criminales disidentes de las FARC, que son muchas, y es ahí donde se genera la violencia.
Es una realidad que todo grupo que llega intenta incidir en las determinaciones de la comunidad, pero nuestro planteamiento es que las comunidades somos las que mandamos en nuestro territorio. Obviamente no le podemos decir a estos grupos que se vayan, porque ni el mismo Estado lo ha logrado, y eso nos pone en riesgo.
¿Cuál es el riesgo de las comunidades indígenas del Nariño si no se mitiga esta problemática?
El Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional, que ordena la protección de las comunidades indígenas desplazadas, define cuáles pueblos indígenas colombianos están en riesgo de extinción física y cultural a causa del conflicto armado, ahí se incluye al pueblo Awá; y el Auto 174 de 2011 de la Corte Constitucional ordena la adopción de medidas cautelares para la protección del pueblo Awá en el marco del estado de cosas inconstitucional declarado en sentencia T-025 sobre desplazamiento forzado y al Auto 004/09.
El riesgo de extinción física se da porque muchas personas pierden la vida a causa del conflicto y el riesgo de extinción cultural se da porque la gente sale desplazada hacia las ciudades o hacia el Ecuador, y muchos no regresan.
Nosotros como población indígena tenemos algo diferente del resto de la población colombiana: unas costumbres, una lengua, una cultura, una manera diferente de ver el mundo. Pero además de eso ayudamos a conservar la naturaleza, el planeta. Al estar ubicados en un territorio que es tan biodiverso, garantizamos la conservación de las especies de flora y fauna, el cuidado del agua y el oxígeno, y eso es lo que nosotros le aportamos al país.
¿Cómo podría darse solución a la problemática actual?
Lo primero es que el Gobierno Nacional le dé continuidad a los diálogos de paz, por lo menos con el ELN. Por ejemplo, antes de los diálogos con las FARC el territorio era aún más complicado de lo que es ahora y después de los diálogos las cosas se calmaron por un tiempo. Nosotros estábamos muy contentos porque había una mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional, pero con el abandono de los diálogos han regresado algunos problemas. El llamado es a que los grupos conformados se sienten a dialogar con el Gobierno Nacional.
Además de continuar con los diálogos de paz con el ELN, ¿de qué otra manera podría ayudar el estado?
Podría ayudar fortaleciendo a las organizaciones, a los cabildos y las guardias indígenas. Ese fortalecimiento se puede lograr de muchas formas, por ejemplo, con capacitaciones que nos den mecanismos para saber cómo actuar en determinado momento.
Necesitamos que se respete la autonomía de las comunidades indígenas, que se respete el derecho a la autodeterminación. Es decir, esa autonomía para que sean las mismas comunidades indígenas las que determinen qué hacer con sus territorio, para que tengamos capacidad de defender a nuestra gente y sancionar, si es preciso, porque muchas cosas el gobierno no las puede hacer, no puede actuar, entonces las mismas organizaciones se ven en la necesidad de hacerlo, de enfrentar la situación, de hablar, de decir.
¿Qué podría hacer la sociedad civil colombiana para evitar la desaparición de estas comunidades indígenas?
Desafortunadamente hay mucha indiferencia. Pasan las cosas, sale en las noticias pero es como si no hubiera pasado nada. Sería importante que la misma sociedad civil colombiana le hiciera un llamado al gobierno, que nos representa a todos, para que se atiendan las necesidades de las comunidades indígenas y se proteja su vida.
¿Cómo ha estado la situación a propósito del brote de COVID-19?
Con el tema del COVID-19 el territorio ha estado aislado y está calmado por el momento, pero nos damos cuenta de que dependemos mucho del afuera, cada 8 o 15 días hay que salir a comprar al pueblo y por eso queremos fortalecer la seguridad y la soberanía alimentaria del territorio para no depender tanto del exterior, sobre todo en estos tiempos difíciles. La Gobernación de Nariño y el Gobierno Nacional nos entregaron unos equipos de bioseguridad y eso es lo único que hemos recibido. El llamado es también a atender esta situación porque no queremos que esta enfermedad entre al territorio, porque tenemos a las personas mayores y ahí está la sabiduría.
¿Qué mensaje le enviaría al Estado y a los colombianos en general?
El llamado es a que se les preste atención a las comunidades indígenas, a que hagan caso a las peticiones que hacemos, porque es un derecho constitucional. Geográficamente estamos en territorios muy dispersos, sin acceso a comunicación, sin acceso a los servicios básicos. El llamado es a que se cumpla con lo que se ha pactado, porque de no ser así el camino será la extinción de las comunidades, principalmente la Awá que está más afectada por la situación de conflicto.
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