Todo lo que hay que saber sobre el Mónaco (antes de que lo tumben)

La administración de Federico Gutiérrez decidió borrar del mapa el Edificio Mónaco, construido por Pablo Escobar en los años 80. Antes de su desaparición total este 22 de febrero de 2019, hacemos un recuento de sus 33 años, en los que pasó por todo tipo de cosas como pocas edificaciones en la ciudad. Memoria de un edificio donde habitó el crimen, que desaparece así nomás.

Por: Adrián Atehortúa

Nadie sabe exactamente cuántas propiedades de finca raíz pertenecieron a Pablo Escobar. Desde 1994, tras la muerte del capo, la Fiscalía General de la Nación declaró que nunca había embargado o decomisado propiedades que estuvieran directamente a nombre del jefe del Cartel de Medellín por dos razones principales: la primera, porque ese recurso solo era aplicable en aquella época después de pasar por un proceso judicial que terminara en una sentencia condenatoria. Y la segunda, porque simplemente nunca se encontraron propiedades registradas a nombre de Pablo Emilio Escobar Gaviria.

La expropiación de este tipo de inmuebles solo comenzó a ejecutarse a partir de la creación de la Ley 333 de 1996 que por primera vez planteó la extinción de dominio en Colombia y que ha sido modificada en tres ocasiones. Así las cosas, después de 25 años de la muerte de Escobar no hay cifras exactas de cuántas propiedades fueron adquiridas con su dinero. Hasta el momento, se ha tenido conocimiento de más de quinientos inmuebles solo en Colombia, que en su mayoría han estado en nombre de otras personas como su esposa o sus hijos. En otras palabras, por toda Colombia hay inmuebles que fueron construidos, adquiridos o habitados por Escobar y su gente y, seguramente, son más de los que conocemos. El caso aplica también, con algunas variables, para todos los grandes y pequeños narcotraficantes y organizaciones ilícitas que existen y han existido en el país.

Dentro de esa larga lista inconclusa de propiedades de Escobar Gaviria, una de las más famosas es el Edificio Mónaco. Por si hace falta, hagamos memoria: Era enero de 1985 y, comenzaban a hacerse efectivos los tratados de extradición de Colombia con Estados Unidos puestos en funcionamiento por primera vez con la extradición de cuatro ciudadanos colombianos, entre ellos Hernán Botero Moreno, director deportivo de Atlético Nacional acusado de lavado de dinero. Fue entonces que Escobar Gaviria comenzó su persecución a quienes apoyaban los tratados, fueran congresistas, funcionarios del gobierno, testigos de los hechos como el piloto estadounidense Barry Seal o periodistas que los denunciaban, como el corresponsal de El Espectador Roberto Camacho Prada, el magistrado Hernando Baquero Borda, el capitán Luis Alfredo Macana, el periodista Raúl Echavarría Barrientos, el juez Gustavo Zuluaga Serna, el coronel Jaime Ramírez y el director del diario El Espectador Guillermo Cano Isaza.

Y sin embargo, y a pesar de que las autoridades conocían la autoría de estos crímenes, entre tantos otros, no hubo obstáculos o inconvenientes para que Escobar Gaviria comprara dos mansiones en el barrio Santa María de los Ángeles de El Poblado, en Medellín, las tumbara y levantara ahí el edificio de ocho pisos y 4.600 metros cuadrados que bautizaría como Mónaco. Mucho menos inconveniente hubo con que Escobar Gaviria, el hombre más buscado del mundo, se trasteará para esta nueva adquisición suya con toda su familia en 1986 y vivieran ahí a la luz plena y pública de la ciudad y las autoridades. Ese tipo de cosas todavía suceden en Medellín, como quedó comprobado el 6 de enero de 2019 con la reciente captura de Juan Pablo Úsuga Torres, alias ‘Reseco’, jefe del Clan del Golfo que vivía en el mismo edificio del alcalde Federico Gutiérrez.

Un año después, en 1987, y de nuevo sin inconvenientes, en una notaría de Envigado la propiedad era traspasada a nombre de Manuela Escobar Henao, la hija de Escobar Gaviria, que para entonces solo tenía tres años.

Solo fue hasta el 13 de enero de 1988 que empezaron los problemas. Aquella madrugada se sintió una fuerte explosión que sacudió el barrio. El Cartel de Cali había hecho estallar 80 kilos de explosivos puestos en un carro frente al edificio y así los colombianos conocieron una nueva forma del horror que se volvió costumbre y sigue vigente: aquel era el primer carro bomba que estallaba en Colombia. Por supuesto, no fue el último. En el atentado no murió ninguno de los inquilinos del edificio, pero sí dejó tres muertos, diez heridos y muchos vidrios rotos a cuatro cuadras a la redonda. La Revista Semana relató al día siguiente que cinco minutos después de la explosión Escobar Gaviria y los suyos abandonaron el edificio. Vivieron ahí poco más de dos años. Así comenzó la guerra entre los carteles de Medellín y de Cali cuyo desenlace sangriento es otra historia que aún tiene sus secuelas.

Cuando las autoridades ingresaron al edificio tras la explosión pudieron encontrar el lujo esperado e inesperado que todo el mundo sospechaba que allí se escondía: doce apartamentos y un penthouse de lujo cada uno con depósito, dotados con jacuzzis, gimnasio y salas de billar, 34 puestos de parqueadero y la misma cantidad de autos deportivos. Había dos piscinas, una cancha de tenis y por toda la edificación obras de arte de Fernando Botero, Enrique Grau, Alejandro Obregón, una escultura de Auguste Rodin y otra del maestro Rodrigo Arenas Berancourt llamada “La nueva vida”, que fue la joya con la que se inauguró el Mónaco dos años atrás como una especie de mascarón de proa que sobreviviría a todo lo que estaba por pasar el edificio.

Desde entonces, en la edificación pasaron muchas cosas: primero, en 1989, un año después de la explosión, la Dirección Nacional de Estupefacientes cedió el edificio a la Asociación Cristiana de Asistencia y Rehabilitación, Asocar. Luego, en 1997, fue cedido a la empresa social del Estado Carisma, dedicada a la rehabilitación de adictos, que un año después abandonó el lugar argumentando que no tenía recursos para administrarlo. Para 1998 fue arrendado y sirvió como oficina de dos compañías bananeras, una agencia de publicidad, un bufete de abogados, una empresa de salud prepagada y dos viviendas.

Finalmente, en 1999 el Estado pudo llegar a una decisión final en el proceso que llevaba en contra de Manuela Escobar Henao que, para el momento, apenas tenía 15 años. El 31 de diciembre de ese año, la Dirección Nacional de Estupefacientes decidió ceder el edificio para que sirviera como sede del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General de la Nación regional Antioquia. Los vecinos del sector protestaron, y advirtieron que pondrían una acción de tutela en contra de la Fiscalía, liderados por el entonces concejal Juan Carlos Vélez y apoyados también por la Secretaría de Planeación Municipal de Medellín. El 19 febrero de 2000, a la 1:30 de la mañana, un grupo de hombres armados arremetió contra el edificio disparando ráfagas de metralleta contra las ventanas y haciendo explotar un nuevo carro bomba con 40 kilos de explosivos. Aunque no hubo pruebas concretas de los autores, se dedujo que el ataque había sido una forma de protesta o amenaza de pequeños grupos narcotraficantes en contra de la llegada del CTI al edificio de Escobar Gaviria. Cualesquiera que hayan sido sus orígenes y motivos, ante el ataque, la Fiscalía decidió retirar lo poco que había trasteado y abandonó el edificio.

Para 2003 la marea y la tensión del vecindario sobre el edificio había bajado y finalmente el Mónaco fue ocupado por la Fiscalía General de la Nación seccional Antioquia que usó la propiedad como sede administrativa. Así pasaron sin mayores contratiempos siete años más. En 2008 la Fiscalía estrenó su búnker en Medellín y anunció su traslado total para 2010. Todo ocurrió según lo planeado, pero justamente en 2008 vinieron una serie de eventos burocráticos desafortunados.

Por medio de la resolución 14 del 21 de agosto de ese año, el reglamento interno de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) decidió crear comisiones especiales para su funcionamiento. De ahí nació el Comité de Asignaciones que a su vez creó la Sociedad de Activos Especiales (SAE). En otras palabras, la DNE se disolvió y la administración de las propiedades que habían pasado por extinción de dominio terminó en manos de la SAE, que ese mismo año asignó la administración del Edificio Mónaco al Ministerio de Defensa. El Ministerio dejó que la Fiscalía se quedará en el edificio hasta su traslado total en 2010. Ese año, una vez la Fiscalía dejó el edificio,  empezaron a sonar las ideas de qué hacer con el Mónaco. Por sugerencia del entonces director de la Policía Nacional, el general Óscar Naranjo, se planeó la idea de hacer allí una sede de inteligencia de la Policía y de la línea de emergencia 123. Pero ese mismo año, Juan Manuel Santos estrenó presidencia y anunció la liquidación definitiva de la DNE por encontrar serios casos de corrupción al interior de la institución, entre otros, la venta indiscriminada de algunas de las propiedades confiscadas.

Todo derivó en una serie de confusiones y dilataciones sobre el proyecto hasta que la DNE definiera su situación. La liquidación total del DNE tuvo tres prórrogas y solo fue concluida en 2014 después de una serie de escándalos que también merecen una página especial de memoria histórica. En medio del caótico proceso, la administración del edificio quedó a la deriva. El Mónaco permaneció en el abandonado absoluto desde 2010. Cuando la SAE retomó el proceso y asignó que el edificio podía ser tomado por la Policía ya se asomaba 2015 y se ajustaban casi cinco años de decadencia. El entonces alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, estuvo de acuerdo con la decisión y la apoyó aportando 30 mil millones de pesos provenientes de la fusión entre UNE y Millicom que gestionó su administración.

Antes de ponerse en marcha, en 2016, llegó a la alcaldía Federico Gutiérrez. Desde un principio, su administración se opuso a la existencia del Edificio Mónaco en cualquiera de sus formas. Para agravar ese disgusto, en los últimos años había incrementado la afluencia de turistas que llegaban (y siguen llegando) a Medellín interesados por la vida y obra de Pablo Emilio Escobar Gaviria, en gran parte atraídos por las series de televisión nacionales e internacionales que se hicieron sobre él. El edificio, por ejemplo, sirvió durante unos meses como locación para la serie Escobar, el patrón del mal, de Caracol Televisión.

Todo eso generó una serie de negocios turísticos llamados ‘narcotour’ que, en sus recorridos, incluye lugares como la tumba del capo en el cementerio Campos de Paz, la cárcel que se construyó a sí mismo y que todos conocen como La Catedral, o la casa en el barrio Laureles donde fue dado de baja. Por supuesto, el Mónaco no podía faltar en esa ruta. Así, a diario, los vecinos podían encontrarse al día con hasta 30 grupos de turistas que querían conocer el lugar donde vivió Escobar Gaviria y se tomaban fotos frente a la fachada desgastada. Se recuerda, entre los más famosos, al rapero Wiz Khalifa, quien publicó una foto suya frente al Mónaco en su cuenta de Instagram lo que desató una fuerte pelea del alcalde contra el cantante que este último no se molestó en dar. Solo en Instagram la ubicación Edificio Mónaco arroja más de 1.200 publicaciones.

En ese empeñó, la administración de Federico Gutiérrez contrató con la Universidad Nacional sede Medellín un estudio por 855 millones de pesos para evaluar la pertinencia de hacer ahí la sede que la Policía había concretado con la anterior administración. Entre otras cosas, el informe de la Universidad Nacional decía que: la estructura “es vulnerable estructuralmente y no cumple la normativa vigente”. Para ponerlo en norma sería necesario invertir más de 33 mil 165 millones de pesos. Esa recuperación tomaría 264 días. La misma administración declaró recientemente que demolerlo costaría 8 mil millones. Así, el acuerdo de la Alcaldía con la Policía Nacional y el Ministerio de Defensa fue permutar la propiedad por predios que pudieran servir para las mismas finalidades y poder quedarse con la propiedad del Mónaco. La Policía y el Ministerio de Defensa aceptaron. Bajo ese argumento, y una idea de redignificación de las víctimas del narcotráfico, se decidió proceder con la implosión del edificio que se llevará a cabo el 22 de febrero de 2019. Hasta el momento, la alcaldía no ha presentado declaración alguna de las víctimas sobre el tema.