La mañana del 15 de enero, varias vallas ubicadas en la entrada al casco urbano del municipio de Granada, Oriente antioqueño, amanecieron rayadas con mensajes que anunciaban la presencia de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia. ¿En qué va la investigación?

Por: Esteban Tavera
Fotos: archivo particular

Ante los grafitis que aparecieron en vallas ubicadas a las afueras del casco urbano de Granada, las autoridades enviaron un mensaje de tranquilidad a la población argumentando que, hasta ahora, la inteligencia militar no ha detectado la presencia de las Autodefensas Gaitanistas en el municipio y que los grafitis fueron escritos por personas que solo querían generar zozobra.

“Los mensajes aludían a las Autodefensas Gaitanistas, porque se sabe que una de las prácticas comunes de ese grupo delincuencial es la llamada limpieza social. Entonces, lo que creemos es que se quería generar temor entre los consumidores y entre quienes venden droga al menudeo. Otra de las hipótesis es que los grafitis pueden ser usados por bandas de municipios vecinos que quiere ahuyentar a la competencia en el expendio de drogas”, aseguró Raúl Vélez, secretario de Gobierno de Granada.

Para el analista Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, no se debe descartar de tajo la posibilidad de que en el Oriente antioqueño haya presencia de organizaciones como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC). Para él, esto estaría relacionado con la sangrienta disputa que hay en el Bajo Cauca y el Norte antioqueño entre ese grupo delincuencial y otros, como Los Caparrapos, Los Pachelly, Los Zorros y las disidencias de las Farc. “En ese proceso de guerra, las Autodefensas Gaitanistas han debido colonizar otros espacios y una de las zonas de expansión es el Oriente antioqueño. En esa región ya tenemos denuncias de gente que ha visto presencia de ese grupo y de acciones que van más allá de los grafitis. Sin embargo, todavía no sabemos qué tan fuertes son y si se van a quedar en la zona. Lo que estamos viviendo en este momento es un proceso de reorganización criminal producto de la desmovilización de las Farc y del vacío de poder que esto significó en muchos territorios”, asegura Ávila.

Por su parte, para Fernando Quijano, presidente de Corpades y experto en el accionar de estas organizaciones delincuenciales, la supuesta presencia de las AGC en el Oriente antioqueño no es una situación novedosa, puesto que siempre ha sido una zona muy importante para los negocios de esa estructura y su posicionamiento geoestratégico. “Desde hace mucho tiempo las AGC le han disputado territorios a la banda de Los Pamplona. Yo no creo que esto sea un asunto de unos jóvenes que les dio por escribir ‘AGC’ en una valla; ellos están haciendo presencia y es desde hace rato. Por alguna razón existe el Bloque Sierra de las AGC, que está ubicado en el barrio La Sierra, en Medellín. Esa estructura ha incursionado ya en Santa Elena, y por donde va el Túnel de Oriente van Los Gaitanistas”, aseveró Quijano.

Asimismo, señaló que los municipios Guatapé y El Peñol han tenido presencia histórica de La Oficina, lo que podría indicar que la aparición de los grafitis en Granada sería una provocación de las AGC a sus enemigos.

Por ahora, entre los habitantes de Granada hay calma, en parte debido a la baja tasa de homicidios. Según Vélez, en los últimos tres años se registraron solo cuatro asesinatos, ninguno en 2018. Y en cuanto al narcotráfico, la última incautación se dio en 2016 cuando fue capturado un expendedor de drogas en el municipio. Ese sería el único motivo de alarma para algunos habitantes de Granada. “Uno lo que dice es que si hay quien compre es porque hay quien venda. Por eso también preocupa que los grafitis amenacen a lo viciosos, pero aquí uno está muy pendiente de ese tipo de cosas y les pide a los campesinos que denuncien cada vez que vean algo raro. Y hasta ahora la comunidad no ha dicho nada, afortunadamente”, afirma Carlos Román Castaño, presidente de la Junta de Acción Comunal.

 

Los antecedentes que pesan sobre Granada

Esta no es la primera vez que se generan alarmas en el municipio por cuenta de rumores sobre la supuesta presencia de grupos armados. “En las elecciones parlamentarias de 2018 tuvimos una situación parecida cuando la carretera que conduce hacia San Carlos también resultó pintada con grafitis que aludían a la presencia de las Farc-EP. En esa oportunidad, la investigación nos indicó que eran personas que lo único que querían era generar zozobra”, recordó el secretario de Gobierno.

Pero existen otros antecedentes. El primero se remonta al domingo 29 de mayo de 2016. Ese día, en la carretera que lleva de Granada a la autopista Medellín-Bogotá, un grupo de encapuchados quemó un bus perteneciente a Flota Granada y un carro particular. Aunque en ese momento todas las sospechas recayeron sobre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las autoridades aseguraron que se trató de una retaliación de una banda local que extorsionaba a la empresa transportadora.

Luego, en julio de ese mismo año, la revista Semana publicó un artículo titulado Oriente antioqueño, en peligro. Según se informó, desde principios de 2016 habitantes de algunas veredas del municipio estaban denunciando la presencia de personas extrañas en la zona que, al parecer, estaban adelantando patrullajes identificados como miembros del ELN.

El otro antecedente tiene relación con varias denuncias de campesinos de Granada que fueron víctimas de una banda de extorsionistas que se hacían pasar por integrantes del ELN, comandados por un hombre conocido con el alias de ‘Marulanda’. Según informó la policía el 24 de agosto de 2018, fecha en que fue capturado ese presunto delincuente, ‘Marulanda’ fue integrante de ELN, posteriormente de las AUC, y luego de pagar una pena de prisión durante 14 años, volvió a delinquir en la zona.

El peso del pasado

Más allá de establecer con claridad si en Granada hacen o no presencia grandes grupos delincuenciales, lo que preocupa es que cada vez que emerge un rumor sobre el regreso de la violencia, la comunidad ve alterada su tranquilidad. Esto se debe en gran medida a que el municipio carga con el peso de un pasado que dejó muchas heridas que aún no sanan.

Al respecto, Marta Villa, directora de la Corporación Región y coordinadora del informe Granada: Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, asegura que en momentos como este, en los que se generan alarmas y se siembran miedos producto de una amenaza de un actor armado, es importante retomar los aprendizajes que han dejado las iniciativas de memoria que se han emprendido en el municipio. “En primer lugar, hay que recordar que la población de Granada durante muchos años resistió diciéndole no a la guerra. En segundo lugar, hay que decirle a la institucionalidad que la mejor respuesta es obrar de la mano del Comité Interinstitucional. Y el tercer aprendizaje que hay que retomar es que este es un tiempo muy proclive para aumentar el miedo y para exigir respuestas inclinadas hacia un lado, entonces, de parte de la sociedad debe haber una actitud de calma”, opina Villa.

Mientras el panorama se aclara y la calma regresa por completo al municipio, la población está a la expectativa de conocer los resultados de la investigación que están adelantando las autoridades militares, de la cual aún no se conocen mayores detalles.