Trece historias de ausencia y resistencia dan vida al libro Somos quienes creen en la esperanza, escrito por los familiares de las víctimas de la vereda La Esperanza (El Carmen de Viboral), como acto de memoria y reparación por los hechos de violencia de 1996.
Por Emmanuel Zapata Bedoya
Foto: Emmanuel Zapata Bedoya
El libro Somos quienes creen en la esperanza reúne las historias de trece víctimas —doce desaparecidos y un homicidio— de la vereda La Esperanza, del municipio de El Carmen de Viboral. La publicación fue construida directamente por sus familiares, con el acompañamiento de la Corporación Jurídica Libertad (CJL), y fue presentada como parte del proceso de reparación simbólica impulsado por las familias de víctimas de desaparición forzada y homicidio ocurridos en el segundo semestre de 1996 en esa zona del Oriente antioqueño.
“Este libro fue una construcción total por parte de las familias de las víctimas. Ellas mismas escribieron, contaron y narraron sus historias, hablaron de sus seres queridos y fueron quienes eligieron el diseño de la portada”, explicó Byron Góngora, abogado de la CJL y quien acompañó el proceso de elaboración de la obra.
La Corporación Jurídica Libertad ha acompañado a las familias de la vereda La Esperanza desde los hechos ocurridos entre el 21 de junio y el 27 de diciembre de 1996, cuando fueron desaparecidas forzosamente doce personas —incluyendo tres menores de edad— y asesinada otra persona. Los hechos se desarrollaron en el contexto de presencia armada en el Oriente antioqueño, donde operaban tanto las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio (ACMM) como la Fuerza de Tarea Águila del Ejército Nacional, con una base militar cercana a la vereda.
Tras agotar los recursos internos, el caso fue llevado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que el 31 de agosto de 2017 condenó al Estado colombiano por violaciones a los derechos humanos. La sentencia declaró responsable al Estado por la desaparición forzada de doce personas y la privación arbitraria de la vida de otra, así como por la violación de los derechos a las garantías y protección judicial de los familiares.
La sentencia ordenó una serie de medidas de reparación, entre ellas la búsqueda de los desaparecidos, la construcción de un monumento y la realización de un acto público de reconocimiento de responsabilidad. En el municipio de El Carmen de Viboral se llevó a cabo el acto público de reconocimiento por parte del Estado colombiano el 8 de octubre de 2024.
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“Ese día toda la programación fue preparada por la comunidad, por nosotros. Se realizó una marcha, tuvimos una misa, presentamos el libro y se dio el reconocimiento de responsabilidades por parte del Estado. Fue un encuentro positivo porque el mismo presidente de la república reconoció esta responsabilidad”, contó Flor Gallego, lideresa y víctima por la desaparición de su esposo, Hernando de Jesús Castaño, caficultor de la región, y hermana de Octavio Gallego Hernández, también caficultor, y de Juan Carlos Gallego, promotor de salud de la vereda; los tres desaparecidos en estos hechos.
Aunque la sentencia no contemplaba explícitamente la creación de un libro, la idea surgió durante las conversaciones entre las familias víctimas y la Agencia Presidencial para los Derechos Humanos. “Inicialmente la propuesta fue rechazada, pero posteriormente, con cambios en el equipo gubernamental, fue aceptada como una medida restaurativa complementaria. Su propósito fue dejar un registro escrito del proceso de memoria y reparación que han liderado las víctimas durante más de dos décadas”, detalló Góngora.

El proceso de elaboración del libro se desarrolló principalmente durante 2023, cuando se aseguraron los recursos para su impresión y diseño por parte de la Agencia Presidencial para los Derechos Humanos. “La condición principal fue que los textos fueran escritos por los familiares de las víctimas. Con el acompañamiento del equipo de la Corporación Jurídica Libertad, especialmente de nuestro compañero Eberhar Cano Naranjo y mi persona, visitamos a las familias para recopilar los perfiles y recuerdos de sus seres queridos. Los textos fueron editados respetando la voz original de cada uno de ellos, pero no cambiamos su esencia. Fue un proceso de curaduría”, resaltó el abogado.
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Los familiares también participaron en el diseño del libro. La imagen de la carátula, las fotografías y la disposición final del contenido fueron decididas colectivamente. Dado que muchas imágenes eran antiguas y de baja calidad, se recrearon los retratos con técnicas de ilustración digital, que estuvo a cargo de la artista Karen Lucía Herrera Aguirre. Las versiones finales fueron revisadas y aprobadas por las familias antes de la publicación. Además de los relatos, el libro incluye una línea de tiempo y una síntesis del proceso jurídico que han llevado a cabo las familias de las víctimas, que culminó con la sentencia de la Corte IDH.
“El Ministerio de Cultura estuvo a cargo de la presentación y entrega de los primeros ejemplares. Se imprimieron cerca de cuatrocientas copias, que fueron distribuidas en bibliotecas, universidades, instituciones públicas e instancias internacionales como la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Cabe resaltar que el libro no se encuentra digital y que ni nosotros como Corporación ni las víctimas de La Esperanza buscamos lucrarnos económicamente de esta publicación. Para ellas y para nosotros, su importancia radica en la reparación simbólica y el trasfondo de esta reparación”, afirmó Góngora.
Para las familias, el libro representa una herramienta de memoria y un mecanismo para garantizar que los hechos ocurridos en la vereda La Esperanza sean conocidos por las nuevas generaciones. “Buscamos que este libro quede para la historia, que los jóvenes reconozcan esta historia y se nieguen a repetirla. Buscamos contribuir al conocimiento y reconocimiento de las violaciones de derechos humanos cometidas en el Oriente antioqueño. Que las comunidades entiendan que es hora de decirle no a la violencia y que situaciones como estas no deben volverse a repetir”, puntualizó Flor Gallego.

