Impulsado por la comunidad de Granada, Antioquia, el Salón del Nunca Más renueva su propuesta museográfica para integrar la mirada de jóvenes y mayores en un diálogo de memoria y esperanza.
Por Emmanuel Zapata Bedoya
Foto: Emmanuel Zapata Bedoya
El Salón del Nunca Más, reconocido como el primer sitio de memoria gestionado por una comunidad en Colombia, avanza hacia una renovación museográfica con enfoque comunitario e intergeneracional. El propósito de esta actualización es fortalecer su papel como referente de resistencia y educación para la paz en el oriente antioqueño.
El proceso fue acordado durante un encuentro técnico realizado este jueves en el municipio de Granada, en el que participaron representantes del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), la Unidad de Paz de la Universidad de Antioquia, el Museo Universitario y Hacemos Memoria, junto con líderes de Asovida, encabezados por su representante legal y lideresa Gloria Ramírez Arias.
El objetivo principal de la reunión fue avanzar en el compromiso interinstitucional para renovar el espacio expositivo del Salón, un lugar que por más de dos décadas ha sido símbolo de dignidad para las víctimas del conflicto armado y referente nacional de memoria participativa.
Durante la jornada, las instituciones coincidieron en que la renovación no busca reemplazar lo existente, sino potenciar lo ya construido, incorporando nuevos recursos pedagógicos e interactivos que fortalezcan el vínculo con la comunidad.
“La idea no es reescribir, sino darle un nuevo giro que haga del Salón un espacio más cercano, más vivo y más participativo”, explicó Diana Galindo, museóloga del CNMH y encargada de la dimensión territorial del Museo de Memoria. Galindo, quien asistió junto con Yuliana Arango, enlace del CNMH en Antioquia, subrayó la relevancia del trabajo colaborativo: “La Universidad de Antioquia es un socio estratégico clave en este proceso. Conoce el territorio y sabe de la necesidad latente de fortalecer este gran sitio de memoria”.
La museóloga también destacó el valor simbólico del espacio, al señalar que su fuerza radica en los elementos que la comunidad ha convertido en emblemas: “Hay que seguir recurriendo a lo icónico, a lo que transmite experiencia. El piso, las columnas, las bitácoras y la pared de fotos son imágenes profundamente reconocidas por la comunidad; no se pueden perder, deben dialogar con lo nuevo”.
El Salón del Nunca Más fue inaugurado el 3 de julio de 2009, fruto del trabajo de las víctimas organizadas en Asovida, quienes desde entonces lo han sostenido con actividades culturales, pedagógicas y de acompañamiento a procesos de búsqueda de verdad y reconciliación.
Para Gloria Ramírez Arias, quien sufrió desplazamiento forzado y ha liderado la asociación desde sus inicios, la renovación debe reflejar ese espíritu colectivo: “El espacio está en buenas condiciones, pero requiere atención en temas de humedad y organización museográfica. El público tiene derecho a ver algo bonito, bien hecho, pero construido desde la gente. Que cada pieza cuente lo que el pueblo ha vivido”.
Ramírez también insistió en que la memoria debe ser útil para la transformación social, especialmente en el trabajo con las nuevas generaciones.

La memoria como escudo para la juventud
Uno de los enfoques centrales de Asovida es el trabajo intergeneracional. La organización busca que el Salón del Nunca Más no solo sea un lugar de conmemoración, sino una escuela de conciencia para los jóvenes del municipio.
“Es fundamental que podamos arrebatarle jóvenes a la guerra por todos los lados y en todas las esquinas”, afirmó Ramírez. “Tenemos que ser los precursores de la paz, para que ellos entiendan que la vida es valiosísima”.
Con ese propósito, Asovida desarrolla proyectos digitales y talleres creativos en los que los jóvenes producen videos, podcasts y contenidos para redes sociales. Estas iniciativas —una de ellas financiada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes— permiten que la juventud narre la memoria de su territorio “a su manera, de forma juvenil, a través de plataformas como Instagram y Facebook”, afirmó la lideresa.
La apuesta, según Ramirez, es mantener vivo el mensaje de resistencia y reconciliación más allá de las paredes del Salón. Por eso, uno de los propósitos de la nueva museografía es crear una exposición itinerante que pueda llegar a las veredas de Granada y a otros municipios del Oriente antioqueño.
Aunque Asovida reconoce el compromiso del CNMH y de las universidades, también ha expresado la necesidad de mayor continuidad institucional en los procesos territoriales.
“Con el Centro sí tenemos algunas sugerencias, porque le falta compromiso con algunos territorios, diría que con todos”, señaló Ramírez. “A veces se demoran uno o dos años en volver, y eso desestabiliza los procesos comunitarios”.
Pese a estas dificultades, la organización mantiene su convicción de que la memoria solo puede construirse en conjunto, con la participación activa de víctimas, Estado y sociedad civil.
“La juntanza es un factor de salvación”, insistió Ramírez, invitando a más instituciones a sumarse a la búsqueda de verdad, justicia y no repetición.
Dieciocho años de resistencia y esperanza
Desde su creación, Asovida ha acompañado a centenares de familias de Granada en procesos de duelo, exhumación, acompañamiento psicosocial y pedagogía para la paz. Su trabajo ha sido reconocido por organismos nacionales e internacionales como un ejemplo de resistencia civil y reparación desde la comunidad.
“Hemos trabajado por la paz, el perdón, la reconciliación, pero sobre todo para no repetir la historia”, concluyó Ramírez. “Eso es lo que le estamos diciendo a los jóvenes: que la memoria es el camino para cuidar la vida”.
El nuevo capítulo del Salón del Nunca Más busca precisamente eso: renovar sin olvidar, y convertir la memoria de Granada en un legado vivo que inspire a las próximas generaciones a defender la dignidad, la verdad y la esperanza.

