El documental «Lara: el hombre que intentó salvar a Colombia» es una iniciativa de la Fundación Jorge Lara Restrepo, que lleva el nombre del hijo del ministro asesinado por Pablo Escobar en 1984. Esta pieza junto al trabajo cultural y comunitario que la entidad desarrolla en Medellín son apuestas por la reconciliación y la memoria.
Por Manuela Echavarría Cuartas
Foto de portada: Manuela Echavarría Cuartas
Durante tres años, la Fundación Jorge Lara Restrepo ha trabajado en el barrio Loreto de Medellín, en el sector conocido como Pablo Escobar, con iniciativas sociales, culturales y artísticas. Su apuesta más reciente es el documental Lara: el hombre que intentó salvar a Colombia, dirigido por Mags Gavan y proyectado este mes en el Festival Internacional de Cine por los Derechos Humanos (FICDEH).
Desde 2021, la organización ha entregado uniformes deportivos, tenis, medias, balones y juguetes en el barrio, además de impulsar actividades culturales y de arte urbano. Entre ellas, la celebración del Día del Perdón, la Reconciliación y la Paz o la iniciativa “Escaleras de esperanza: pintando la reconciliación”, con la que intervinieron artísticamente 400 escalones de acceso al barrio.
La película sigue a Jorge Lara Restrepo, hijo del exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla quien fue asesinado en Bogotá, por orden de Pablo Escobar el 30 de abril de 1984. Tras vivir exiliado en Europa, Jorge regresó a Colombia en el 2011 con el propósito de buscar justicia por el crimen de su padre y visibilizar las desigualdades en el país.
Aunque era realizador audiovisual, Jorge Lara rechazó durante más de una década la idea de contar su historia en un documental. En 2020 decidió hacerlo realidad y llamó a la cineasta Mags Gavan, que le había propuesto el proyecto en el 2009, cuando ambos estudiaban en Londres. Ese mismo año, Gavan viajó a Colombia y lo acompañó en parte de su recorrido. En 2021 inició oficialmente la grabación.
Las formas del perdón
Después de la muerte de Jorge Lara Restrepo y con la tarea de terminar el documental sobre su legado y la lucha por la justicia y la transformación social, Carolina y Lina Marcela Flórez García, cofundadoras de la Fundación, contactaron a Bayron Velásquez, quien manejó la moto desde la que dispararon contra Rodrigo Lara Bonilla. Jorge había intentado reunirse con él, muchos años antes, pero no lo había conseguido.
En el relato aparece la lucha de Jorge Lara Restrepo para que el caso de su padre no quede en la impunidad, la amistad que surge con el hijo del asesino de su padre, Juan Pablo Escobar —hoy Sebastián Marroquín Santos—, y cómo se involucra con el barrio Pablo Escobar, fundado por el narcotraficante en 1984, bajo el nombre de “Medellín sin tugurios”. Este lugar fue habitado por las familias que vivían en el basurero municipal de Moravia. Allí Jorge decidió crear una casa cultural en honor a su padre, pero murió en París en el 2022 sin ver materializado el proyecto.
Durante el estreno del documental en Medellín, el 2 de septiembre en el teatro Pablo Tobón Uribe de Medellín, las hermanas Flórez García contaron que, antes de escribirle a Byron, leyeron un informe de la Comisión de la Verdad sobre el perdón. Dos meses después de comunicarse con él, Velásquez las llamó y les dijo: “Su mensaje fue distinto a otros porque ustedes hablan de reconciliación, de una casa cultural y de darles la oportunidad a los jóvenes de cambiar sus vidas”.
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Byron tenía 18 años cuándo participó en el asesinato del exministro y cumplió casi once años de cárcel. Su historia refleja las de otros jóvenes sicarios que marcaron la política colombiana, como el menor de 15 años que el 7 de junio de este año le disparó en una plaza pública de Bogotá al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, o el adolescente que en el Puente Aéreo de la capital asesinó, el 22 de marzo de 1990, a Bernardo Jaramillo Ossa, candidato presidencial por la Unión Patriótica.
Para el politólogo Petrit Baquero, asesor estratégico de la Fundación Jorge Lara Restrepo, detrás de estos delitos hay condiciones sociales y económicas que empujan a los jóvenes a cometerlos: “Muchos crecen con la expectativa de ‘ser alguien’, pero no encuentran cómo serlo. Por eso, en muchos casos, resultan involucrados en organizaciones delictivas de alto nivel que les encomiendan osadas acciones en las que a veces sienten que no tienen nada que perder; y el que sean menores de edad les permite tener un tratamiento ‘benigno’ por la ley, lo cual hace que estén dispuestos a ‘sacrificarse’ para cometer un acto sicarial”, enfatizó.
Una de las escenas más impactantes del documental Lara: el hombre que intentó salvar a Colombia es la videollamada en la que Paulo José Lara Restrepo, hermano de Jorge y presidente de la fundación, escucha y perdona a Byron Velásquez, quien después siguió participando de actividades en la entidad.

El sueño de la casa cultural
Al final de la película parece que la casa cultural y centro social Rodrigo Lara Bonilla ya existe, pero en realidad lo que se muestra es la celebración del Día del Perdón, la Reconciliación y la Paz del 2023, cuando se pintó un mural con la imagen de Jorge Lara y Sebastián Marroquín, los hijos de la víctima y el victimario.
La obtención del terreno donde Jorge soñó la casa ha sido un proceso complicado para la fundación, porque está dividido entre el municipio de Medellín y una empresa privada: “Esto ha implicado sortear la lentitud de la burocracia y la falta de voluntad empresarial”, dijo Lina Flórez, directora de operaciones de la fundación.
En la presentación del documental, Uberney Zabala Miranda, líder comunitario del barrio Pablo Escobar, desde hace 27 años, reiteró el reclamo de los habitantes por ser reconocidos en el Plan de Ordenamiento Territorial como un barrio independiente de Loreto. También denunció que el lote soñado para la casa cultural fue ofrecido por una constructora para viviendas de interés social: “Empezaremos una pelea jurídica para defender ese terreno y el derecho a la cultura que nunca nos ha dado el Estado”, afirmó.
Mientras avanza la gestión del lote para construir la casa cultural, la fundación busca mantener vivo el legado de Jorge Lara Restrepo: promover la reconciliación y la transformación social en el país, además de sostener la búsqueda de justicia por el crimen de su padre, Rodrigo Lara Bonilla, el político que confrontó a Pablo Escobar por sus vínculos con el tráfico de drogas y el uso de dineros ilícitos para ganar credibilidad política, cuando este ocupó de forma temporal el puesto de Jaime Ortega en la Cámara de Representantes.
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“Si todos nos comprometemos a aportar un grano de arena desde nuestro entorno, el país cambiará más rápido de lo que queremos. Los cambios no se hacen solamente desde los gobiernos. Los cambios empiezan en nosotros, en nuestras casas y comunidades”, dijo Paulo Lara, en un discurso que se proyectó el día de la presentación del documental.
Para Carolina Flórez, productora, la impunidad mató a Jorge Lara y también a las víctimas que han tenido que morir esperando justicia, lo que es también el motor que impulsa el trabajo de la fundación: “Jorge tenía claro que los derechos humanos no se pueden garantizar sin justicia. Y esta película representa el deseo de memoria y de justicia a través del cine”, finalizó.

