El Oriente concentra el 14 por ciento de los casos del departamento. Para intentar dar con el paradero de las víctimas se puso en marcha un plan específico para esa subregión.
Por Emmanuel Zapata Bedoya
Foto: cementerio del corregimiento de El Jordán – Julián Roldán.
La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) puso en marcha la implementación de un Plan Regional de Búsqueda para el Oriente antioqueño. Este plan tiene la intención de desarrollar de forma permanente una investigación extrajudicial y humanitaria orientada por preguntas como: ¿a quiénes buscan?, ¿quiénes los buscan?, ¿cuándo y cómo fueron desaparecidos?, ¿dónde los buscan?, ¿con quiénes los buscarán?
Según el Plan, en el Oriente se concentra el 14 por ciento de desaparecidos de Antioquia. Los datos con los que cuenta la UBPD evidencian cómo a partir de 1982 se dio un aumento en el número de personas desaparecidas en la subregión, que llegó a su nivel más alto en 2002 cuando fueron desaparecidas 1718 personas y que solo disminuyó a menos de cincuenta casos anuales a partir de 2013.
El Plan Regional de Búsqueda también explica cuáles son los municipios del Oriente que más padecieron este flagelo. El primero es San Carlos, con 408 desparecidos; le sigue San Luis, con 320 víctimas. Luego el municipio de Sonsón, que registra 312 casos; y le sigue Argelia, con 299 personas desaparecidas.
Mientras que los municipios con menos casos, según el Plan, son: Guatapé con 22, El Peñol con 25, Concepción con 29 y San Vicente Ferrer con 31 casos de personas desaparecidas. Cabe aclarar que el Plan presenta cifras que pueden aumentar con el tiempo pues, entre otras razones, la desaparición de personas sigue siendo un crimen que se comete en esa subregión y en el resto del país.
Para adelantar la búsqueda en el Oriente, la Unidad identificó 75 lugares de interés forense, de los cuales 50 son fosas en zonas rurales y 25 cementerios con cuerpos no identificados y cuerpos identificados no reclamados.
A propósito de esta problemática, el jueves 13 de julio, en la Seccional Oriente de la Universidad de Antioquia, se llevará a cabo la charla “Experiencias y retos de la búsqueda de personas desaparecidas en el Oriente antioqueño”. La profesora de Hacemos Memoria, Adriana González Gil, moderará la conversación en la que participarán Flor Gallego, lideresa de víctimas de El Carmen de Viboral; Adriana Arboleda de la Corporación Jurídica Libertad y Sabina Carmona, investigadora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).
La desaparición forzada en el Oriente
La desaparición forzada es una de las violaciones de derechos humanos que se denuncian en Colombia desde la década de los setenta. Sin embargo, solo hasta el año 2000, con la Ley 589, se tipificó como delito.
Uno de los departamentos que más ha padecido este flagelo es Antioquia. De acuerdo con el Registro Único de Víctimas (RUV), desde 1985 al 31 de mayo de 2023, en este departamento la desaparición forzada dejó por lo menos 12 578 víctimas directas.
Las cifras de la UBPD, que reportan casos entre 1964 y 2016, con corte el 15 de noviembre de 2022, dan cuenta de 23 418 víctimas en Antioquia. Y el Observatorio de Memoria y Conflicto, desde 1962 al 31 de marzo de 2023 reporta 19 822 víctimas.
De las nueve subregiones del departamento, el Oriente es una de las más afectadas por casos de desapariciones forzadas. De acuerdo con el Observatorio de Memoria y Conflicto, entre 1965 y el 31 de marzo de 2023, la subregión reportó 2813 víctimas, cifra que sigue en aumento. Por su parte, el RUV da cuenta de 1868 víctimas entre 1985 y 2023; mientras que para la UBPD, el universo inicial estimado de personas dadas por desaparecidas en el Oriente antioqueño, entre 1964 y 2016, es de 3149 personas, con fecha de corte al 31 de octubre de 2021. Las cifras difieren por la metodología que emplea cada institución para contabilizar los casos.
El Oriente en contexto
Históricamente, el Oriente antioqueño, conformado por 23 municipios, se ha caracterizado por ser una subregión donde abunda el agua. Cuencas como la del río Nare, el Río Negro, El Buey, Calderas, Río Claro, Samaná Norte y Samaná Sur fluyen por estas tierras. De acuerdo con la Cámara de Comercio del Oriente Antioqueño, gracias a su riqueza hídrica esta zona se ha posicionado como “geoestratégica, nodo del sistema eléctrico y energético del suroccidente colombiano, con seis embalses y cinco centrales hidroeléctricas (…) que generan el 29 por ciento de la energía nacional y el 73 por ciento del total departamental”.
Para los años sesenta el Oriente antioqueño se convirtió en un polo de modernización e industrialización. Megaproyectos como las hidroeléctricas de Guatapé, San Carlos, Jaguas y Calderas; la extensión de las líneas de energía, la construcción de la autopista Medellín – Bogotá y del Aeropuerto Internacional José María Córdova, de Rionegro, dieron paso a que los habitantes de esta zona materializaran la idea de progreso y crecimiento en la región, así lo explica el informe Oriente antioqueño: Análisis de la conflictividad.
Sin embargo, “este crecimiento económico es una de las razones para que grupos guerrilleros y paramilitares se instalaran en la zona y afectaran las dinámicas de desarrollo que tenía el Oriente antioqueño”, sostiene Bladimir Ramírez Valencia, abogado, magíster en Derecho e investigador de la Universidad de Antioquia.
En el informe citado líneas arriba se explica cómo las FARC llegaron al Oriente antioqueño en la década de los ochenta con dos frentes guerrilleros: el Frente IX asentado en San Rafael, San Carlos, San Luis, Cocorná, Concepción y Alejandría; y el Frente 47 que inició operaciones en Argelia, Nariño, Sonsón y San Francisco. Para la década de los noventa el ELN llegó a la zona con el Frente Carlos Alirio Buitrago y se ubicó en San Luis y Cocorná. El informe sostiene que “varios investigadores de la región refieren la construcción de los embalses como uno de los factores que motivó a las guerrillas de las FARC y el ELN a instalarse en esta región, debido, por una parte, a los prometedores ingresos de estos megaproyectos, y, por otra, para defender a la población local de los atropellos cometidos contra ella”.
Mientras que, según Verdad Abierta, la conformación de estructuras paramilitares en la subregión se dió desde mediados de 1995 y para el año 2001 la actividad guerrillera se redujo debido a la presión de los grupos paramilitares en el territorio.