Luego de tres años, la Fiscalía aún no establece quién disparó contra la comunicadora indígena del Cauca. El caso es apoyado por la Unidad Especial de Investigación, que investiga los asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos y exintegrantes de las Farc.
Por Camilo Castañeda Arboleda
El 8 octubre de 2017, indígenas del resguardo de Kokonuko, en el municipio de Puracé, Cauca, bloquearon la vía de entrada al predio de Aguatibia, que reclaman como parte de su territorio ancestral y que está en propiedad de una empresa turística. El Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía acudió al lugar para levantar el bloqueo, acción que produjo un enfrentamiento entre los uniformados y los comuneros. En medio de la refriega, Efigenia Vásquez Astudillo, comunicadora de la emisora indígena Renacer Kokonuko, que cubría y respaldaba la protesta, fue impactada en el pecho, según comunicó Medicina Legal, por un proyectil de carga múltiple que le produjo una herida cardiaca, lesión que horas después le ocasionó la muerte en un hospital de Popayán. Ver: Itinerarios de María Efigenia Vásquez
En esos días, la comunidad del resguardo de Kokonuko, que era gobernado por Isneldo Avirama, señaló el hecho como un asesinato y acusó a los agentes del Esmad como los responsables, mientras que el coronel Pompy Arúbal Pinzón Barón, entonces comandante de la Policía Metropolitana de Popayán, indicó en medios de comunicación que la muerte de Efigenia pudo ser provocada con armas artesanales que manipulaban los indígenas.
Según Albeiro Napoleón Tobar Manzano, fiscal delegado ante jueces del circuito de la seccional de la Fiscalía en el Cauca, durante las indagaciones realizadas en estos tres años su despacho ha investigado tanto la hipótesis de los indígenas como la de la policía. No obstante, reveló: “Continuamos en etapa de indagación porque aún no tenemos indicios claros sobre quién es el responsable. Estamos pendientes de un experto balístico de Bogotá que ha trabajado en temas parecidos, sobre recalzadas o munición que no está reglamentada para ver si por ahí se puede esclarecer un tema, también se mira la posibilidad de las papas bombas que han sido usadas por manifestantes”. Ver: La hipótesis de la justicia en el caso de María Efigenia Vásquez
El fiscal Tobar Manzano, afirmó que por tratarse de una comunicadora indígena, la investigación por el asesinato de Efigenia está priorizada en su despacho y desde mediados del 2020 cuenta con el apoyo de la Unidad Especial de Investigación de la Fiscalía General de la Nación, cuya función es investigar los asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos y exintegrantes de las Farc. Por ello, explicó: “Este año organizamos toda la información, estamos nuevamente revisando, tenemos pendiente hacer una nueva reconstrucción en terreno de los hechos, estudiar con peritos expertos un video en el que se registró el hecho, con cámara lenta y toda la tecnología que puede tener el nivel central, pero por la pandemia no hemos podido avanzar”.
Aunque el trámite de este caso está en la justicia ordinaria, el proceso recibe apoyo de la Jurisdicción Indígena, como una forma de garantizar transparencia en el ámbito investigativo, y cuenta con la colaboración de la Policía y del resguardo indígena de Kokonuko que dan la información requerida para adelantar la investigación, detalló el fiscal Tobar Manzano.
Una comunicadora comprometida
Al momento de su muerte Efigenia tenía 31 años. En su comunidad la recuerdan como una mujer comprometida con las causas del pueblo indígena al que pertenecía. Además de hacer parte de la emisora Renacer Kokonuko, la cual está vinculada al equipo de comunicaciones del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), la comunicadora cursaba Derecho Propio en la Universidad Autónoma Indígena Intercultura (Uaii); había hecho parte de la Guardia Indígena, entre el 2010 y el 2012; y capacitaba a niños, niñas y jóvenes del cabildo en temas asociados a la comunicación propia de los pueblos indígenas.
Por eso, Mery Avirama, vecina de Kokonuko y compañera en el equipo de comunicaciones del Cric, la recuerda como una mujer perseverante que desde los programas radiales hacía visibles la cultura de su pueblo ancestral, los procesos sociales que emergían en el territorio y las necesidades que tenían las comunidades. “Ella tenía como lema que su trabajo en la radio debía que tener mucha investigación, por eso se caminaba el territorio para poder contarlo. La muerte de Efigenia es el gran reflejo de lo que pasa con quien defiende las luchas indígenas que siempre han querido callar”, concluyó Mery.
Efigenia participaba en las diferentes mingas organizadas por las comunidades ancestrales en el suroccidente de Colombia donde, según contó Mery, era insistente en reconocer el rol de la mujer en el movimiento indígena. Justamente su muerte se produjo en 2017 cuando la comunicadora participaba y cubría una de las protestas que realizan los indígenas desde 1971, cuando se dio inicio al Plan de Recuperación de la Madre Tierra, para reclamar un predio de 86 hectáreas que, según ellos, hace parte de su territorio ancestral y sobre el cual el empresario Diego Angulo Rojas tiene en funcionamiento el centro de turismo Termales Aguatibia. Ver: Disputa de tierras en Puracé, la visión de dos mundos que no se encuentran
Para Darío Tote, consejero de la asociación de Cabildos del Pueblo Kokonuko, el principal recuerdo de la comunicadora es la sonrisa que siempre transmitía en los encuentros y las reuniones. “Efigenia, a pesar de ser tan joven, era bastante propositiva e inquieta. Extrañamos eso de ella”, expresó Tote, quien agregó que su muerte representó un vacío para sus padres, su esposo, sus tres hijos y sus cinco hermanos, y significó para la comunidad indígena la pérdida “de la esperanza, de la rebeldía natural. Mataron un futuro”.
El compromiso de Efigenia, concluyó Darío Tote: “Deja el ejemplo de que no hay que quedarse callado, que es necesario moverse, opinar en los espacios de lucha y de resistencia, como ella lo hizo”. Por eso, añadió, en Kokonuko se la recuerda con un mural en la casa del cabildo y en los encuentros todavía se hacen minutos de silencio y de aplausos para recordar su legado.
En los últimos tres años, otros dos comunicadores indígenas han sido asesinados en el Cauca. El 5 de marzo de 2018, Eider Arley Campo Hurtado, quien era integrante de la Guardia Indígena y comunicador en la emisora Pioyá Stereo, fue asesinado cuando participaba en la persecución de hombres armados que ingresaron a la casa del cabildo para liberar a cuatro personas que habían sido detenidas por los indígenas. El 13 de agosto del 2020 fue asesinado en Corinto, Cauca, José Avelardo Liz Cuetia, comunicador de la emisora Radio Nasa, quien recibió varios impactos de bala mientras cubría una manifestación de comunidades indígenas dentro del proceso de Liberación de la Madre Tierra. Según organizaciones indígenas como el Cric, las balas contra Liz Cuetia fueron disparadas por integrantes del Ejército Nacional.