Alemania, Rusia y Colombia arden juntos por la minería de carbón

La extracción, comercialización y quema de carbón es una cadena que une a Colombia con Alemania y Rusia. Así lo muestra Ardiendo, una serie documental que aborda la discusión sobre los efectos de la minería de carbón en La Guajira colombiana.

 

Por Esteban Tavera

Imagen de portada: captura del tráiler de la serie Ardiendo

La movilización que se produce a partir de un proyecto de ley que busca frenar la importación de carbón en Alemania, los conflictos que vive la comunidad Kuzbass en Siberia (Rusia), y las luchas que hace varias décadas emprendieron varios pueblos indígenas y afrodescendientes de La Guajira (Colombia) en contra de la mina a cielo abierto más grande del planeta, son las tres historias conforman la serie documental Ardiendo (Still Burning en inglés).

La producción, que será estrenada a partir del 16 de octubre de 2020 en Colombia, con un lanzamiento semanal seguido de un conversatorio, fue realizada por colectivos audiovisuales de Alemania, Rusia y Colombia con el objetivo de hacer visible las relaciones de poder que hay detrás de la comercialización de carbón en los tres países.

“El hilo conductor de la serie es la misma cadena comercial del carbón”, dice Katherine Rodríguez García, una de las personas que, junto con Daniel Céspedes y Yeison Beta, produjo el capítulo “Colonización y resistencia”, en el que se narra la relación entre las comunidades de La Guajira y la mina Cerrejón.

Esta mina es reconocida como la más grande del mundo. Según las cifras de la empresa Carbones El Cerrejón Limited, durante 2019 se extrajeron 25,8 millones de toneladas de carbón y se exportaron 26,3 millones de toneladas. La mayoría de estas exportaciones fueron hacia el mediterráneo, 42 por ciento; luego a Europa, 27 por ciento; América Latina, 25 por ciento; y Asia, 6 por ciento. Toda esta operación dejó un total de 565 mil millones de pesos en regalías durante ese año.

“Si algo muestra esta serie es la dimensión que tiene la industria del carbón. El tercer capítulo muestra una realidad muy dura en La Guajira, pero en la serie vamos a ver que ahí no termina la cadena. Vemos lo que pasa con el carbón antes y hasta que va al puerto, pero luego de eso llega a Alemania, que es uno de los mayores compradores de carbón colombiano”, agregó Katherine Rodríguez.

Esta producción ha servido para que en Colombia se vuelva la mirada sobre una problemática que sigue sin resolverse: los efectos que tiene la minería de carbón sobre las fuentes de agua, la productividad de la tierra, la salud, las costumbres y formas de vida de las comunidades indígenas y afrodescendientes de La Guajira, así como sobre los conflictos que hay alrededor de este fenómeno.

Durante una semana del mes de febrero de este año, Katherine y su equipo estuvieron visitando seis municipios de la media y baja Guajira en los que el proyecto minero tiene influencia, y en los que se encontraron con comunidades indígenas y afro que desde hace décadas se han visto afectados por la explotación minera.

“En los días en que estuvimos haciendo el rodaje, llegamos a una comunidad y nos enteramos de que en esa mañana una niña había muerto como consecuencia de la contaminación. Eso fue una situación demasiado devastadora. Ahí dijimos que nosotros no teníamos que llegar a investigar científicamente la calidad del agua o del aire, solamente con ver a las mamás contando los procesos que han tenido que vivir en los hospitales, solamente con ver el río casi seco, con eso basta para decir que eso no puede ser”, expresó Katherine.

Muchos de los conflictos que se han generado con la mina en el territorio han sido analizados por las altas cortes del Estado colombiano. El fallo más reciente fue de la Corte Constitucional que, a través de la sentencia T-614 de 2019, le ordenó a la empresa Carbones Cerrejón Limited adoptar medidas para mitigar las afectaciones a la salud de las comunidades que viven en la zona de influencia de la mina, así como preservar y restaurar los daños causados en el ecosistema.

En el texto, la Corte se apoya en el estudio “Evaluación y caracterización de mezclas complejas generadas en una mina de carbón a cielo abierto y sus efectos biológicos en linfocitos humanos polimórficos” adelantado por la Universidad del Sinú (Colombia) y la Universidad Federal de Rio Grande du Soul (Brasil). Dicho estudio reveló: “En el aire de las comunidades encontramos elementos altamente enriquecidos como el azufre (S) y otros medianamente enriquecidos como el Cromo (CR), Cobre (Cu) y el Zinc (Zn). Comparado con MAYAPO los habitantes del corredor minero mostraron altas concentraciones de Cromo (Cr), Níquel (Ni), Manganeso (Mn), y Bromo (Br) en la sangre. Elementos como el Azufre (S), Cromo (Cr) y Bromo (Br) pueden dañar las células del cuerpo”.

Este estudio también evidenció “daños en las células de los pobladores del corredor minero. Este daño puede relacionarse con algunas enfermedades respiratorias, del corazón, de la piel, estómago y cáncer”.

Mary Luz Uriana Ipuna vive en el Resguardo Indígena Wayúu de Provincial, es una de las personas que interpuso la acción de tutela que finalmente concluyó con la sentencia de la Corte Constitucional, y también es una de las protagonistas de la serie Ardiendo. “Lo que me llevó a mí a interponer esa tutela es que por causa de la mina, en mi comunidad se ha causado mucho daño. Aquí ya no pasa que los niños entierran a sus abuelos, sino que los abuelos son los que están enterrando a la niñez”, afirmó.

A esto se le suma que uno de los niños más afectados por la contaminación que produce la extracción y quema del carbón es su propio hijo Duber José Brito Uriana. “Desde su nacimiento, mi niño ha sufrido las consecuencias de la contaminación. A los 15 días de nacer tuvo que ser internado en UCI porque tenía los pulmones infectados. Luego de eso, cuando el niño tenía año y medio, volvió el tormento de estar metida en un hospital con él porque sus pulmoncitos no habían madurado bien y le dio una neumonía por la contaminación”, relató Mary Luz.

Pero cuenta que otras familias no han corrido con su misma suerte. “Cuando mi niño estuvo grave, la primita de él también se enfermó mucho, y ella no aguantó; a la niña se le reventaron los pulmoncitos por dentro, no pudo resistir esa contaminación”, recordó Mary Luz.

También afirmó que cuando se conoció el sentido de la sentencia de la Corte Constitucional, a principio de 2020, la empresa disminuyó levemente la expulsión del polvillo y no sabe si es por eso o por cualquier otra razón, su hijo ha mejorado su estado de salud. Sin embargo, advirtió, los problemas no se han resuelto.

“Nosotros aquí vivimos como chivos en un corral, solo tenemos un portón para entrar y salir, pero ni siquiera podemos cruzar el río porque al otro lado es tierra privada. A nosotras no solo nos ha tocado ver niños que se mueren por la contaminación, también han ocurrido abortos, malformaciones, animales que se van muriendo enfermos”, detalló Mary Luz.

 

La historia de conflicto detrás de la mina a cielo abierto más grande del mundo

Samuel Arregocés es uno de los líderes afro de la comunidad de Hatonuevo, ubicada en la media Guajira. Lleva 15 años ejerciendo la labor de ayudar a su comunidad a defender sus derechos frente a los efectos que tiene la minería de carbón que desarrolla Cerrejón en su territorio desde 1975.

“Mi primer desplazamiento fue en 1999 cuando yo era líder deportivo y la empresa estaba tratando de comprar los predios en donde yo vivía con mi familia. En ese momento el Esmad —Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía— me persiguió y me hicieron huir. Yo salí con mucha angustia porque dejé a mi mamá y a mis hermanas, y a ellas les tocó vender bajo presión”, relató Samuel a Hacemos Memoria.

Luego de sufrir esta situación y de ver vulnerados los derechos de sus coterráneos, en el año 2005 Samuel decidió convertirse en vocero de su comunidad. “A partir de ese momento nunca han cesado los seguimientos y las intimidaciones. El peor de todos ocurrió en mayo de 2018 cuando llegó un hombre hasta mi casa, y como salieron los vecinos que se dieron cuenta, el tipo huyó por una alcantarilla”, contó Samuel.

Para él, el hecho de que ya los seguimientos tocaran la puerta de su casa fue demasiado. “El banco de datos del Cinep y Somos Defensores me dijeron, ‘Samuel, ya lo que viene después de esto es un atentado, necesitamos sacarte de la Guajira’. En ese momento estaban asesinando líderes sociales de mi perfil, entonces yo salí hacia Santander y luego me fui a Europa”, recordó Samuel, quien desde el allí siguió denunciado las arbitrariedades que cometía la empresa en la compra de terrenos, en el desconocimiento del derecho a la consulta previa, así como en los índices de contaminación que deben soportar los habitantes de las comunidades aledañas de la mina.

Situaciones similares de intimidación ha sufrido Mary Luz Uriana, quien contó que “a mí y a otras dos compañeras nos han amenazado en dos ocasiones, ambas a través de llamadas en la que nos dicen que dejemos de hacer lo que hacemos si es que queremos a nuestros hijos. Pero en noviembre del año pasado, cuando yo venía de un encuentro que se hizo en Cartagena, vimos a tres hombres que se bajaron de una camioneta y nos corretearon. Menos mal ellos como que no conocían el territorio porque nosotros nos fuimos hacia el monte y ahí los perdimos”.

Lo complejo de esta situación, explicó Samuel, es que  “no sabemos qué grupo armado se dedica a esto, pero lo cierto es que todos los líderes sociales de acá de la Guajira estamos amenazados. Algunas compañeras han recibido panfletos firmados por las Águilas Negras, pero no sabemos quiénes están detrás de eso”.

Para Katherine Rodríguez, productora de la serie, en La Guajira todo el tiempo hay un conflicto. “Muchas formas de vida allá han sido asesinadas. Una persona en el documental dice ‘yo no soy, yo fui’. Esa frase a mí me parece muy potente porque recoge mucho de lo que significa vivir al lado de esa mina, a ellos hasta la memoria les han robado”, dijo.

Justamente para que esta historia no siga viviéndose en soledad, este grupo de colectivos que realizaron Ardiendo esperan que muchas personas vean la serie y se conecten a los tres conversatorios que se desarrollarán en el mes de octubre luego del lanzamiento de cada uno de los episodios. Pero también esperan que, en los ámbitos nacional e internacional, se empiecen a emprender acciones para que La Guajira no siga ardiendo.