Pensar al otro como una extensión de sí mismo es la principal consigan de la fotógrafa mexicana Mayra Martell, reconocida por su amplia trayectoria documentando las violencias en distintos rincones del continente.
Por: Estudiantes del curso Periodismo y Memoria*
Foto: archivo particular
Mayra Martell es una fotógrafa mexicana que desde hace quince años documenta la desaparición forzada, principalmente en países América Latina. Reconocida por retratar espacios de mujeres desaparecidas en su natal Ciudad Juárez, su lente también ha capturado otros tipos de violencias y los impactos que deja en las vidas de quienes las padecen.
Conversamos con Martell sobre su experiencia como como reportera gráfica y las preguntas que han acompañado una prolífera producción que ha sido expuesta en países como Alemania, Canadá, Argentina, Francia, España, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos y Brasil.
¿Cuáles son las dificultades de documentar la desaparición forzada y el feminicidio en un país que lleva años de una violencia muy álgida por cuenta del narcotráfico?
Es muy complicado hacer un reportaje así. A las personas no les gusta mucho que se hable de ese tema y te van localizando. Eso tiene pros y contras, porque de alguna manera tienes más apertura en el trabajo que estás haciendo, algunos familiares hablan con otras personas y les dicen “dale la entrevista. Es una periodista que ya conocemos”. Pero, por otro lado, sí he tenido muchos encuentros desafortunados con la policía y con grupos que tienen que ver con trata de personas en Ciudad Juárez.
Y no es que sea una cosa complicada que se queda en la misma situación 15 años, esto se ha ido diversificando. Así como en la desaparición forzada y la trata de personas, también en los ataques a periodistas siempre hay nuevas maneras. Yo no puedo estar, por ejemplo, más de una semana en Ciudad Juárez. No puedo ver a mucha gente que conozco. Llego a un hotel y nadie puede saber que estoy allí, entonces, te haces precavido y vas tomando experiencia en cuanto a cómo resguardarte al momento de trabajar.
Cuando habla de la diversificación, no solo de los ataques contra los periodistas sino también en la desaparición forzada ¿A qué se refieres?
Mi tema es la desaparición forzada en Latinoamérica y hay una diversificación del fenómeno: sucede en Guatemala, Argentina, Colombia, México, Honduras, Brasil, Perú… por ejemplo, en Colombia hay casos relacionados con ‘falsos positivos’, en Argentina y Perú se vivió la desaparición en la dictadura; pero también hay nuevas desapariciones, como la de los inmigrantes. Hay una diversificación de la desaparición muy compleja en Latinoamérica, creo que tiene que ver con su geografía y con todos los temas sociales que pasan.
Es diferente el fenómeno de la desaparición forzada en los distintos países, pero ¿hay algunos aspectos en común además del dolor de las víctimas?
Claro, la falta de empatía de la sociedad hacia las víctimas, la falta de empatía de la policía, una tremenda frustración por parte de los familiares. Esa continua falta de humanidad en todo, que es terrible, porque al final es una desaparición. Toda esa frustración y tristeza para mí es muy importante transmitirla y pensar cómo se hace cada uno de los materiales.
Ahora estoy haciendo el libro de Ciudad Juárez, que es muy complicado porque tiene 172 casos. Entonces, en cada uno de los casos voy presentando un archivo donde trato de ser lo más detallista posible. Hago uso de todos los elementos visuales que tenga para trabajar en lo que es el documento de la memoria.
Es vital la historia de la persona: quién era, dónde estuvo, cómo fue, cómo se encontró, si no se encontró, qué ha pasado; porque al final, al contar una historia estás denunciando a la policía, a la sociedad, las situaciones tan deplorables que tiene el sistema…
¿Cómo elige qué contar de cada historia?
Es lo que siento, por ejemplo, para mí, es súper importante la sobrecama, el vestido de la cama. Siempre que llegaba a las casas me llamaba mucho la atención la sobrecama porque me permitía conocer a las personas a través de sus cosas. En unos casos, por ejemplo, se ve que hacían la tarea en la sobrecama, entonces había manchas de marcador. Ese rastro de que fue usado es una evidencia de vida, de que alguien existió ahí, alguien usó ese edredón y estéticamente para mí fueron muy lindos. Se me hacía muy triste porque son evidencias de alguien que no se sabe dónde está, pero su cama sigue ahí.
El trabajo que haces debe tener una conexión contigo. Si no te mueve, si no te inspira, si no sientes esa punzada en el estómago, no sirve. Tienes que estar muy conectada, tienes que estar súper atenta a qué vas sintiendo, qué vas viendo, porque al final, tú tienes que ir descubriendo.
En el momento en que yo empiezo un documental, corto toda la información previa para no tener ningún prejuicio, para que eso no modifique mi manera de entender el trabajo. Al final, yo creo que todos tenemos una búsqueda de algo, o sea, no puedes empezar un tema que no te mueva en algo. Entonces, tienes que ser muy respetuoso contigo mismo, con lo que sientes.
¿Cómo se relaciona con los familiares de las mujeres desaparecidas o de las personas asesinadas y cómo establece su metodología de trabajo?
En el caso de Ciudad Juárez empecé a ver un montón de recortes de prensa de mujeres desaparecidas. Muchos de los familiares no tienen confianza en la policía, entonces hacen sus propios carteles con los teléfonos de su casa. Empecé así, llamando a la casa de las personas. Después tuve acceso a archivos policiacos donde también venía información y demás.
Cuando empecé, los familiares me iban diciendo de otros casos. La cosa es empezar, aunque no tengas método. Si algo te interesa, vas, preguntas y de ahí tienes que seguir preguntando. Claro que muchos te dicen que no pueden dar información, pero tienes que volver, tienes que ser muy necio en eso, esa es mi metodología, ser necia.
¿Cómo romper con la vergüenza que muchas veces le impide al fotógrafo acercarse a las personas?
Yo creo que eso tiene que ver con cada persona y depende de la confianza hacia sí mismo y de su respeto hacia la otra persona. Cuando yo empecé lo de Ciudad Juárez no tenía experiencia en temas de desaparición y trabajo con víctimas. Hoy escucho los audios de las primeras veces que fui a la casa de las madres y pienso: “¡qué idiota! ¿cómo le pregunté eso?” Pero lo que me encontré es que ellas se dieron cuenta de que yo no lo estaba haciendo con mala intención, sino que era falta de experiencia y fueron muy maternales conmigo. Incluso la formación que yo tengo de trabajar con víctimas viene de ellas, ellas me enseñaron.
De cierta manera tienes que crear un vínculo, una conexión para que tu trabajo sea más humano, más profundo, más empático. Cuando ustedes ven una fotografía pueden saber qué está pasando, pero también cómo esa persona respondió al fotógrafo: si le cayó bien, si le cayó mal, si realmente fue cercano, si no lo fue. Eso también te habla mucho de la persona que está detrás de la cámara: todas las fotos te hablan de cómo el fotógrafo se acerca a las personas y eso tiene que ver mucho quién eres.
¿Cómo abordar a esas personas y cómo tratar esa información sin revictimizar?
Tienes que desarrollar un vínculo. A mí lo que me ha funcionado es pensar que el otro no es el otro, sino que es una extensión mía; entonces, voy a hablar, por ejemplo, de una señora como si fuera mi madre, del otro como si fuera parte mía. Con los presuntos homicidas me causa mucho conflicto, porque me tocó, por ejemplo, tratar con un tipo que secuestraba niñas de siete a nueve años. Me tuve sentar con él y el tipo era muy amable. Fue muy fuerte para mí no tenerle coraje, pero yo pensaba “este tipo eres tú también”. La gente que es así, es parte de nuestra sociedad y esta sociedad está así, caduca, enferma, porque nosotros somos así. No me puedo desligar del violador, del violentador, eso es parte mía. Siempre tengo eso en mi trabajo: el otro es una extensión mía. Me importa que el otro esté bien, aunque sea un presunto homicida, que no se sienta humillado por mí, yo no puedo juzgar… es muy fuerte, pero así es.
Conoce el trabajo de Mayra Martell en su página web: mayramartell.com
*El curso Periodismo y Memoria es ofrecido en el pregrado de Periodismo de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia y está a cargo del docente Víctor Andrés Casas, coordinador de Hacemos Memoria. Esta entrevista es producto de la interacción virtual de los estudiantes con Mayra Martell, quien participó en una sesión de clase en abril de 2020.