El colectivo de Mujeres Caminando por la Verdad conmemoró el primer año de la intervención forense ordenada por la JEP en La Escombrera. Los recientes hallazgos, el fallecimiento de las mujeres buscadoras, las dificultades presupuestales y la desarticulación entre entidades fueron el centro de la reflexión simbólica.
Por Fabián Uribe Betancur
En la entrada del predio La Escombrera, en las alturas de la Comuna 13 de Medellín, unas quince mujeres llevan pañoletas y camisetas blancas con la imagen de la huella de un pie en tonos naranja y verde, acompañada de la frase “Mujeres Caminando por la Verdad”, el nombre que las representa. Algunas también visten camisetas negras que en la espalda tienen la consigna: “Las cuchas tienen razón”.
Este jueves 31 de julio todas ellas están ocupadas en distintas tareas, minutos antes del acto simbólico que realizarán al final de la mañana en honor de sus familiares que ya no están y de aquellas personas cuyos cuerpos fueron recuperados recientemente, en el primer año de la intervención forense ordenada por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en este predio que queda en los terrenos de Construcciones El Cóndor, antes Agregados San Javier en los límites de la Comuna 13 con el corregimiento San Cristóbal. Algunas de las mujeres repasan lo que van a decir durante el evento; otras reparten refrigerios a sus compañeras, y unas más organizan el espacio de memoria en forma de luna, con siluetas de personas cuyos torsos llevan marcados un nombre y la fecha en que desaparecieron, así como varias fotografías de sus familiares desaparecidos.
De fondo suenan los últimos versos de la canción Hasta la raíz, de la cantante mexicana Natalia Lafourcade.
“Yo te llevo dentro, hasta la raíz
y por más que crezca, vas a estar aquí.
Aunque yo me oculte tras la montaña
y encuentre un campo lleno de caña
no habrá manera, mi rayo de Luna,
que tú te vayas”.
Este tema musical es una representación simbólica de ese amor que dejó huellas profundas en las mujeres buscadoras. Hasta la raíz es un símbolo de lo esencial, de lo que no se arranca, como el vínculo con sus hijos e hijas, padres, hermanos y familiares desaparecidos.
Seis siluetas puestas delicadamente en el suelo representan a quienes fueron hallados recientemente, a lo largo de este primer año de intervención: dos el 18 y el 19 de diciembre de 2024, dos el 10 de enero de 2025 y dos más el 14 y 15 de julio de 2025. En el medio de este espacio, varias huellas de pies hechas en papel se siguen unas a otras formando un círculo. A su alrededor hay diecisiete plantas suculentas, un casco de protección, dos veladoras, un par de botas pantaneras negras de las que emergen flores de crisantemo, y dos fotografías de mujeres buscadoras que fallecieron en los últimos años, entre ellas Ángela Velásquez, a pocos días de los primeros hallazgos.
Un círculo, un camino
Con paso lento pero seguro, integrantes del colectivo de Mujeres Caminando por la Verdad recogen del suelo las seis siluetas blancas que llevan dibujos de flores que representan a las víctimas de desaparición forzada que fueron halladas. Adriana Bedoya brinda unas palabras al público poniéndoles voz a las personas halladas:
“Hoy, a 23 años, nos han encontrado gracias a las mujeres valientes que no han cesado en la búsqueda, no solo de sus familiares, sino de todas las personas desaparecidas del país. Y lo hacen acompañadas de la Corporación Jurídica Libertad y el Movice. Ellas no estaban locas; siempre tuvieron la razón. Nosotros somos la muestra de esa verdad”.

Seis mujeres con prendas blancas se organizan en fila, sosteniendo las siluetas; van en orden cronológico según las fechas de los hallazgos. Los asistentes comienzan a observar con atención. Los periodistas empiezan a disparar sus cámaras. Una de las mujeres, de forma tímida, intenta evitar ser fotografiada y se oculta tras la figura que sostiene entre las manos, aquello a lo que quiere dar relevancia. La primera silueta lleva la fecha 18 de diciembre de 2024.
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Sale otra mujer buscadora. Es de estatura mediana y camina con la firmeza de quien sabe lo que va a decir. Tiene una camiseta blanca y una pañoleta morada anudada al cuello donde unas letras amarillas se leen como un grito bordado: “Las cuchas tienen razón”. Es Blanca Nidia Pérez; respira hondo, alza la vista, saluda y comienza a leer:
“Durante la búsqueda, hemos sentido que los desaparecidos nos han seguido para que encontremos sus cuerpos. Nos han enviado señales que nos permiten mantener viva la esperanza”.
La segunda silueta tiene marcada la fecha 19 de diciembre de 2024.
Salen, una tras otra, cuatro mujeres más. Se toman la palabra con firmeza. Sus voces, aunque distintas, coinciden en una misma exigencia: La Escombrera debe transformarse en un lugar de memoria y cerrarse como sitio de disposición de escombros de construcción y desechos de la ciudad. Señalan que los responsables siguen libres, cobijados por la impunidad, y reclaman una articulación real y efectiva entre las instituciones que conforman el Sistema Integral para la Paz, especialmente la Jurisdicción Especial para la Paz y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD). No hablan desde la resignación, sino desde la exigencia de sus derechos como víctimas.
Olga Luz Acevedo dice que durante estos veinte años de lucha, después de las graves operaciones militares en la Comuna 13, han tenido que aprender a buscar a sus familiares desaparecidos, a familiarizarse con términos extraños provenientes del lenguaje judicial y a enfrentar la revictimización por parte del Estado y de algunos sectores de la sociedad que niegan lo sucedido en aquel lugar, en referencia a las violaciones de derechos humanos que ocurrieron durante la intervención estatal, cuando las milicias de la guerrilla fueron expulsadas y los grupos paramilitares se tomaron el control a sangre y fuego.
“Nos indigna que, tras veinte años, los responsables sigan deambulando bajo el manto de la impunidad. Por nuestros desaparecidos, ni un minuto de silencio. Todavía una vida de lucha y búsqueda. Justicia, justicia, justicia… ¡Justicia!”.
Alzar la voz
Luz Elena Galeano avanza hacia el lugar de memoria. Su presencia se impone: es una mujer fuerte, moldeada por años de lucha. Desde joven se inclinó por las causas sociales, pero fue la desaparición de su esposo Luis Javier Laverde, en el 2008, la que marcó su vida con una herida profunda y la empujó a una búsqueda sin tregua. Desde entonces, no ha dejado de alzar su voz por los derechos de las víctimas y sus familias. Su caminar, como su historia, está hecho de dignidad y resistencia.
En representación del colectivo de Mujeres Caminando por la Verdad, Luz Elena comienza a leer un comunicado a los asistentes y a la prensa, después de meses de guardar silencio como asociación de víctimas:
“Hace un año, comenzamos un camino difícil, pero necesario: regresar a La Escombrera, no solo con el recuerdo del horror, sino con la esperanza de encontrar respuestas que por años nos fueron negadas. Durante estos doce meses, las Mujeres Caminando por la Verdad hemos recorrido este proceso de búsqueda con dolor, dignidad y firmeza. Hemos llorado y resistido juntas, sosteniéndonos en el abrazo, la palabra y la memoria”.

También señala que hoy, a un año de haber comenzado la excavación, las conmueve profundamente decir que se han recuperado seis víctimas. Aunque no bastan frente al inmenso número de personas desaparecidas en la Comuna 13 de Medellín: 502 según el universo consolidado por la UBPD. Los hallazgos de estas seis víctimas representan para el colectivo de mujeres un paso importante en la lucha por la verdad; por eso el 18 de diciembre del 2024 marca un hito para ellas:
“Ese día nos llenamos de felicidad y a la vez de tristeza. Allí se encontraba nuestra compañera Luz Ángela Velásquez, fue tanta la emoción en su cuerpo que terminó debilitándola y finalmente falleció el 21 de diciembre. Queremos darnos un momento para recordar a Luz Ángela y a todas las demás compañeras que han partido sin saber qué pasó con sus familiares desaparecidos”.
Así fue como el viento se llevó las palabras que resonaban en ese lugar, y el silencio se abrió paso durante un minuto en memoria de las 26 integrantes del colectivo que han fallecido en durante sus años de búsqueda.
Luz Elena retoma la lectura del comunicado que reconoce la labor del colectivo de las mujeres buscadoras, quienes han sido veedoras permanentes durante las excavaciones y cuya insistencia ha garantizado la búsqueda en La Escombrera.
“Hemos seguido de cerca cada etapa de la excavación, señalando fallas y exigiendo el cuidado y respeto que requiere este proceso. Nuestra labor ha sido un acto de resistencia, memoria y dignificación”.
En la voz de Luz Elena, las mujeres buscadoras expresaron también su preocupación por el incumplimiento del protocolo de comunicaciones, que fue construido entre familiares y entidades del Sistema Integral de Paz para garantizar el principio de centralidad de las víctimas.
“Las acciones unilaterales por parte de la Alcaldía, la JEP y la Unidad de Búsqueda han roto acuerdos básicos de respeto, cuidado y corresponsabilidad con las familias. No comprendemos por qué la UBPD, una entidad creada precisamente para liderar y coordinar la búsqueda, no ha tenido un papel central. Esta omisión afecta la integralidad, la transparencia y la legitimidad del proceso. Hacemos un llamado urgente para que la búsqueda continúe en otros sitios clave de Medellín y Antioquia, donde se presume que también podrían estar cuerpos de personas desaparecidas”.
La voz firme de Luz Elena finaliza la lectura del comunicado:
“La tierra ha comenzado a hablar, pero su voz necesita ser escuchada con compromiso, responsabilidad y respeto por la voz de las mujeres buscadoras. Con urgencia y con compromiso real. Seguiremos aquí, hasta encontrarles a todos y todas”.
Sus compañeras de lucha, las mujeres buscadoras, empuñan sus manos y alzan los brazos y voces al unísono:
“No estamos locas, las cuchas tenemos razón. No estamos locas, las cuchas tenemos razón…”.
Es ya el final de la mañana, y los rayos de sol que rebotan en el pavimento crean un calor insoportable. Así es Medellín a mitad de año.
Saber más: Así es la búsqueda de desaparecidos en La Escombrera
Adriana Arboleda, defensora de derechos humanos adscrita a la Corporación Jurídica Libertad y el Movice, que han acompañado por años a las Mujeres Caminando por la Verdad, avanza con paso firme. A la espalda de su camiseta negra resalta el rostro de Margarita Restrepo, una de las mujeres que se han vuelto representativas del grupo de buscadoras, junto a la frase: “Las cuchas tienen razón”. Toma aire, y comienza la lectura del comunicado, sobre esta conmemoración:
“Un año después, reconocemos este momento como un hito histórico, político, jurídico y forense. La intervención representa el reconocimiento de las víctimas como sujetas políticas de verdad. Su palabra venció el negacionismo, y por fin hay una oportunidad real de encontrar fragmentos de verdad que estuvieron ocultos junto a los cuerpos”.
Luego señala que hay graves obstáculos que se interponen a la búsqueda en La Escombrera:
“Falta de presupuesto, dificultades técnicas y ausencia de garantías para las mujeres, que siguen siendo estigmatizadas y señaladas por exigir verdad y justicia para los responsables de los crímenes. Además, la mayor preocupación es la débil articulación entre la JEP y la UBPD”.

A Adriana, o Nana, como la llaman sus compañeras del movimiento por la defensa de los derechos humanos, se le escucha siempre con atención, por su liderazgo en los procesos que llevaron a la JEP a ordenar las medidas cautelares sobre los lugares como La Escombrera, en donde ya se ha comprobado que fueron enterradas víctimas de desaparición forzada. Hoy menciona que los desafíos son múltiples y urgentes en esta intervención judicial, humanitaria y forense:
“Garantizar continuidad técnica, política y financiera; ampliar la intervención al nuevo polígono de la fase VI; avanzar en la identificación de los dos cuerpos hallados recientemente; y fortalecer la coordinación JEP-UBPD, tal como lo ordena el mandato de búsqueda humanitaria y extrajudicial”.
Ella cierra el acto simbólico con un llamado a la persistencia y la solidaridad social.
“La tierra habla. Las víctimas tienen razón. Y el Estado tiene la obligación de escuchar, reparar y actuar sin dilaciones. Este primer año no es solo una fecha conmemorativa: es una alerta ética, política y humanitaria. No se puede permitir que la esperanza abierta en La Escombrera vuelva a ser sepultada”.
Las mujeres buscadoras le responden en una misma voz, una frase que no se cansan de repetir una y otra vez, una frase que ya nunca se puede llevar el viento:
“No estamos locas, las cuchas tenemos razón.
No estamos locas, las cuchas tenemos razón…
Y la tierra sigue hablando,
y la tierra sigue hablando”.

