La búsqueda de personas sexodiversas desaparecidas necesita metodologías que reconozcan a sus familias sociales y el problema del subregistro. Más que encontrar un cuerpo, estas búsquedas pretenden dignificar las identidades.
Foto de portada y texto por Manuela Echavarría Cuartas.
A pesar de los avances institucionales en la búsqueda de personas desaparecidas en Colombia, las violencias por prejuicio siguen impidiendo el reconocimiento pleno de las personas LGBTIQ+. En un sistema forense binario, colectivos como Casa Diversa y Caribe Afirmativo han liderado iniciativas que dignifican las identidades sexodiversas, visibilizan a las familias sociales como buscadoras legítimas y proponen nuevas metodologías para superar el subregistro y transformar la búsqueda.
Más allá de querer encontrar un cuerpo, la búsqueda de las personas LGBTIQ+ dadas por desaparecidas pretende reconocer las identidades que son negadas en el sistema forense, que funciona basado en el sexo biológico, con las únicas variables de ser hombre o mujer. Colectivos como Casa Diversa, junto a organizaciones como Caribe Afirmativo y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), han documentado casos, enfrentado riesgos y propuesto nuevas metodologías para una búsqueda que incluya a las familias sociales y dignifique la vida de las víctimas.
“Necesitamos que la conversación sobre las violencias por prejuicio y la desaparición de las poblaciones sexodiversas transcienda y vaya más allá del mes de la diversidad, porque a la morgue entra el cuerpo de una mujer lesbiana y sale el de una mujer, o entra una mujer trans y sale un hombre” dice Lucía González (nombre protegido), lideresa trans que busca a una compañera trans que era trabajadora sexual y desapareció siendo menor de edad en el centro de Medellín.
“Yo sabía cómo se vestía, qué hacía y que no. La última vez la vimos con un hombre y nunca supimos más de ella”. Lucía González dio su testimonio a Casa Diversa y a la UBPD. Dice que está pendiente de noticias sobre los avances de la investigación, pero no quiere participar en la búsqueda directamente: “Yo no quería manejar esto, sino soltarlo, sobre todo por seguridad”.
Ella empezó el proceso de búsqueda en el proyecto “Hasta encontrar todos los colores del arcoíris” realizado entre 2023 y 2024 por la organización Caribe Afirmativo y los colectivos Casa Diversa, de Medellín, y Voces Diversas, de Barrancabermeja. Tuvo tres objetivos: aportar a la superación del subregistro con la documentación de tres casos, crear dos escuelas de comunicación y entregar un informe de recomendaciones para la búsqueda de personas LGBTIQ+ dadas por desaparecidas.
En medio del proceso, se conocieron otros dos casos de desaparición ocurridos en el centro de Medellín, pero no pudieron documentarse por los riesgos de seguridad de quienes brindan información y de las personas buscadoras. En uno de ellos, cuando quisieron hacer la indagación, la persona de la población LGBTIQ+ que aportó la información inicial pidió que no investigaran al respecto: “No hable de mí, no diga nada, esto se queda acá. Hágalo por la vida suya y la mía” le dijo esa persona a July Andrea Gutiérrez, cofundadora y directora de Casa Diversa. En el otro caso no se pudo avanzar por la presión del grupo armado que controlaba la zona de desaparición.
La UBPD participó del proyecto con un taller, que logró el cruce de variables con consultas a expertas en medicina y antropología, para identificar expresiones de género diversas que aumenten la probabilidad de abrir hipótesis en los casos de desaparición de personas LGBTIQ+.
“En Barrancabermeja aprendimos que las mujeres trans admiraban a Marbelle a finales de los noventa y se hacían su mismo tatuaje en los senos; los hombres gay se hacían un tatuaje circular en los glúteos; en Medellín un grupo de amigas trans se hicieron el mismo tatuaje en la espalda baja; las mujeres lesbianas usaban camisetas de fútbol como tendencia antes del 2000 y los hombres trans en la década del 2000 hacían transformaciones corporales artesanales en sus clítoris y se vendaban los pechos” cuenta Matilda González Gil, de la dirección de Participación, Contacto con las Víctimas y Enfoques Diferenciales de la UBPD.
A partir de esta información, la entidad tuvo un hallazgo parcial de cien cuerpos que podrían tener estas características, los cuales están en proceso de verificación.
El mayor reto para la búsqueda
Las desapariciones forzadas de personas LGBTIQ+ tienen el subregistro de datos más grande en el país. Del universo general de 126 895 personas desaparecidas consolidado por la UBPD, actualmente en esta entidad cuentan con 62 solicitudes de búsqueda de población LGBTIQ+ y tienen reportes de 161 personas buscadoras. Este registro ha venido creciendo a raíz de distintas metodologías y estrategias diferenciales que buscan superar el subregistro. Para octubre del 2023 había 22 solicitudes y para junio del 2024, el número se duplicó.
En el Congreso Identidades Ausentes: Experiencias internacionales sobre desaparición y búsqueda de personas LGBTIQ+, realizado en Medellín en el 2023, al que asistieron Jhon Restrepo y Joha Calderón Fuquen, investigadores de Caribe Afirmativo, los ponentes enfatizaron en que el subregistro está ligado a distintos factores sociales como la normalización de las desapariciones y la aceptación social de la violencia por prejuicio; así como también influyen situaciones como el miedo a denunciar por represalias de los actores armados, la desconfianza institucional, las barreras que enfrenta la familia social de las víctimas para participar de la búsqueda y la falta de inclusión en los sistemas nacionales de información.
Muestra del subregistro es el vacío de información en entidades como la Unidad para las Víctimas y el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en las décadas pasadas. Según el informe Aniquilar la diferencia, publicado por el CNMH en el 2015, hasta ese año había 15 reportes de personas LGBTIQ+ desaparecidas forzosamente en el marco del conflicto armado.
Una de las barreras para la identificación de los delitos contra las poblaciones sexodiversas son los formatos institucionales que todavía no terminan de modificarse con un enfoque diferencial amplio. Según la Unidad para las Víctimas, entidad encargada de identificar a las víctimas del conflicto armado en el país, desde el 2011, con la implementación de la Ley 1448 o Ley de Víctimas, se incluyó la categoría LGBTI en el formato de declaración. La variable intersexual fue incluida en el 2019 y actualmente está en proceso de actualización para registrar el sexo, la identidad de género y la orientación sexual de las víctimas.
En el caso del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el campo de información sobre la orientación sexual e identidad de género se aplica desde el 2018. Sin embargo, esta última variable no se tiene en cuenta para el proceso forense de la identificación de cadáveres porque este sistema es binario: define hombre o mujer. Este es otro de los retos importantes en la búsqueda de personas LGBTIQ+ desaparecidas y que ha sido enfrentado con la identificación de rasgos característicos que distingan a las poblaciones diversas en ciertos contextos, como las que llevaron al hallazgo inicial de cien cuerpos por parte de la UBPD.
Identidades en un sistema binario
Entre las solicitudes de búsqueda hay casos de desaparición que se remontan hasta la década de 1970, lo que implica un desafío más grande con respecto al reconocimiento de las identidades en los huesos de las víctimas. Sin embargo, en las capacitaciones y diálogos de la UBPD con expertas y la organización forense Trans Doe Task Force de Estados Unidos, se está explorando el camino para identificar cambios hormonales o quirúrgicos en los huesos en casos de vieja data como estos.
Pero más allá de los diálogos por el enfoque de género en la entidad, actualmente la decisión de buscar este tipo de información parte de la voluntad de los antropólogos y forenses: “Algunos elementos como la manera de inhumación, las prendas de vestir, la información sobre las prácticas habituales de la persona son tenidas en cuenta o no dependiendo de la visión que tenga el investigador”, contó María Alejandra Marino, antropóloga forense de la UBPD, hace un año en el lanzamiento de la Red de Búsqueda Arcoíris, estrategia para la búsqueda participativa de personas LGBTIQ+.
“Los sistemas de información no han contado con las suficientes herramientas, metodologías e instrumentos que permitan dar cuenta de las vidas diversas”, dice Jhon Restrepo —consultado para este artículo—, cofundador de Casa Diversa y parte del equipo de Caribe Afirmativo en dos áreas: la búsqueda de personas LGBTIQ+ desaparecidas y el acompañamiento a los cuatro sujetos diversos de reparación colectiva del país: Casa Diversa en Medellín y Crisálida en San Rafael, Antioquia; Mesa Diversa del Carmen de Bolívar, en Bolívar; y Chaparral Diversa en Chaparral, Tolima.
La metodología para buscar a las personas LGBTIQ+ cambia y se convierte en un tipo de búsqueda inversa con las familias sociales —redes de apoyo no consanguíneas—, porque el subregistro es muestra de la violencia sistemática y el patrón de aniquilamiento. Jhon Restrepo cuenta que este proceso les ha permitido plantear las preguntas sobre los vacíos del sistema forense, a través de ejercicios de líneas de vida, cartografía social y las descripciones de la familia social, que pueden ser distintas a las realizadas por la familia biológica.
“No quiere decir que antes no se buscara, pero a veces teníamos dudas sobre los casos porque las instituciones nos preguntaban y no teníamos, pero eso no quiere decir que no existieran”, afirma Jhon Restrepo al recordar que en Colombia se empezó a crear una agenda más formal y pública sobre la desaparición de las personas diversas hace cerca de ocho años, época que coincide con hitos ciudadanos como la creación de la política pública LGBTI y la realización del Congreso LGBTI por la Paz.
La familia social
Las personas LGBTIQ+ reconfiguran la idea de familia y construyen una red de apoyo que se conoce como familia social; esta reconfiguración sucede por el distanciamiento o la ruptura de las relaciones con las familias consanguíneas en contextos de violencias por prejuicios y discriminaciones. Las familias sociales pueden incluir a las parejas, los amigos, los colectivos y organizaciones, las madres trans y sus comunidades.
“Nosotras tenemos familias sociales y nos hemos convertido en nuestras protectoras. Sabemos identificar la pequeñez por donde sea y podemos decir: mire, eso se utilizaba en los años ochenta, esto otro en los noventa. Mire, esto puede ser aquí o acá”, cuenta Lucía González, que conoció a Casa Diversa por los programas que ofrece la organización.
July Andrea Gutiérrez, actual lideresa Casa Diversa, tiene 37 años y es profesional en planeación y desarrollo social. Lleva 18 años en la defensa de los derechos humanos en la Comuna 8 en Medellín, razón por la que ha sido desplazada y amenazada en varias ocasiones. La más reciente ocurrió el 4 de mayo del 2024, lo que ocasionó el cierre de la sede de la organización hasta el 20 de octubre del mismo año, periodo en el que tuvieron que cesar actividades pues debían protegerse. Hoy, la colectiva suma a 15 integrantes.
La búsqueda de personas LGBTIQ+ dadas por desaparecidas sigue significando riesgos para la organización y es un tema que va más allá de encontrar un cuerpo: es, según lo expresan sus integrantes, la búsqueda por dignificar las identidades: “Buscamos que se reconozca a Claudia como Claudia, no como Mateo. Aunque no haya realizado el cambio en su documento identidad, ya tenía una vida construida como Claudia. ¿Entonces por qué se le va a desdibujar toda su construcción?”, dice la lideresa de Casa Diversa.
Saber más: La Escombrera: Cronología de una búsqueda
En “Hasta encontrar todos los colores del arcoíris” también participó la organización Madres de la Candelaria para aportar con su experiencia en la búsqueda de personas desaparecidas. Luz Amparo Mejía, lideresa de la organización, cuenta que una de sus compañeras busca a su hijo homosexual hace 23 años porque los paramilitares del barrio se lo llevaron, y que cuando fueron a poner la denuncia, un fiscal les dijo: “Ay, doña Amparo, harto que yo tengo que hacer acá y usted me pone más trabajo para buscar a un marica, pues es un marica menos”.
Si bien con la UBPD ha habido avances, July Gutiérrez dice que faltan garantías institucionales de confidencialidad porque se han presentado casos donde se filtra la información y las personas dejan de creer en el proceso. De otro lado, para Jhon Restrepo, desde la entidad no han tenido en cuenta las recomendaciones de las organizaciones para los planes regionales de búsqueda.
En junio de este año, mes del Orgullo, la UBPD inició un proceso de difusión de piezas gráficas y carteles en Bogotá para la búsqueda de personas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, por medio de sus familias sociales, comunidades, lugares de socialización y defensores de derechos humanos.
La búsqueda de personas LGBTIQ+ dadas por desaparecidas busca ir más allá de la localización de un cuerpo: pretende transformar los métodos forenses y las metodologías para la búsqueda, avanzar en el subregistro histórico y reconocer las identidades diversas que han sido negadas en los procesos forenses. Organizaciones como Casa Diversa y Caribe Afirmativo coinciden en la necesidad de reconocer a las familias sociales como actores legítimos en los procesos de búsqueda y afianzar la confianza institucional, mientras que la UBPD tiene el reto de buscar a quienes faltan con enfoques diferenciales para atender el subregistro más alto en el universo de personas desaparecidas.

