El Aula del Nunca Más de Yarumal invita a reconocer las vivencias del conflicto 

Persona de azul señalando un objeto en el Aula del Nunca Más.

El espacio de memoria de Yarumal realiza actividades que quieren visibilizar los impactos del conflicto armado en la población. Para fortalecer su labor, el Aula del Nunca Más requiere apoyo institucional y participación ciudadana. 

Por Manuela Echavarría Cuartas
Foto de portada: Estrategia Conversa-Acción

Inaugurada en septiembre del 2022, el Aula del Nunca Más de Yarumal se ha consolidado como el espacio para reconocer la historia del conflicto en el municipio y la zona Norte de Antioquia, resignificar el dolor de las víctimas y promover en las nuevas generaciones una cultura de paz.  

El Aula se encuentra en una esquina del segundo piso de la Casa de la Cultura y se distingue entre los demás salones por una figura de papel pegada en la puerta. Al entrar, el sonido cambia y la luz se vuelve más cálida. Tiene cuatro paredes temáticas: “Cartografías del recuerdo”, “Paisaje de un lugar habitado”, “Manos y voces que tejen identidad” y “La pared de las emociones”. 

Magdalena Calle Londoño, lideresa e integrante de la Mesa de Víctimas municipal, cuenta que para ella este lugar se sigue llamando “Rincón de la Memoria”, pues fue así como se lo propusieron a los candidatos a la alcaldía en el 2019.  

Su construcción y puesta en funcionamiento contó con la participación de al menos sesenta víctimas del conflicto armado. Pero sus historias personales no están allí identificadas, pues la mayoría de los registros y de los relatos no tienen nombres ni apellidos; con ello, quienes orientaron el espacio quisieron resignificar el dolor y establecer un puente de identidad con cualquier visitante o habitante del municipio: que las historias presentes en el Aula del Nunca Más fueron o pudieron ser vividas por muchos habitantes de Yarumal, como lo explica Magdalena Calle. Según la Unidad para las Víctimas, el conflicto ocasionó la victimización de 10 858 personas en ese municipio, lo que equivale a un cuarto de la población local.  

Actualmente el aula está a cargo de Julián García Maya, gestor municipal de Patrimonio, área de la Secretaría de Educación y Cultura, quien coordina otras actividades como el museo Foto Dolly, además de grupos y comités patrimoniales. “El aula es un espacio para sentir”, enfatiza. Él ha centrado gran parte de su trabajo en acercar a los jóvenes a la historia del conflicto en el municipio. “Aquí los estudiantes descubren que su realidad ha estado atravesada por la violencia. Hablar de estos temas es difícil, pero necesario para que las nuevas generaciones entiendan el pasado y construyan un futuro en paz”, menciona. 

La conexión del espacio con la comunidad yarumaleña camina en dos direcciones: Magdalena Calle con las víctimas, especialmente en actividades con organizaciones sociales y la Mesa de Víctimas, y Julián García desde actividades pedagógicas y la articulación con la Cátedra de Paz, materia escolar establecida por ley desde el 2014 en todo el país. En el 2024 en el Aula se realizaron 25 actividades que convocaron a cerca de 600 personas.   

Juan Camilo Ayala, director de la estrategia Conversa-Acción de la Institución Educativa San Luis, manifiesta que desde el año pasado están trabajando para que todos los estudiantes del grado undécimo conozcan el aula antes de graduarse. Esto durante el periodo tres de la Cátedra de Paz, llamado “Memoria histórica y acuerdos de paz”. El docente resalta que esto es importante para “resignificar el espacio, reconocerlo y acercarse a las historias, heridas y fisuras que ha dejado el conflicto en la vida de los estudiantes y sus familias”. 

Mientras recorre el Aula, Magdalena Calle destaca que cada actividad que se hizo para conformar el espacio de memoria buscó “homenajear los hogares, objetos y personas que han sido arrebatados a causa de la violencia”. Al recordar el grupo en el que participó, se detiene frente a una pequeña silla de madera con palabras y nombres escritos con colores. La que más resalta es “ausencia”, y a su lado hay un cuadro con fotografías del ejercicio narrativo. Mira la imagen y lee en voz alta dos fechas: 9 de diciembre del 2000 y 12 de noviembre del 2010; pertenecen a un dibujo que dice: “Dos sillas quedaron en mi casa y en mi corazón el vacío de mis dos hijos”. 

Al frente de las fotos, en el corazón del salón, hay una mesa blanca de madera con las cifras que resumen los costos humanos del conflicto armado en el municipio. En la parte superior resalta un mapa de Yarumal y una lista de los principales actos violentos ocurridos en el territorio. En la parte inferior se enlistan 18 hitos: la mayoría son hechos victimizantes ocurridos entre 1987 y 2018. Uno de los más recordados es la masacre de 19 personas en los corregimientos de Ochalí, El Llano y La Loma el 18 de enero del 2000, cometida por 150 integrantes del Bloque Noroccidente de las Autodefensas Unidas de Colombia. En esta línea de tiempo, también se reconocen otros hechos importantes para la construcción de memoria, como la conformación de la Mesa de Víctimas y la organización Madres por la Vida en el 2007. 

Memorias del conflicto armado en el Aula del Nunca Más de Yarumal, Antioquia.
Desde el Aula se ha tratado de acercar a la comunidad educativa con charlas y talleres, y con apoyo los componentes de la Cátedra de Paz. Foto: Manuela Echavarría Cuartas.

Magdalena Calle es una de las lideresas yarumaleñas más reconocidas en el municipio y relata la historia del Aula con fluidez. Sobre el presupuesto de esta iniciativa, reconoce que hay tanto dificultades como intención de mantener con vida este espacio. “Eso no es únicamente aquí, pasa en todas partes: ¿o cuánto tiempo llevan construyendo el Museo Nacional de Memoria Histórica en Bogotá?”, enfatiza. Con respecto al ámbito local, agrega: “La Mesa de Víctimas debe sesionar mínimo cuatro veces al año y máximo diez. Aquí nos dan presupuesto para cuatro sesiones”. Añade que considera un logro el que desde la actual administración municipal se haya asignado a una persona para gestionar el espacio; se refiere a Julián García, el último de los tres gestores que ha tenido el Aula. “Antes ni siquiera le hacían aseo, porque el Aula era de la Secretaría de Gobierno, y si alguien venía a conocer el espacio, me llamaban a mí”, afirma Magdalena. 

La destinación del presupuesto para el Aula del Nunca Más no ha sido clara desde su creación, y a pesar del cambio realizado por la actual administración de pasar la dependencia de la Secretaría de Gobierno a la Secretaría de Educación y Cultura, sigue sin establecerse cómo debe ser la asignación anual para esta iniciativa.  

Para García, es complejo determinar el presupuesto exacto porque no hay rubros destinados específicamente al Aula, sino a conmemoraciones, charlas y eventos de distinta índole. “Creo que la cultura se subestima en términos de plata, y muchas veces la respuesta es que no hay recursos, pero también depende de la voluntad propia”, manifiesta luego de contar que en ocasiones ha comprado materiales de su bolsillo para realizar actividades. Según lo que relata, una de sus mayores luchas presupuestales ha sido asegurar el mantenimiento del rubro destinado al Mes del Patrimonio, que se realiza en septiembre.  

La secretaria de Educación y Cultura de Yarumal, Natalia Gómez, explica que, si bien el Aula no tiene presupuesto exclusivo, sus actividades sí hacen parte del rubro total destinado a la Casa de la Cultura. “El sostenimiento y fortalecimiento del lugar depende de varias dependencias, pero también de organizaciones de víctimas y entidades tanto locales como departamentales y nacionales encargadas de la construcción de memoria”, explica Gómez. 

Toledo, Angostura y Yarumal son los únicos municipios del Norte de Antioquia con un espacio físico dedicado a la construcción de memoria del conflicto armado. Foto: Manuela Echavarría Cuartas.

Ximena Cano Ruiz, enlace municipal de Víctimas, Derechos Humanos, Paz y Posconflicto del municipio, informó que entre sus acciones de sensibilización se incluyen talleres sobre derechos humanos y prevención de minas antipersona, dirigidos a estudiantes, adultos mayores y líderes comunitarios. Sin embargo, expresó que también enfrentan limitaciones presupuestales, como la falta de ayuda por parte de la Unidad para las Víctimas y la Gobernación de Antioquia en la atención de la última emergencia humanitaria ocasionada por enfrentamientos sostenidos a finales de enero entre el Clan del Golfo y el Ejército de Liberación Nacional en el corregimiento La Loma; así como en El Cedro y El Pueblito entre el ELN y las disidencias al mando de alias “Calarcá Córdoba”. 

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A pesar de las dificultades para construir memoria en Yarumal, como la falta de prioridad institucional y el desinterés de buena parte de su población, como lo manifestaron fuentes consultadas, sigue siendo fundamental hablar de paz en un municipio que aún enfrenta las secuelas de décadas de violencia y continúa replicando sus dinámicas con la presencia de grupos armados ilegales en las zonas urbana y rural, especialmente en los corregimientos. “Aquí la gente no se reconoce como víctima. Nosotros crecimos con miedo, pero lo normalizamos. Nos decían que no podíamos pasar por ciertos barrios porque eran peligrosos, que no podíamos hablar de ciertos temas. El Aula busca romper ese silencio”, afirma Julián García. 

Según Magdalena Calle, la primera vez que se habló de memoria en el contexto del conflicto en el municipio fue con la campaña Deletrear la piel en el 2006, aunque a partir de la Ley de Justicia y Paz de 2005 en Yarumal las víctimas ya habían empezado a organizarse, lideradas por ella, para recolectar sus historias, participar de eventos y audiencias en la búsqueda de justicia.  

En la mesa ubicada en el centro del Aula está una frase que ha sido mencionada por ella en diversos medios de comunicación y eventos cuando habla del proceso de las víctimas en el municipio: “El conflicto tiene nombre de mujeres y rostros de niños y niñas”. Para Magdalena Calle, el objeto más significativo del Aula es una máquina de coser que aportó una mujer del corregimiento El Pueblito, porque “demuestra cómo las mujeres transforman los hilos de la guerra”. Esa transformación, que ocurre en el presente, es lo que pretende el Aula del Nunca Más de Yarumal, un espacio que hace memoria del conflicto e interpela a los habitantes sobre sus impactos y vigencia en la vida cotidiana.