Tras dejar las armas en 2016, Yuliana y Tomás volvieron al corazón de su territorio. En el lugar que los vio nacer, emprendieron la primera Ruta de Reconciliación y Armonización con enfoque étnico en Colombia. Este pódcast nos guía por los senderos que cruzaron para restaurar el equilibrio roto por el conflicto armado.
Por Leidy Yesenia Guancha Fuelantala*
Nariño es uno de los departamentos con mayores índices de violencia después de la firma de los acuerdos de paz entre el Estado colombiano y las FARC-EP. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), entre 2016 y 2024 se presentaron allí 38 masacres y fueron asesinados por lo menos 138 líderes y defensores de derechos humanos.
Igual de grave es la cifra de firmantes de paz asesinados en el departamento, pues según Indepaz, entre 2017 y 2024, les quitaron la vida a 43, el 10% del total nacional, que ya alcanza los 429 firmantes asesinados.
A ese contexto de violencia letal se suman problemas no resueltos, como la lentitud del Estado en el cumplimiento de los acuerdos y la falta de presencia integral en los territorios, que contrasta con la ocupación y control de los municipios por parte de otros grupos armados ilegales.
En 2020, después de varias mingas de pensamiento, se firmó en el municipio de Cumbal la primera Ruta de Reconciliación y Armonización con enfoque étnico en el país. Esta ruta fue el resultado de dos años de trabajo y 40 reuniones en las que personas en proceso de reincorporación y la comunidad indígena de los pastos del resguardo de Mayasquer debatieron sobre diferentes aspectos relacionados con la reincorporación, el acceso de las instituciones que acompañan el proceso, el sometimiento a la justicia indígena y la concertación para la implementación de iniciativas productivas, todo acorde con la cosmovisión del pueblo Pasto y su plan de vida.
La ruta se construyó de la mano de las autoridades indígenas, que empuñan sus varas de justicia como símbolo sagrado y poderoso en la toma de decisiones, guiadas por la espiritualidad y la conexión con sus antepasados para regir autoridad, justicia, sabiduría, unidad, liderazgo y su legado milenario como pueblos originarios. Fue un paso significativo hacia la paz y la reconciliación en la región y significó esperanza para los firmantes de paz y las comunidades afectadas por el conflicto armado.
El pódcast «Ir Nam Pued Puram, Mit Qui Pued. Semillas de vida: retornar al centro de la espiral» da cuenta de ese proceso desde la perspectiva de dos firmantes: Yuliana y Tomás.
*Esta historia forma parte del especial periodístico Memorias en resistencia, como resultado de la formación «CdR/Lab Periodismo que investiga la memoria del conflicto armado en Colombia», iniciativa de CdR, gracias al apoyo del Servicio Civil para la Paz de Agiamondo. Fue publicado originalmente el 20 de noviembre de 2024, aquí.