El libro Plegarias del pueblo muerto. El Aro, del periodista Pablo Navarrete, fue publicado en el 2023, veinticinco años después de la masacre perpetrada por paramilitares en el corregimiento El Aro, de Ituango, en el Norte de Antioquia. La escritora Judith Nieto, quien es profesora del Instituto de Filosofía y coordinadora de la Cátedra Lectores y Lecturas de la Universidad de Antioquia, elaboró una reseña de esta publicación que se constituye como un trabajo de memoria.
Por Judith Nieto*
Todo ejercicio de memoria está encaminado a volver la mirada al pasado, para revivir los hechos, transitar geografías que parecen lejanas y, por qué no, regresar a lugares que se creían olvidados. Pero todo ello permanece en la memoria, obra del tiempo que les impide desmoronarse, obra de la consistencia de los terrenos, obra del trabajo del recuerdo. Ella es capaz de conservar señales, marcas de acontecimientos, ya sean gratos o terribles, imposibles de evitar o de borrar, máxime cuando se transfiguran en fuentes históricas de la vida de un pueblo o de una nación. Una historia a la que siempre se retorna, dado el incesante recuento de aquello que somos como individuos y como humanidad.
Así es el trabajo de memoria hoy convertida en la historia de un relato inagotable el que entrega el periodista y escritor Pablo Navarrete, en su reportaje de reciente publicación con el sello Planeta y que lleva por título Plegarias del pueblo muerto. El Aro (2023). En su contenido se relata con detalle documental y testimonial cómo sucedieron los hechos de la masacre de El Aro, corregimiento de Ituango. Exterminio que ocurrió entre el 22 y el 30 de octubre de 1997 y que fue ejecutado por paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en complicidad con el Estado colombiano.
Los tres capítulos de la publicación fueron titulados por su autor: “El origen”, “Parábola de los asesinos” y “El cautiverio de los muertos”. Allí se puede leer con temor y compasión el horror que se apoderó de El Aro durante ocho días, cuando predominaron el asedio, la muerte y la destrucción. Apartados precedidos por “Nota del autor”, “Dedicatoria”, “Prólogo” e “Introducción”. El libro finaliza con el “Epílogo”, que da cuenta del acto de perdón que pidió el presidente Gustavo Petro Urrego a las víctimas de las masacres cometidas en los corregimientos de La Granja y El Aro. El evento se dio el 30 de noviembre del 2022 y tuvo como escenario el Museo Casa de la Memoria de Medellín, en el barrio Boston.
La masacre de El Aro acabó con la vida de 17 pobladores del corregimiento, entre ellos campesinos, líderes comunales, el tendero del lugar e incluso un niño de 14 años, todos falsamente acusados de tener vínculos con la guerrilla. Una hecatombe que no puede exponerse al mal de la memoria: el olvido. Este es un logro del autor, quien en 230 páginas, incluidos los anexos, construye un relato alcanzado por su claridad y buen manejo de las fuentes, en particular, de los documentos jurídicos, pilares esenciales de la investigación, cuyo resultado hoy se puede leer en Plegarias del pueblo muerto. El Aro.
Se trata de una historia donde cobra un lugar sobresaliente la voz de las víctimas, entre ellas familiares de las personas masacradas y de más de mil desplazados, quienes tuvieron que huir del casco urbano tras la incursión paramilitar que, además del asesinato de pobladores inocentes, ejecutó el secuestro de arrieros, el abigeato y la quema de viviendas en un arrebato de violencia desquiciada. Aniquilación que pudo evitarse si se hubieran atendido las denuncias hechas a tiempo por Jesús María Valle, defensor de derechos humanos. Su clamor para detener la masacre de El Aro fue silenciado, y su vida fue apagada, efecto de los disparos ordenados por quienes se oponían a sus esfuerzos para lograr que las autoridades actuaran y detuvieran tan terrible masacre.
Pero hay algo más… Estar ante Plegarias del pueblo muerto. El Aro dispone al lector a la presencia de otras “microhistorias”, como la del secuestro de Carepuño, poderoso mafioso del Valle del Cauca, plagio llevado a cabo por el Frente 18 de las FARC, que operaba en la región; o la muerte de Juan, ahogado en las aguas del río Nechí e hijo de Martha, quien fue una fuente testimonial clave de la investigación adelantada por el periodista Navarrete. Estos textos, junto con otras narraciones breves —entre las que también hay una autoexposición de la vida del mismo autor, quien aparece en las páginas con sus ansiedades, miedos, premuras y pesadillas—, confluyen para la reconstrucción del relato, cuya puntada de remate se prolongó hasta hilvanar la memoria de los días finales de octubre de 1997, cuando la infamia se apoderó de El Aro.
Imposible concluir este comentario de recomendada de lectura, sin aludir a las mujeres de la comunidad de El Aro, quienes acogieron y ayudaron al autor con el aporte de testimonios orales, mapas y fotografías. Entre quienes otorgaron información para este logro editorial están la ya mencionada Martha ―voz central del reportaje―, Daniela, Miladis y María Vásquez. Tres mujeres que, desde el dato, la imagen y los nombres necesarios, desafiaron con valentía a los grupos que impusieron en El Aro la zozobra, el miedo, el silencio obligado y la muerte inmisericorde durante ocho prolongados días. Fueron mujeres, en particular estas tres, quienes hablaron y documentaron con fotografías logradas de manera sigilosa ―como lo hizo Daniela― un conjunto de relatos e imágenes vitales para el levantamiento de esta historia de inaplazable lectura. ¡Es sorprendente su valor, tanto como su espíritu temerario, para enfrentar tan aterradora incursión paramilitar!
Leo Plegarias del pueblo muerto. El Aro y pienso en la política de “la justa memoria”, de la que habla Paul Ricoeur en La memoria. La historia. El olvido. Una manera de contribuir con la ecuánime esperanza de que no se repitan acontecimientos como los de El Aro. Cuestión posible si se reconduce el pasado a su lugar: la memoria.
* Escritora. PhD en Ciencias Humanas, mención Literatura y Lingüística, Universidad Austral de Chile. Profesora del Diploma en Memoria Histórica: Narrativas de la Memoria, ofrecido por la Unidad Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia. Correo: judith.nieto@udea.edu.co
Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.