Veinte periodistas y académicos de ocho nacionalidades y más de doscientas personas participaron en el Coloquio Internacional Hacemos Memoria: periodismo para pensar el futuro. Las charlas magistrales, las mesas de discusión y las presentaciones editoriales dejaron un sinnúmero de reflexiones. En este listado recogemos las doce principales.
Por Margarita Isaza Velásquez*
Foto: Julián Roldán
- En las conferencias magistrales, mesas temáticas e intervenciones con preguntas y comentarios se ha destacado el valor del periodismo, de los medios y de las y los periodistas, para construir o hacer relevantes las memorias de las sociedades, especialmente aquellas que no son las oficiales, que provienen de voces y sectores subalternos, y que pueden aportar a una democracia más plural y más sana, sobre todo en los contextos de transición hacia la paz, como ocurre en Colombia.
- Las y los periodistas que construyen memorias requieren conocer su entorno, y poder situarse desde un yo, reconocerse con su historia y motivaciones personales y políticas, para poder expresar una honestidad en la subjetividad con que se hace periodismo.
- Más que hablar en términos de objetividad y subjetividad, en estos tres días se ha preferido hablar de honestidad, veracidad, rigurosidad y responsabilidad. Y claro, es posible hacer una crítica al periodismo, pero también hoy se demanda una crítica a las audiencias, de las cuales el periodismo y los medios de comunicación también son formadores. Estas audiencias en algún momento pueden estar en capacidad de digerir la información y hacer parte de la construcción de las memorias del pasado y el presente que serán cimiento de la sociedad del futuro.
- Cuando se habla de elaborar historias de memoria y derechos humanos, se habla de una disputa del pasado que también reconfigura el presente y el futuro. En tal disputa y reconfiguración hay que pensar la relación entre memoria y poder, y en cómo opera el ejercicio del periodismo en esa relación; cómo se involucran los medios, qué silencios atraviesan, qué versiones imponen, qué permiten sus historias, qué voces recogen y qué voces rechazan. El periodismo les da valor a las historias y las pone en circulación. Al respecto se destacan tres aspectos que deben contar con una reflexión permanente en este periodismo de memoria y derechos humanos: la ética, el silencio y la narrativa. Estos aspectos son cambiantes en cada tiempo y contexto y, por lo tanto, se van adaptando a las transformaciones de la sociedad.
- En el periodismo que construye memorias confluyen el registro de los hechos, el dar voces a las víctimas y personas afectadas por las violencias, y el abordar las organizaciones, las instituciones, los facilitadores, las heridas y las distintas intersecciones de la vida política y social de las comunidades. En esta construcción, los relatos de memoria son explicativos y a la vez respuesta a comportamientos sociales y situaciones transversales a los diversos miembros de la sociedad, tanto si se consideran parte de la violencia que comporta un acontecimiento, como si no.
- Si bien en la narración de los hechos de violencia, de las violaciones a los derechos humanos y de los conflictos armados, son importantes todas las miradas, y pueden ser interesantes y novedosos los trabajos de las y los periodistas de países extranjeros: porque ponen el foco en algo que quizás los medios y profesionales locales no han podido abordar o acaso han dejado de lado. Vale la pena incentivar a las y los periodistas de Colombia para que narren las historias con enfoques que reconozcan los contextos diferenciales, y tengan en cuenta a las voces históricamente silenciadas en el país.
- Los monumentos, como el Valle de los Caídos en Madrid, y las conmemoraciones, como la fecha del fin de una dictadura, convocan de diferentes maneras las memorias de la sociedad; a menudo estas son las memorias oficiales u oficializadas por grupos de poder que dejan de lado las memorias subalternas o disidentes de esa oficialidad. No obstante, estos espacios de memoria son evidencia de hechos históricos que, con el tiempo y la contribución decidida de distintos sectores sociales, pueden resignificarse para empezar a construir una memoria ejemplar, en la que se restituya la dignidad de las víctimas, se aporte a la búsqueda de justicia, se permitan posibilidades de reflexión con respecto a la participación en la violencia, y se insista en la no repetición del horror. En esa posibilidad de resignificación, los medios de comunicación y las y los periodistas juegan un papel fundamental, pues los relatos que elaboran acerca de ese pasado que está vivo en el presente habilitan ciertos debates y proveen argumentos que se insertan en la agenda pública de incidencia política, económica, social y cultural, esto es en las decisiones que se toman en el presente y que moldean el futuro.
- El periodismo que quiere contribuir a la memoria de la sociedad tiene una función más allá del registro de los hechos. Por lo tanto, sus metodologías de reportería y de narración, así como su objetivo de informar, se complejizan y complementan, no solo con los saberes y miradas desde otras disciplinas y campos de conocimiento, sino también desde otros objetos y artefactos que permiten evocar. Si en los métodos tradicionales del periodismo, la entrevista y la investigación documental son los más solicitados, cuando se persigue contribuir a la memoria, estos métodos se amplían y permiten recurrir a dispositivos como los mapas del cuerpo, los recorridos por ciertos lugares, el tejido, las líneas de tiempo, los álbumes familiares, etc. Así mismo, no únicamente las crónicas y los reportajes de largo aliento dan cuenta de las memorias de la gente, también lo hacen el cine, la música, la literatura y en extenso el arte, pues tienen la capacidad de, desde lugares diversos, informar, interpretar e interpelar a distintos públicos sobre aspectos de la memoria que quizás no habían sido relevantes en otros contextos. Otras disciplinas y saberes también pueden acoger y ampliar el repertorio de conceptos y palabras que pueden permitirle a la sociedad nombrar lo que hasta cierto punto no había percibido o no había podido comprender. Al respecto, el periodismo participa del “horizonte de audibilidad”, en que las versiones antes silenciadas o dejadas de lado comienzan a disputarse un lugar en la comprensión de los hechos.
- En América Latina, los medios de comunicación y el periodismo han participado de distintas maneras en la construcción de las memorias sobre los conflictos armados y las dictaduras, incluso desde la ocurrencia misma de los hechos, en su momento de coyuntura. Esta cobertura y registro de las violaciones a los derechos humanos, así como los silencios y omisiones, pueden ser visitados desde el presente, no sin disputas, para promover conversaciones sociales que le permitan a la sociedad comprender lo que de formas diferenciadas sus miembros han vivido, y contribuir de esa manera a la reconfiguración del presente y del futuro. Los casos de Argentina, Colombia y Guatemala dan cuenta de la importancia del papel del periodismo, no solo en los contextos de violencia sino también en los de transiciones hacia mejores democracias y sociedades menos violentas, en las que puedan desenvolverse espacios de justicia y reparación, los cuales pueden operar especialmente desde lo simbólico y lo cultural. Esta importancia del periodismo está relacionada con su capacidad de contribuir a las explicaciones de lo que pasó en determinado contexto y de las razones que permitieron esa ocurrencia de los hechos; así como de dar cabida a la manifestación de actores sociales cuya voz se encontraba en los márgenes de la agenda pública.
- Por todo lo que se ha expresado, el lugar de las víctimas en los trabajos por la memoria es central; pero el uso de sus testimonios no está exento de retos. Se ha reflexionado sobre los límites y potencialidades del testimonio, y la relación de las y los periodistas con las víctimas que se hacen fuentes, pero que a la vez trascienden esa relación para convertirse en muchos casos en coautoras y partícipes de los relatos de memorias. Cuando se está ante el dolor o ante alguien que relata una herida o está la implicación del sufrimiento, es necesario generar empatía con las víctimas y destacar la importancia de que pueda construir su relato y darlo a conocer. El relato de las víctimas no se limita al hecho traumático que las ha afectado, sino que vale la pena convocar sus reflexiones, pensamientos y puntos de vista sobre lo que sucede contemporáneamente en la sociedad y en sus vidas, para desanclar el relato al dolor y poder reconocer todo lo que han hecho para continuar sus vidas, es decir, para no quedarse únicamente en lo terrible sino en abrir la puerta a la belleza o, al menos, a lo posible.
- Las y los periodistas, como las fuentes, son seres humanos que también se afectan por las historias que escuchan, conocen y reportean. Es importante que establezcan formas del cuidado no solo para sus fuentes, sino para sí mismos. Entre esas formas de cuidado está el recurrir a profesionales de la salud mental, a rituales personales y colectivos, y a actividades que permitan hacer cierres con respecto a los relatos.
- En la complejidad del objetivo y función social del periodismo, enseñados en la tradición y reaprendidos en la experiencia, ante las violaciones de los derechos humanos, y concretamente en cuanto a la desaparición de personas, las y los periodistas ayudan de distintos modos, más allá de la denuncia pública, a buscar, en archivo, en fosas o en recuerdos, a los desaparecidos; sea por acompañar a personas y organizaciones en sus demandas, o por remitir a las fuentes a instituciones y organismos que tienen la responsabilidad y el mandato de buscar y restituir identidades. El periodismo quizás no cambie el mundo, pero sí puede insistir en las denuncias, contribuir a múltiples reflexiones y abrir grietas en la negación que persiste frente a las violaciones de derechos humanos y las violencias.
*Periodista, magíster en Ciencia de la Información con énfasis Memoria y Sociedad de la Universidad de Antioquia.